Opinion

Del abandono social al deterioro social

Samuel F. Velarde

2015-05-04

Nuestro país transcurre por tiempos muy difíciles, hay que entender que la situación sociopolítica del mismo ha sufrido un gran descalabro, mejor dicho una profunda herida que le costará tiempo sanar, si es que no llega a gangrenarse y empeorar el asunto. Pero esta analogía médica no es una exageración, al observar los últimos acontecimientos que suceden a lo largo y ancho del país, sobre todo lo relacionado con la violencia, no es para menos pensar en esa perspectiva.

Me comentaba un amigo del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Jaguellonica de Cracovia, que le sorprende la falta de movilización de la sociedad mexicana ante los hechos registrados hace poco y ante todo lo que sucede en el país, que pareciera ser somos una sociedad resignada no solamente a la violencia sino también a los diferentes males estructurales que nos aquejan. Más sorprendido sobre todo por ser la mexicana una sociedad dentro de las mejores economías del mundo. Y el comentario es razonable, cuando ellos, los polacos, lucharon también contra la ocupación soviética y el autoritarismo stalinista, con la diferencia de que su sociedad tuvo una gran organización en tiempos del sindicato Solidaridad de Lech Walesa y ha desarrollado una sociedad más o menos abierta.

Es un hecho que la sociedad civil mexicana desearía cambios importantes donde, para empezar, su futuro se asegurara de forma permanente y ese futuro tendría que ver con las condiciones económicas, sociales y políticas. Es decir, con un país que en las condiciones actuales es difícil que garantice lo anterior. Por otro lado, como ya se ha comentado en otras ocasiones, nuestra heterogeneidad sociocultural hace más difícil lograr una fuerte cohesión  en donde se coincidiera al menos en lo más importante para todo el país. Esta fragmentación de la sociedad mexicana, obstaculiza en mucho el trazar un plan o proyecto nacional homogéneo.

Entonces las cosas a nivel nacional están así, localmente la situación no cambia mucho, sufrimos de la misma forma la actitud de una sociedad dividida por diferentes razones, una ciudad que se vuelve caótica y que se fragmenta en términos económicos y sociales, pero en donde se coincide –más allá de las divisiones sociales–, en la apatía, la desorganización social, en la cultura del individualismo en aras del bien común, incluso en un hedonismo que daña el interés por los otros. Y hago esta reflexión a propósito de los espacios verdes que se localizan en varios puntos de Ciudad Juárez, lugares que se encuentran descuidados si no es que en decadencia total, curiosamente las mismas características –salvo excepciones– las tienen todos estos espacios, independientemente que sean en barrios de clase media o pobres. Y esta explicación no es más que la apatía de los ciudadanos hacia su entorno social, una ciudadanía sin compromiso o cansada de ver únicamente deficiencias.

Y aquí la cohesión social deja mucho que desear en una ciudad como la nuestra, que ha padecido el desquebrajamiento de su tejido social y la desvaloración de lo mejor del ser humano. El mismo estado físico de la ciudad alimenta una actitud de indolencia más que de compromiso social. ¿Será que la sociedad que tenemos en Juárez es producto de esas condiciones de existencia?

Entonces, enfrentamos un gran problema, que parte de lo general a lo particular o viceversa. Aquí lo importante del problema es ¿qué hacer? ¿Qué propuestas de organización, de participación, de credibilidad existen hoy en día, sobre todo en tiempos electorales? ¿Habremos abandonado los mexicanos a nuestro país y los juarenses a nuestra ciudad? ¿Tendremos el tiempo suficiente para rescatar lo mejor de nosotros mismos?

Esperemos que algún día alcancemos una sociedad, si no armónica, si lo suficientemente segura para que todos nosotros podamos aspirar a desarrollarnos como personas y como una verdadera sociedad participativa, exigente y constructiva. Creo firmemente que esa es la aspiración de millones de mexicanos.

X