Opinion

La noche triste de Autlán

Pascal Beltrán Del Río

2015-05-05

Hace años, en busca de mis raíces, fui a dar a Autlán de Navarro, Jalisco.

Allí nació mi bisabuela, Florencia Espinoza, a quien no conocí, pero cuyas historias son revisitadas frecuentemente en mi familia paterna.

Allí se casó con ella un comerciante de Chihuahua, Emiliano Gámez, mi bisabuelo, quien la llevó a vivir a su tierra, hasta que la violencia revolucionaria los hizo establecerse con sus hijos en El Paso, Texas.

Antes de 1939, la población era conocida como Autlán de la Grana, por la abundancia de la cochinilla de la que se extraía un pigmento para teñir telas.

El entonces gobernador de Jalisco, Marcelino García Barragán, dispuso que el municipio cambiara de nombre, para honrar la memoria del general Paulino Navarro, quien no era de Autlán, sino de El Grullo, un pueblo vecino, y había muerto en 1923 durante la rebelión delahuertista.

Los frailes franciscanos que llegaron a evangelizar a los indígenas en el siglo XVI dejaron una rica arquitectura colonial en una ciudad que ha sido cuna de importantes artistas, literatos, juristas y músicos.

En Autlán nacieron el poeta Rogaciano Arias Michel, el muralista José Atanasio Monroy, el filólogo Antonio Alatorre Chávez, el ex candidato presidencial Efraín González Luna, el compositor Hermilio Hernández y, por supuesto, el rockero Carlos Santana, entre muchos otros personajes.

De aquella breve visita me quedó la imagen de su Jardín Hidalgo, con su quiosco y sus palmeras, y su Portal Juárez, invadidos de paseantes.

Por eso, imaginarlos desiertos la noche del viernes, mientras resonaban balazos en la ciudad, resulta tan descorazonador.

“Es como un toque de queda”, relató un taxista local al diario El Informador.

“Los que incendiaron el banco estuvieron en el quiosco hasta que se animaron y le arrojaron botes de vidrio con gasolina. Luego se fueron en una camioneta que pasó por ellos.”

La gente se guardó después del ataque. Hubo vehículos incendiados, además de la sucursal de Banamex. Una de las 15 personas que murieron el viernes en Jalisco por el ataque fue un policía estatal de Investigación que cayó en Autlán.

Todo comenzó temprano en esa misma región del sur de la entidad. Un helicóptero Cougar del Ejército, que patrullaba la ruta Casimiro Castillo-Villa Purificación, fue atacado con armas de alto poder, por hombres que se movían en camionetas.

El helicóptero debió descender de emergencia en el ejido Villa Vieja, en el municipio de Villa Purificación, a corta distancia de Autlán, cerca de la Reserva de la Biosfera de la Sierra de Manantlán, donde biólogos descubrieron en 1979 el teocintle, ancestro del maíz.

Un ruido de hélices despertó a los habitantes de Villa Vieja la madrugada del viernes. El aparato volaba a baja altura. Por la brecha que comunica al lugar apareció una docena de camionetas de modelo reciente, retacadas de hombres armados.

Las versiones indican que el helicóptero marcó el alto a la caravana de los delincuentes y éstos abrieron fuego contra el aparato, haciendo impacto.

En el Cougar de fabricación europea, matrícula 1009, murieron seis soldados y diez resultaron heridos, además de dos elementos de la Policía Federal.

El lugar, donde fueron abandonadas cuatro camionetas usadas por los agresores, fue resguardado por el Ejército. Algo nunca visto ahí.

Los habitantes de Autlán informaron a los medios que las cosas comenzaron a cambiar en el municipio hace algunos meses, cuando se empezó a notar la presencia de distribuidores de droga y jóvenes halcones, muchos de los cuales se movían el viernes a bordo de motonetas, tomando nota de los incendios.

Ya son muchas las regiones del país que perdemos a manos del crimen organizado.

Esta tranquila región del sur de Jalisco, hirviente de cultura, había inaugurado en 2013 su festival de las artes, llamado Nocheztli, que ese año, en el aniversario 470 de la fundación de Autlán, atrajo a 100 mil personas.

¿Cómo devolver ahora la paz a sus habitantes, ante la arremetida de un cártel que, como en Tamaulipas, empieza a hacer garras el tejido social?

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