Opinion

Muere un sacerdote de fe

Miriam a. Ornelas

2015-05-14

La sorpresiva muerte por infarto del reverendo padre Carlos Martín Márquez Horta, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Paz, ubicada en las inmediaciones del fraccionamiento Pradera Dorada, y además Vicario Episcopal de Pastoral en nuestra ciudad, causó un inmenso pesar en toda la feligresía de nuestra frontera, por la cual se desvivió en atenciones y cuidados.

Con él fallece uno de los sacerdotes más queridos de nuestra ciudad y las honras fúnebres en su honor y memoria se han multiplicado a niveles pocas veces vistos en nuestra frontera, pues la feligresía se ha volcado materialmente en una forma constante en la parroquia que dirigía de manera multitudinaria acudiendo a las muchas misas que hora con hora se han rezado en su iglesia donde ha tenido lugar el velatorio de sus venerables restos mortales, ceremonias luctuosas que han sido encabezadas por nuestro señor Obispo señor José Guadalupe Torres y la ciudadanía ha efectuado infinidad de jornadas de oración para la salvación eterna de su alma.

El Padre Carlos era una persona muy activa y sus preferencias pastorales las encaminó a infinidad de obras pías de su parroquia concentrándose principalmente en la salvación de nuestra juventud fronteriza, a la que le dedicó gran parte de su actividad pastoral. Lógicamente era muy estimado entre la muchachada que lo seguía permanentemente acudiendo a su lado desde prácticamente todas las parroquias de la ciudad a donde su fama de hombre de sólida fe había trascendido profundamente.

Supo tocar los corazones de todos los que de alguna manera llegamos a convivir con él y su repentina partida deja un hueco difícil de llenar entre toda la grey católica de nuestra comunidad. Su recuerdo quedará perenemente entre nosotros como un ejemplo de lo que un hombre de auténtica fe puede hacer para llevar a buen recaudo a sus ovejas. Guía espiritual sabio y probo, llevó una vida frugal y llena de espiritualidad que tomó gustoso su Cruz y nos enseñó el camino de la salvación en Cristo Nuestro Señor de una manera alegre y laboriosa.

Su alma descansa ya al lado de Dios Nuestro Señor, al que constantemente buscaba en cada uno de sus actos, pero sus enseñanzas permanecerán eternamente entre nosotros y su Iglesia que tanto amó se encuentra dolorida pero entusiasta de seguir poniendo en práctica sus lecciones de fe y caridad cristiana que tanto predicaba con su palabra y su ejemplo. Su memoria será inolvidable y su obra trascenderá a las siguientes generaciones de fieles que esperan la llegada de otro sacerdote que dé continuidad a todas las obras que dejó inconclusas.

Para él nuestro reconocimiento y nuestra gratitud por habernos privilegiado con su amorosa existencia que transpiraba e inspiraba aliento a santidad. Descanse en la paz que sabrán darle Nuestra Señora de la Paz y su Divino Hijo.

Con el fallecimiento de este gran hombre de fe acrisolada en lo más íntimo de su alma viene a mi memoria una vieja conversación que sostuve con él en la que me comentó el mensaje de una bella canción teológica muy popular atribuida al genio del oaxaqueño Macedonio Alcalá, que según me dijo carecía de error teológico alguno y que interpretan preponderantemente Javier Solís y Pedro Infante. Dios Nunca Muere, que nos instruye así:

“Muere el sol en los montes, con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa, nos conduce a morir: Pero no importa saber que voy a tener el mismo final, porque me queda el consuelo que Dios nunca morirá. / Voy a dejar las cosas que amé, la tierra ideal que me vio nacer, pero sé que después habré de gozar la dicha y la paz, que en Dios Hallaré. / Sé que la vida empieza en donde se piensa que la realidad termina; Sé que Dios nunca muere y que se conmueve del que busca su beatitud. / Sé que una nueva luz habrá de alcanzar nuestra soledad y que todo aquel que llega a morir, empieza a vivir una eternidad”.

Ahora, la eternidad ha llegado para el Padre Carlos Martín Márquez Horta. Espero que nos encontremos por allá si la misericordia de Dios tiene compasión de nosotros.

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