Opinion

¿Crecimiento? Igual que antes

Luis Javier Valero Flores

2015-05-02

Se trata, sin duda, de buenas noticias pero que denotan el agotamiento de un modelo que nos llevó, entre otros factores, a la situación por la que atravesamos, de fines del 2007 al 2011, y cuyas consecuencias abarcarán infinidad de años.
La actual administración estatal pregona, eufórica, el haber alcanzado diversas cifras en el mejoramiento de la situación económica de la entidad; ahora hablan del casi empleo total (existe un desempleo del 3.5%); del crecimiento sin igual en la generación de empleos, del abatimiento de la informalidad (Chihuahua ocupa, ya, el primer lugar nacional en ese rubro) y de real disminución de la inseguridad pública.
No faltan a la verdad. Al cierre de abril la entidad contaba con alrededor de 785 mil empleos (todas las cifras están basadas en los reportes del IMSS), sin embargo, confrontadas con otras cifras lo que ahora vivimos, es como si  simplemente regresáramos al punto en que nos encontrábamos a fines del 2007.
De ese tamaño fue el conjunto de las crisis afrontadas por los chihuahuenses, la económica y la derivada de la crisis de seguridad pública.
Tener empleo no basta, la calidad de los salarios es fundamental.
Da pavor, cerca de 7 de cada 10 trabajadores ubican sus ingresos entre uno y tres salarios mínimos, esto es, los que están en este extremo, que obtienen apenas un poco más de 6 mil pesos mensuales.
Para ubicar tales realidades sirva de referente el hecho de que en el año 2000 existían en la entidad 710 mil empleos. En 15 años sólo se crearon 75 mil nuevos empleos.
Si el crecimiento de la población hubiese sido de alrededor del 2% anual, sin contar la inmigración, querría decir que, por lo menos, para mantener el nivel de ocupación de aquel año, al cierre de 2014, deberíamos contar con poco más de 920 mil empleos formales en Chihuahua.
¿A dónde se fueron quienes no lo tuvieron?
Y tales cifras -la de las 785 mil plazas laborales- se generaron con un crecimiento económico del 5% en 2014, cuando el promedio nacional fue del 1%. Ufanos, los actuales gobernantes presumen que en la presente administración se han generado 116 mil 585 empleos formales, 5 mil de ellos en enero de este año.
Del total de los empleos formales (785 mil 545 asegurados en el IMSS), el 50% se encuentran en Juárez, con lo que la entidad alcanzó el primer lugar por el menor porcentaje de empleos informales en el país.
Chihuahua tiene la “tasa más baja de desempleo de los últimos años, al ubicarse en 3.5%. La entidad pasó de ser el lugar 28 en empleo informal, al número 1 en formalidad”. (Nota de KARINA RODRÍGUEZ CHACÓN, El Heraldo de Chihuahua, 1/V/15).
Tal cifra se puede explicar porque en 2014 la industria maquiladora creó la cifra récord de 27 mil 128 nuevos empleos en Juárez, para llegar a un total de 253 mil 433 trabajadores. (Nota de Berenice Gaytán, El Diario de Juárez,  10/I/15).
Pero tales cifras deberán contrastarse con las existentes en 2008, antes de la crisis, cuando la maquiladora daba empleo a 249 mil 837 personas, ¡Apenas 4 mil menos que 7 años después!
La evolución del crecimiento del empleo en el sector líder en la entidad, la industria maquiladora, se aprecia por su desarrollo en Juárez:
En tanto que en 2014 se crearon 27 mil 128. En 2013 fueron 12 mil 827; a su vez, en 2012 fueron 21 mil 129; en 2011, 4 mil 508, y en 2010 se crearon 11 mil 134.
Pero en dos años -2008 y 2009- la industria maquiladora asentada en Juárez perdió la friolera de 68 mil 524 empleos -15 mil 887 en 2009 y 52 mil 637 en 2008-. (Ibídem).
Tales cifras llevaron a que Chihuahua cerrara el año con el más bajo índice de desempleo en el país, apenas del 4%, lo cual quiere decir que se encuentran sin trabajo más de 68 mil chihuahuenses, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI):
“Del total de desempleados, el 16 por ciento, es decir, unos 11 mil 024 tienen instrucción superior; el 15% (10,335) estudios de medio superior; el 38% (26,182) secundaria; 29% (19,981) primaria y un 2 por ciento (1,378) no tenían instrucción. De acuerdo con las cifras del INEGI, el desempleo muestra un crecimiento del 5% para el segmento de personas con algún grado académico superior, entre el 2000 y 2014, ya que del total de desocupados, representaban, a principios de la década, el 11% y al cierre del año pasado eran el 16%”. (Nota de Manuel Quezada Barrón, El Diario de Chihuahua, 1/V/15).
La desocupación “ilustrada” se incrementó severamente entre los que cuentan con educación media superior, justamente el segmento al que fue dirigido el principal logro de la actual administración estatal. En tanto que en el año 2000 representaban el 3% de los desempleados, para el 2014 ya eran 15 de cada 100.
Pero tal fenómeno es nacional: “Según datos de la Subsecretaría de Empleo y Productividad Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, del total de desocupados en el país al cierre del 2000, el 15% tenía nivel de instrucción superior y al cierre del 2014, este grupo representaba ya el 24%”. (Nota de Manuel Quezada, Aserto 141, abril de 2015).
Pero si lo anterior nos lleva a no lanzar tan alegremente las campanas al vuelo, el tema del salario sí que es preocupante. Simplemente pareciera como si hubiese hecho una pausa en el tiempo transcurrido entre el principio del siglo XXI y hoy.
“De acuerdo con datos del IMSS, de los 778 mil 514 empleados asegurados, el 65.2 por ciento perciben entre $68.28 y $204.8 pesos diarios, de uno a tres veces el salario mínimo general”. (Nota de Manuel Quezada Barrón, El Diario de Chihuahua, 1/V/15).
Si redondeamos las cifras, querrá decir que dos terceras partes de los 780 mil trabajadores con empleo formal perciben poco más de ¡6 mil pesos al mes!.
Nada menos que la cifra mágica, citada por el entonces Secretario de Hacienda de Felipe Calderón, Ernesto Cordero, quien afirmó que con tales ingresos se podían pagar las colegiaturas, la casa y hasta un vehículo.
A pesar de las voces empresariales, y no pocas gubernamentales, que sostienen la inexistencia de personas que devenguen el salario mínimo (68.28 pesos diarios), en el estado existen 17 mil 773 de esos trabajadores. A su vez, poco más de 300 mil (310 mil 251) -es decir, 4 de cada 10 trabajadores- reciben dos salarios mínimos (136.56 pesos) “y otros 186 mil 488, -casi la cuarta parte del total de empleados- la cantidad de $204.84 pesos”. (Ibídem).
¿Se podría negar la bondad de las cifras hasta ahora alcanzadas en la actual administración estatal?
Por supuesto, no, pero arrastran un problema intrínseco pues estamos regresando -casi- al punto de partida de la peor crisis de seguridad pública y la calidad de los empleos y salarios es la misma que entonces. La curva del incremento de la violencia -cuya peor manifestación fue la oleada homicida-, se dijo en distintos tonos y por los más variados protagonistas sociales y políticos, de un brutal incremento, tardaría años en descender.
Hoy lo estamos observando, pero uno de los factores que nos llevó hasta allá, y que generó la abundante “mano de obra”, barata y disponible, sobre todo en la frontera, fueron las enormes carencias sufridas por generaciones enteras, fruto de una política económica que genera empleos, pero muy mal remunerados y que, para generarlos y aprovechar la mano de obra, sobre todo la femenina, desmanteló toda una forma de vivir y desmadejó los modelos familiares, en aras de buscar un mayor ingreso familiar, a costa del abandono de niños y adolescentes.
Así se generó la llamada “generación de la maquila”. Por miles, niños y jóvenes abultaron las filas de las bandas criminales. También, así, por miles, cayeron, abatidos por las balas.
Sin esperanza, ni futuro; ni escuela, ni trabajo, ni familia, ni comprensión de la sociedad, inmersos en una sociedad de inmensas desigualdades y no menores carencias, decenas de miles de jóvenes a lo más que pueden aspirar es a una plaza de trabajo de las que se ofrecen en el “Estado Grande”.
No se puede continuar así, urge la elaboración de una política económica distinta, diametralmente, a la que hasta ahora hemos sufrido. Ese es el verdadero reto de los que gobiernen Chihuahua en adelante.
Perdimos, casi, una década.

MARCELINO.- Marcelino Gómez, secretario de Comunicación del Comité Estatal de Morena, le gritó al gobernador Duarte, en el desfile del 1o. de mayo, lo siguiente: “La justicia llega, tarde, pero llega. Usted tiene endeudado a Chihuahua y tiene empeñado el futuro de los jóvenes”.
La respuesta del gobernador sorprendió al escribiente, no porque sea la primera ocasión en la que, al enfrentar a ciudadanos que le reclaman le gana el temperamento, sino porque es la primera ocasión (por lo menos en el conocimiento del articulista) en la que insulta a quien lo increpa. Le dijo, “Eres un loco, no sabes de lo que hablas, estás envenenado…”.
No hubo, ni insultos, ni agresión de Marcelino al gobernante. Luego de las frases de Duarte, el joven le gritó “corrupto” y se alejó, en tanto el gobernador saludaba efusivamente a otros asistentes al desfile que se acercaron a él. Marcelino se retiró de la tribuna del gobernador. Luego fue alcanzado por algunos de los escoltas del mandatario y varios policías estatales. Lo conminaban a que se “disculpara” con Duarte. Eso dió origen a empellones y algunos golpes entre los policías y militantes de Morena y otras agrupaciones sociales.
Más allá del punto de vista, respecto de la actuación de Marcelino Gómez, los gobernantes no pueden, no deben, perder la compostura, un simple gesto del primer mandatario de la entidad genera en los subordinados, más en el caso de los integrantes de los cuerpos de seguridad, reacciones más allá de las legales y excesos que no pueden permitirse.
El gobernador Duarte ha expresado en diversas ocasiones no ser ajeno al debate a la confrontación, eso le permitiría no perder la calma en situaciones como la ahora relatada. No puede andar denostando a los ciudadanos, ni sus guardias pueden convertirse en peticionarios de disculpas para su jefe.
Se supone que vivimos la realidad de la plena confrontación democrática, los gobernantes son los primeros que deben asumirla.

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