Opinion

Desmotivando el voto

José Ignacio Gallardo / Analista

2015-04-14

Las campañas iniciaron y con ellas se vuelven a generar las esperanzas de muchos ciudadanos responsables y comprometidos en construir un mejor país, con mejor calidad de vida para todos los mexicanos. Pero también muchos otros ciudadanos se volverán a replantear ese cuestionamiento que surge cada que hay elecciones, respecto de los beneficios que se derivan de los procesos electorales.

Para muchos habitantes de esta nación las elecciones son el único camino organizado y pacífico para cambiar la situación que se vive en este país.

De igual modo, una preocupante mayoría considera innecesarios, desgastantes, inútiles y sumamente costosos estos procesos. El reto de la clase política y de la autoridad electoral en los próximos comicios debería ser el tratar de llevar a la mayor cantidad de votantes el domingo 7 de junio a las urnas. En última instancia, ese es el principal propósito al convocar a votar y el objetivo fundamental de los convocantes sería que todos participaran y que la mayoría expresara su opinión y fuera tomada en cuenta en las decisiones del país. Sin embargo, en los hechos parece ser todo lo contrario. ya que parece como si se deseara poca participación por parte del electorado.

Por principio de cuentas, el actuar de la clase política no ayuda mucho en estos momentos para invitar a los ciudadanos a salir a votar. En México ningún partido se salva de señalamientos de corrupción, de prácticas de nepotismo y de otras graves acusaciones. El enriquecimiento ilícito y las relaciones con organizaciones del crimen organizado han sido temas en donde ningún partido ha salido bien librado, al contrario, casi todos salen bastante salpicados.

A los políticos mexicanos les sigue costando mucho desprenderse de la etiqueta de corruptos y cómplices de la delincuencia. Esto evidentemente afecta el ánimo del elector a la hora de acudir a votar.  Se vuelve mucho más difícil motivar al ciudadano y alentarlo para que vote cuando el comportamiento de la clase política deja mucho que desear. Por eso el reto se vuelve más complicado cada que se conoce la manera equivocada en que se conduce un gran número de políticos y funcionarios en este país, como el reciente caso de David Korenfeld, ex director de la Conagua. Por otro lado, la autoridad electoral no está poniendo mucho de su parte, ya que la certeza es uno de los principios fundamentales que se deben de respetar en el seno del Instituto Nacional Electoral. La certeza, junto con la imparcialidad, la independencia, la legalidad y la objetividad son los principios rectores del nuevo INE. Y este nuevo esquema electoral sin duda que despierta la incertidumbre en muchos actores políticos, en medios de comunicación y en la propia ciudadanía.

Existen actualmente muchas lagunas respecto de la veda electoral y de las limitaciones a los servidores públicos. Muchos coordinadores de campaña, asesores e incluso candidatos suplentes prefirieron renunciar como funcionarios para no dejar abierta la posibilidad de impugnación por parte de otros partidos, esto ante un ambiguo marco electoral. Algunas interpretaciones a esta nueva legislación electoral rayan en excesos que pudieran paralizar ciertas áreas del aparato gubernamental. Por eso es necesario que cuanto antes se explique, si es necesario con peras y manzanas, lo que se puede hacer y lo que no por parte de funcionarios, candidatos y medios de comunicación. La claridad ante todo, pero sobre todo antes de que termine este proceso.

Reglas bastante claras antes de la jornada electoral para que luego no haya quien se sienta defraudado. Por otro lado la cantidad insultantemente excesiva de spots ya comenzó a fastidiar a los electores y va a terminar por hartarlos al final de estos dos meses. El propósito de dar a conocer las propuestas y a los candidatos y de invitar a ejercer el voto por medios de los spots, pudiera no llegar a cumplirse debido a la saturación desmedida de los promocionales políticos que, por cierto, muchos de ellos tienen un contenido bastante grosero. 

Algunos malpensados creen que precisamente todo esto que pasa es para desmotivar el voto de los mexicanos, para que haya poca participación y que finalmente gane el voto duro de los partidos políticos. Ojalá y no sea ese el caso porque estas elecciones costaran más de 20 mil millones de pesos y sería un desperdicio de recursos y de tiempo que la gente no acudiera a sufragar. Todo puede pasar en estos dos largos meses, pero se espera que sea lo mejor.

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