Jesús Antonio Camarillo
2015-04-17Era una buena alternativa. El programa “Seguro hasta tu casa” que buscaba implementar la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (CANIRAC) con el objetivo de trasladar de manera gratuita hasta sus viviendas a los clientes que después de haber ingerido bebidas embriagantes no estuvieran en posibilidad de conducir sus propios vehículos, se antojaba como una medida viable que podría contribuir a la reducción de accidentes derivados de la ingesta de la drogas legales.
En un vaivén casi esquizofrénico, los más recientes encabezados de la prensa de los últimos días, daban cuenta de las tensiones entre la Dirección de Transporte, los transportistas “organizados” y la industria de los bares y cantinas. Por un lado, la Dirección de Transporte Público, a través del encargado de la oficina en Juárez, Jesús Manuel García Reyes, actuando de una manera lastimosa. Que sí, que no, que quién sabe. El síndrome del entrañable personaje de la chimoltrufia se apoderaba de estos funcionarios, que así como decían una cosa, al día siguiente decían otra. Primero afirmaban que los bares necesitaban permiso para el traslado de los ebrios, y veinticuatro horas después, tras reuniones con los cantineros, decían que no se violentaba la ley.
En otra de las esquinas, los concesionarios del transporte público ponían el grito en el cielo, amagando hasta con soltar por las calles a una plaga de taxis piratas, auténticos zombies motorizados, ante lo que ellos veían como una “competencia desleal”. Vaya cosa. De buenas a primeras a los transportistas les salió la vena del escrúpulo legal y el sentimiento de equidad, que según los clásicos, todos llevamos dentro. “¿Por qué a unos sí y a otros no?”, llegó a espetar el líder de la CTM y diputado local, Jesús José Díaz Monárrez, en defensa de sus agremiados.
En esa esquina los transportistas inmediatamente trataban de mostrar su músculo. Y por lo que se ve, vaya que lo tienen. Sólo así se entiende que este podercillo fáctico siga teniendo la sartén por el mango en el escenario de la movilidad urbana, pese a brindar uno de los peores servicios de transporte del mundo. Tanto con sus camiones como con sus taxis y demás armatostes.
Y es que el transporte de Ciudad Juárez es indigno, maloliente y chatarrero. Y además muy caro. Ahora que los funcionarios municipales, estatales y federales tanto insisten en que todo mundo hable bien de Ciudad Juárez, bastaría echar un vistazo a su transporte público para que pasemos del más alto optimismo hasta la más acendrada depresión. Así, esa nueva cara de Juárez, que tanto se busca, se antoja un dulce sueño si antes las autoridades no son capaces de poner en su lugar a los transportistas.
Lo anterior viene a colación porque fueron las presiones de los concesionarios las que impidieron, con argumentos falaces, la puesta en marcha de un plan, que más allá de sus especificidades, tenía una loable intención: contribuir a la seguridad de todos los ciudadanos. Y especialmente de las eventuales víctimas de los borrachos. Víctimas que ajenas a las tensiones entre unos y otros grupos, llegan a tener una de las peores experiencias de su vida al toparse en el camino de los briagos conductores.
Mi opinión es que los restauranteros y cantineros no debieron doblegarse ante el podercillo fáctico de los transportistas. No se violenta la ley con un programa como el de los traslados seguros. Además, estas tensiones suelen representar momentos idóneos para que el empresariado juarense muestre qué tan comprometido se encuentra con la ciudadanía. Recular, debió ser la última de las opciones.
EVENTO INTERNACIONAL.- En pocos días, Ciudad Juárez será sede de un evento académico internacional. Se trata de Segunda Jornada de la X Conferencia Latinoamericana de Crítica Jurídica: “Justicia para el caso Ayotzinapa”. Se llevará a cabo en Ciudad Universitaria (UACJ), del 27 al 29 de abril del año en curso. Habrá conferencias, presentaciones de libros y mesas de discusión. La entrada es gratuita.