Opinion

Otra “ocurrencia”

Luis Javier Valero Flores

2015-04-25

De la misma manera que han aprobado otras regulaciones, los diputados se aprestan a discutir el tema del miniperíodo gubernamental de dos años.
De acuerdo con las informaciones otorgadas por distintos actores políticos, lo que ahora discutimos a lo largo de la semana fue producto de un “chiste”, de algo que se les ocurrió, al calor de unos tragos (y no vayan a salir que todos tomaban agua en la fiesta del gobernador César Duarte) y que se convirtió en “algo serio”, pero de la cual no hay estudios previos, ni un solo análisis respetable.
Más aún, es muy probable que ni siquiera haya formado parte de las conversaciones sostenidas por el gobernador Duarte con el Presidente Peña Nieto en su larga estancia en la capital del estado días atrás.
Ahora resulta que el modo en que se originó tal tema fue peor de lo que imaginamos muchos.
Entrevistado sobre el asunto, el líder de los diputados del PRI, Rodrigo de la Rosa, dijo lo siguiente:
“… fue en una mesa donde estábamos varios diputados con el gobernador del Estado, en donde empezó a plantearse el tema como eso, como una broma, pero con el paso de los días, al pensarlo seriamente, se ha venido tornando en una posibilidad seria y que está puesta en el análisis, como eso, como una posibilidad”.
“… con esa reforma sólo tendríamos una elección cada tres años y, bueno, lo que empezó como una broma ya es cosa seria y puede ser una magnífica oportunidad para la entidad tener un gobernador de transición por dos años”. (Nota de El Heraldo de Chihuahua, 24/IV/15).
¡Orale, resulta que es una oportunidad tener un gobernador de “transición”, cómo si esa fuera la moda y nos la estuvierámos perdiendo!
El mismo diputado sostuvo en el curso de la semana que no se necesitaría la aprobación de las dos terceras partes de los diputados presentes, tan sólo la mayoría simple, pues, dice, se trata, solamente, de cambiar un artículo transitorio de la reforma anterior en la que se cambió “por única vez” el período gubernamental de 6 a 5 años.
Bueno, si interpretamos al legislador, ahora lo que necesitan aprobar, “solamente”, es un transitorio ¡De una reforma constitucional! para que diga “por única vez” se cambia el período gubernamental de 6 a 2 años.
¡De la Rosa descubrió una nueva vía para modificar al “contentillo” del grupo gobernante la Constitución, reformando los transitorios! ¿Pues en qué cabeza cabe semejante enredo?
Claro, lo que pretenden es eludir la obtención de 22 votos de los 33 diputados, si todos los legisladores estuvieran presentes en la sesión.
¿Ahora resulta que de una sesión de copas y bromas se pueden hacer modificaciones constitucionales?
¿A dónde habremos llegado?
Si esto es cierto, impidamos, a como dé lugar, que tal grupo de comensales se vuelva a reunir, con cualquier motivo (por ejemplo, ahora que salga de la convalecencia el Profr.
Servando Portillo a quien, aprovechando el viaje, le deseamos una pronta y total recuperación) y ya no solamente en los cumpleaños mandatario y que al calor de unos tragos se les ocurra cualesquier cosa que modifique sensiblemente la vida política y social de la entidad.
Además, ahora resulta, casi al término del sexenio, si le creemos al gobernador Duarte y nos creemos eso de que en Chihuahua existe la verdadera división de poderes, que los actuales diputados tienen libre albedrío, que son autónomos, independientes y que hasta pueden oponérsele al gobernador, y que sus ocurrencias luego las puede avalar el ballezano, cuando sostuvo que era un asunto del Congreso del Estado y que “ellos” -utilizando un eufemismo para referirse a su propia persona, como titular del Poder Ejecutivo- esperarían la presentación de las propuestas para emitir una postura pues, dijo, es un asunto que ¡“nació en el Congreso del Estado”!
Bueno, pues Pacheco puso en la mesa de trabajo que discute la reforma política, el asunto del gobernador de dos años. Además, dijo, la ventaja sería que el gobernador de Chihuahua podría ser presidenciable, de aprobarse la “broma”.
“En la reforma como está en estos momentos, la gobernatura quedaría a medio período del ejecutivo federal y nunca hemos tenido esa oportunidad.
Lo más cercano que se estuvo fue con el general Carlos Pacheco y con Antonio Ortiz Mena, que fue 12 años secretario de Hacienda con el presidente Diaz Ordaz y Lopez Mateos”, aseveró Pacheco. (Nota de La opción.com, 23/IV/15).
¿En dónde tienen la cabeza?
A lo largo de la semana juraron y perjuraron que no había propuesta, que no había iniciativa.
¿Por qué nos quieren ver la cara? ¿Creen, acaso, que no sabemos que están discutiendo los términos de la reforma política y que en esta materia no hay, tampoco, iniciativa de ley?
Y mienten en que esa no-propuesta nos ahorraríamos dinero público, además de la consabida campaña.
Aún sin estar de acuerdo en la homologación de las elecciones locales con las federales, la reforma vigente llevó a que el siguiente gobernador sólo duraría en su encargo 5 años para terminarlo en 2021.
A partir de ese año la elección de gobernador en Chihuahua se empataría con las de diputados federales de mitad de sexenio presidencial. (En la que podría convenirse, finalmente, dado el poco interés que despierta esa elección, en su bondad, ya que la elección de legisladores federales poco podría influir en la elección local, cosa contraria, de empatarla con la presidencial, fenómeno que ha ocurrido en todo el país en las últimas tres elecciones presidenciales).
De ser así, con el período de 5 años, de aquí al 2024 tendríamos estas elecciones:
2015, elecciones federales; 2016, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales y gobernador; 2018, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales, diputados federales, senadores y presidente de la república; 2019 y 2020, ninguna;
2021, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales, diputados federales y gobernador.
2022 y 2023, ninguna; 2024, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales, diputados federales, senadores y presidente de la república. En total, 22 procesos electorales.
De aprobarse la reforma que pretende el gobernador Duarte, con un gobernador de 2 años y elección de gobernador en 2016, 2018 y 2024, quedaría así:
2015, elecciones federales; 2016, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales y gobernador; 2018, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales, gobernador, diputados federales, senadores y presidente de la república; 2019 y 2020, ninguna; 2021, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales y diputados federales.
2022 y 2023, ninguna; 2024, elección de alcaldes, síndicos, diputados locales, diputados federales,  gobernador, senadores y presidente de la república.
En total, 22 procesos electorales. Exactamente el mismo número de elecciones ¿Entonces, en dónde está el ahorro?
Y si no nos ahorramos un proceso electoral ¿Qué caso tiene acortar tan salvajemente un período gubernamental? ¿Habrán pensado en las consecuencias, no sólo políticas, sino sociales, ya que no podría establecerse, ni continuidad de programas y acciones gubernamentales, ni estabilidad política en el grupo gobernante, cualquiera que fuera, y que las consecuencias de tantos cambios en los equipos gubernamentales serían resentidas por los chihuahuenses?
Vamos, muchos de los que ahora han insisten en la bondad de tener un período gubernamental del dos años, han pregonado que hasta para las alcaldías la actual duración de tres años es extremadamente corta para poner en vigor un proyecto gubernamental en los municipios.
Cambiaron radicalmente sus concepciones ¿Qué los hizo cambiarlas? ¿La inmediatez de un proceso electoral extremadamente competido, como el que se avizora, cuyo resultado seguramente estará en el aire hasta muy avanzada la noche del día de elecciones en 2016?
Como bien rememora el periodista Alejandro Salmón (ahoramismo.mx, 24/IV/15), “El presidente Miguel de la Madrid no fue gobernador de su natal Colima, ni las elecciones locales de su estado coincidían con las presidenciales. Tampoco las de Veracruz, de donde eran Adolfo Ruiz Cortines y Miguel Alemán, o la de Baja California, entidad nativa de Ernesto Zedillo. Tampoco las elecciones gubernamentales de Guanajuato o Michoacán, lares de Vicente Fox y Felipe Calderón, iban ‘de la mano’ con el gobierno de la República”, pero tampoco Salinas de Gortari, José López Portillo, Echeverría, Díaz Ordaz, ni López Mateos traían en sus alforjas haberse desempeñado como gobernadores.
Y si recurrimos a la experiencia local, en cuanto al acortamiento del período, el antecedente se remonta a la renuncia de Oscar Ornelas en 1985, sustituido por Saúl González Herrera, cambio que no tenía como objetivo mejorar la gobernabilidad, ni hacerse eco de los reclamos ciudadanos, no, la sustitución de Ornelas pretendía evitar que la debacle del PRI en 1983 pudiera repetirse en 1986, como finalmente ocurrió con la exitosa candidatura de Francisco Barrio y la aparición del “verano caliente del ’86”.
Pretender la aprobación de la “broma” de la fiesta de cumpleaños puede llevar a una situación de verdadera crisis al partido gobernante. Varios de los legisladores -del PRI, pero también de otros partidos- pueden ser ubicados en corrientes políticas distintas a la del gobernador Duarte.
En cuanto termine el actual proceso electoral, las condiciones políticas serán absolutamente distintas, en adelante Duarte deberá, si bien no consensuar, sí consultar, en el ámbito local y, sobre todo, en el nacional, las más importantes acciones de su gobierno. En ese entorno, los legisladores ajenos al duartismo podrían no votar a favor de la modificación pretendida.
Se necesitan cinco diputados para no aprobarla. El escribiente está en condiciones (algo de eso debe saber el diputado panista César Jáuregui, quien les apuesta a los priistas que no se aprueba) de asegurarle que hay por lo menos 6, de varios partidos, incluido el PRI, que no la votarán a favor.
Pueden no salirle las cuentas al actual grupo gobernante.

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