Opinion

#PolíticaDeSofá

Fernando Chacón Corral

2015-04-17

Si Emiliano Zapata y Porfirio Diaz vivieran en nuestra época, no dudo  que se harían de algún smartphone en el que seguramente tendrían Twitter o Facebook y asimismo, es muy probable que sus tuits y sus publicaciones en facebook llevarían un mensaje que sea acompañado por sus consignas a manera de hashtags: “#TierraYLibertad” y “#PazYProgreso” respectivamente.

De igual forma convocarían a través de un evento virtual, harían videos, sus seguidores compartirían memes denostando al otro y el debate, discusiones e insultos no se harían esperar al decantarse las posturas en alguna publicación subversiva de los revolucionarios zapatistas.

Recientemente tuve la oportunidad de asistir a la “Segunda Jornada Juvenil de la Participación Política de Jóvenes en México”, celebrada en la Cámara de Diputados, en la que políticos y académicos daban cuenta sobre el panorama electoral, el papel y los retos de la política actual.

Destaco el debate que surgió entre los dirigentes juveniles de los partidos PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza que se redujo a una interesante contienda entre el dirigente blanquiazul Everardo Padilla y el priísta Christoper James Bourousse. La esgrima verbal fue de buen nivel pero hay algo que dijo el líder de Red de Jóvenes por México que es menester poner en crisis.

Sentado desde un sofá blanco, como todos los demás panelistas, dijo: “Debemos de dejar de hacer política de sofá” y agregó “con los hashtags no se cambia nada”. Lo cual es un pensamiento válido viniendo de alguien que ha demostrado ser un líder y de alguien que ha impulsado una agenda política de jóvenes que pretenden materializar en la siguiente legislatura con diputados jóvenes y que hay que destacar que, según lo visto, el PRI era el único partido con propuestas concisas para los jóvenes. Una llamada de atención a los demás partidos en materia juvenil.

Lo que dijo Borousse es una idea muy recurrente en muchas personas y podemos encontrar su genealogía en la locución latina “Actas non verba”, es decir, “Actos y no palabras”.

No obstante, cabe recordar que las palabras son un acto en sí y que el lenguaje es performativo. Tiene el poder de transformar realidades.

Convocar gente, cambiar una opinión, persuadir. En fin, la fuerza de las palabras es la “conditio sine qua non” de la política. Y es tan político el candidato a una diputación dando un discurso en alguna colonia como una universitaria que se pronuncie en Facebook a favor de sus derechos sexuales.

La democracia no es solo votar y ya. El espectro político y democrático es tan amplio y plural que la burocracia no es la única forma de hacer política. El que diga que no es político cuando aplaude o crítica al poder, desde donde sea, tiene que tener en cuenta que la política es incidir en los asuntos públicos del Estado en sentido amplísimo.

El filósofo Jean Paul Sartre rechazó en 1964 el premio nobel de literatura bajo el argumento “ni la cultura ni la paz son algo que se deba institucionalizar”. De la misma manera, la democracia no es solo la institución en donde sufragamos.

Entendamos también que la política de sofá en redes sociales tiene una incidencia política importante y el chiste y la sátira política son la forma en la que un país se desahoga y, además, son por antonomasia una forma de tocar al poder y castigarle de alguna forma. No hay que estigmatizar las distintas formas de hacer política. Expandamos nuestras posibilidades.

El ejercicio de debate que aprecié entre los dirigentes juveniles nacionales, es una manifestación de pluralidad democrática por el contraste de ideologías. Pero a lo mucho lo vimos 300 personas. Ese tipo de debates se ven diario en estas épocas electorales en comentarios de Facebook y lo ven millones, y es aún más plural demostrando que la política de sofá es una nueva forma en la cual los ciudadanos se expresan políticamente.

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