Opinion

De política y cosas peores

Catón

2015-04-26

En la casa de mala nota llamada "El columpio del amor" hubo un pleito de todos contra todos. En medio de la refriega general una de las mujeres le asestó un navajazo en la barriga a un sujeto que había golpeado a su hombre. La brava hembra -así se decía siempre en la página roja de los diarios- fue llevada ante el juez, y éste le preguntó severamente: "¿Usted fue la que le dio al herido un navajazo en la trifulca?". "No se lo di en la trifulca, señor juez -negó la maturranga-. Se lo di en la panza, entre el ombligo y la trifulca". La enfermera le informó a la paciente: "Le voy a poner un brazalete". Preguntó en broma la mujer: "¿Tiene rubíes y esmeraldas?". "No -respondió la enfermera-, pero le va a costar como si los tuviera". El padre Arsilio fue a la ciudad a pedirle a don Algón, encumbrado ejecutivo originario de su pueblo, un donativo para la reconstrucción del templo del lugar. Cuando llegó a la oficina del magnate no halló a la secretaria. Como tenía cierta confianza con el jefe, pues lo conocía desde niño, abrió la puerta del despacho. Lo que vio lo dejó mudo, y además sin habla: don Algón tenía a la linda chica tendida en decúbito supino -o sea de espaldas- sobre el escritorio, y él, con los pantalones y demás en los tobillos, hacía acompasados movimientos como de émbolo o pistón. Se trataba, habrán adivinado ya mis perspicaces lectores, de un acto de fornicio. El buen sacerdote consideró indebida tal acción, por ser aquél un sitio de trabajo, y tosió para hacer notar su presencia. Los ilícitos amantes se azoraron. Deshicieron su estrecha unión, se compusieron las ropas, y ya un poco repuesto del soponcio don Algón le dijo al padre Arsilio: "Le ofrezco mil disculpas, señor cura. No me encontró usted en el mejor momento". "Para ti no -respondió con una sonrisa el sacerdote-, pero para mi iglesia sí". Babalucas estaba bailando con una amiga. Le dijo ella: "¡Qué bien meneas las caderas, Baba! ¿Practicas mucho?". "No -contestó el badulaque-. Lo que pasa es que me transporto en una bicicleta que no tiene asiento, nada más el tubo". Marulito, empleado de gobierno, era vice-sub-ayudante interino suplente sustituto de oficial centésimo auxiliar en la Mesa Última de Intendencia. Una tarde llegó a su casa más temprano que de costumbre y encontró a su esposa en la cama con el diputado Verdines, presidente de la Comisión de Moral Pública. Con acento emocionado Marulito le dijo al salaz legislador: "¡Qué honor tan grande, señor diputado! Dígame si está a gusto en ese colchón, si no para comprar inmediatamente otro, y que la próxima vez esté usted más cómodo". Afirma un refrán charro: "Caballo demasiado manso tira a penco, y hombre demasiado bueno tira a pendejo". El dueño de la zapatería "El par perfecto" era tan bueno que creí que todo el mundo era como él, y no desconfiaba de nadie. Cierto día llegó a su tienda un caballero de muy buen parecer. Mostraba modales finos y vestía bien. Pidió que le mostraran un par de zapatos GBH, en aquel tiempo la marca de calzado de más clase y mayor precio. El señor de la zapatería pensó que de seguro el visitante era forastero, pues la clientela habitual de su negocio no podía pagar unos zapatos tan caros, y si los tenía en exhibición era sólo para dar tono al establecimiento. Le trajo un par de la medida que el cliente había dicho, y el hombre procedió a ponérselos para probarlos. En ese momento entró un sujeto, agarró apresuradamente los zapatos que se había quitado el señor y salió corriendo con ellos. Gritó el cliente: "¡Mis zapatos!", y echó a correr a toda velocidad tras el ladrón. El dueño de la zapatería se asomó a la calle, siguió con la mirada aquella persecución hasta que los dos hombres se perdieron en la lejanía, y luego dijo meneando tristemente la cabeza: "Pobre señor. No lo va a alcanzar". Sólo después de hacer esa compasiva reflexión se percató de que el supuesto caballero se había llevado con él los GBH, en tanto que su cómplice cargó con los zapatos que él se había quitado. Esta aflictiva historia me da base para fundar una reflexión política. Entre las varias ficciones que últimamente ha creado la administración actual está la de un fiscal anticorrupción encargado de perseguir a los funcionarios corruptos. Tampoco los va a alcanzar. FIN.

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