Opinion

Rejas: el derecho a la autoprotección

JAVIER CUÉLLAR

2015-04-18

Si bien es cierto que los índices de violencia e inseguridad han disminuido sensiblemente en nuestra comunidad, para muchos juarenses estos problemas no han alcanzado todavía niveles razonables y aún sienten temor de sufrir asaltos, extorsiones y violencia asesina. Y como el Estado mexicano no ha sido exitoso del todo en reducir ese clima de terror a paralelismos similares al 2006, pues se sienten más seguros manteniendo enrejadas sus casas y sus colonias, impidiendo el paso a los extraños. Si los homicidios han disminuido, no ha pasado lo mismo con los robos de autos, baterías, accesorios automotrices y casas habitación.
Ese es el meollo del problema que enfrenta a la administración de Enrique Serrano con numerosos comités de vecinos que se resisten a retirar sus enrejados. No se vale apoyarse para ello en algunos grupúsculos de habitantes disidentes para atizar el rumor de la discordia, porque siempre habrá un 30 por ciento de vecinos irresponsables que se niegan a cooperar con los demás, por el simple motivo de no pagar los costos que ocasiona el servicio de seguridad que la mayoría quiere y que el gobierno no suministra.
Cuando el gobierno omite cumplir con su obligación de proporcionar protección y seguridad a los ciudadanos, ellos recobran automáticamente su derecho natural a la legítima autoprotección y a la defensa de sus bienes, posesiones, de sus personas y de sus familiares. Es el brillante fundamento teórico de las autodefensas.
Para destruirlo, el gobierno simplemente debe cumplir con sus obligaciones de implementar el orden jurídico constitucional, no coludirse con las rémoras que donde quiera existen y perjudicar a todos los ciudadanos que solamente quieren vivir en paz y de buena fe. Cuidado Serrano, porque este descontento te puede estallar en las manos.

Ebrios al volante: un
problema difícil de resolver

Como bien dirían los propietarios de bares y restaurantes de nuestra ciudad: “De lengua me como un plato”. Y es que les ha resultado un tanto cuanto difícil implementar el programa “Traslado seguro”, que tiene como objetivo regresar a sus domicilios a los clientes que se les hayan pasado las copas y no estén en aptitud de manejar sus vehículos, con la intención de evitar accidentes y encarcelamiento de los conductores ebrios.
Este tema es de especial preocupación de los familiares, padres, esposas, hermanos e hijos de nuestros borrachitos, porque cada vez que estos individuos salen de farra con sus “chuperamigos” se quedan con el Jesús en la boca, por la incertidumbre de si sus acólitos de la mexicana alegría regresarán o no a sus hogares, ya sea a causa de un accidente como de dar con sus huesos en el bote. En este sentido, cualquier esfuerzo que se haga para evitar cualquiera de estas consecuencias resulta plausible. Pero la solución de este problema recurrente no es enchílame otra.
El principal obstáculo que en mi concepto se ha topado este servicio de conductor emergente designado es su gratuidad, porque todos quieren explotar a esos bebedores compulsivos irredentos que sostienen: “Para todo mal, mezcal, y para todo bien, también”. Como si la única forma de festejar fuera el licor y para atenuar todas las penas lo fuera también la bebida inmoderada.
Pero desgraciadamente, en este mundo sólo existen dos cosas que son gratis, una de ellas es el sol y otra, el cariño de sus mamás. Todo lo demás tiene un costo en esta vida y “Traslado seguro” no es la excepción. ¿Quién pagará los costos de este programa? Los propietarios de bares y restaurantes dicen que ellos pero no les creo. Bueno fuera, pero se me hace muy gorda Antonia.
Las autoridades de Transporte y la Dirección de Tránsito ya les allanaron el camino, pero son tantos los conductores borrachos que solamente los familiares podrían hacerse cargo del programa pasando a recoger a sus borrachitos. Y eso ha sido siempre el gran problema porque: “De lo que hacen los hijos y el marido, las madres y esposas son las últimas que se enteran”.
Pero a nadie le importan las virtudes cardinales, las familias están aterradas porque a sus borrachitos les gustan mucho sus “chuperamigos” y cantar con ellos esa disertación filosófica-sociológica de la Jenni Rivera, que dice más o menos así: “Como ya no estás conmigo voy a celebrar tu olvido, voy a darle gusto al gusto y bailaré con mis amigos, y como les gusta el chupe me los echaré al torito. Esta noche me hecho a Pedro, seguiré con José Cuervo y si llega el Presidente pues también se va pa’dentro; si se descuida Don Julio me lo hecho con limoncito y también al Jimador le doy un empujoncito…”
Así las cosas, la única solución de fondo de este problema sería que se cultivara entre nuestra sociedad la virtud de la templanza, que es la virtud cardinal que recomienda moderación en la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. En un sentido más amplio, los académicos la definen como sinónimo de moderación, sobriedad y continencia. ¿Difícil, verdad? La gente no quiere molestarse en aprender ni en enseñar. Luego entonces, la única solución efectiva vienen a ser los retenes y ¡duro con ellos! La mayoría de la gente no entiende con palabras.

Voluntad política
contra el crimen

Generalmente las escaramuzas de balazos duran escasamente unos segundos, en casos peores tal vez no más de cuatro minutos y ya parece una eternidad. Por lo que más de una hora de refriega a tiro limpio debió haber sido espeluznante para los pacíficos habitantes del poblado de Ahumada, que el viernes vieron alterada su vida cotidiana por el despliegue de fuerzas combatientes del Gobierno mexicano contra los integrantes del Nuevo Cártel de Juárez, que dio como resultado dos personas muertas y la captura del líder de esa asociación delictiva, Jesús Salas Aguayo, alias El Chuyín, y varios de sus cómplices, con lo cual queda desmantelado uno de los más perniciosos grupos delincuenciales que tenían azolada toda esta región fronteriza, desde Práxedis G. Guerrero y tal vez desde Ojinaga, hasta buena parte del centro oriente del estado.
Con esta acción conjunta de los tres niveles de gobierno, en la que intervinieron con eficacia el Ejército Nacional y la Marina Armada de México, queda claro que el Gobierno federal en la administración de Enrique Peña Nieto, tiene una firme voluntad política de combatir frontalmente a todos los cárteles del narcotráfico que operan en el territorio nacional. Muy diferente a lo que acontecía durante el régimen de Felipe Calderón Hinojosa, cuando se apreciaba un embate selectivo limitado a ciertos grupos delictivos dejando fuera de esa fementida guerra contra el narcotráfico a uno de los carteles, dando la apariencia de que lo estaban apoyando, sabida cuenta de que “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Ahora, lo mismo caen delincuentes de una banda como de la otra y de todas, no existe una concesión para ninguno. Y esto es válido para los tres niveles de gobierno, nada que con estos están arreglados los municipales, los estatales, el ejército o los federales. Va contra todos parejo.
Causa cierta preocupación la existencia de datos que indican que algunos sectores del pueblo, esencialmente los más humildes y necesitados, exteriorizaron simpatía por “El Chuyín”, a quien consideran como una especie de Robin Hood, benefactor de los jodidos, a quienes prodigaba generosas propinas al grado de que algunos lugareños comentaban: “¿Y ahora quién controlará la plaza?” ¿Cómo que quién? ¡Pues el gobierno constitucional! Como siempre debió haber sido.
Esto es comprensible dado los niveles extremos de miseria que existen en las zonas donde operan estos delincuentes. Me da la impresión de que al fin las corporaciones del orden público han comprendido el pensamiento de José Martí que nos dice: “Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca; quien se sienta a su mesa; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el permiso de vivir”. ¿Qué pasa entonces en el Precos? ¿Cómo fregados? ¡No me expliquen! Así me quedo en mi ignorancia.

X