Javier Cuéllar
Analista político
El riesgo mortal que representa para la ciudadanía la proliferación de conductores ebrios es un tópico de interés público en cuya solución todos los factores de nuestra sociedad deben intervenir para aportar soluciones y no para ser parte del problema. Esta consideración viene muy al propósito a las declaraciones y actitud del señor Jesús Manuel García Reyes, director de transporte de nuestra frontera cuando enfatizó la obligación de que todos los choferes y vehículos que trasladen a parroquianos ebrios a sus casas para evitarles conducir beodos necesitan un permiso de dicha dependencia con lo cual, de entrada, interpone trabas burocráticas que también de seguro van a costar una buena cantidad de dinero (aparte de las jugosas mordidas) para implementar una medida de alto beneficio social.
Como ha trascendido a la opinión pública, la implementación de numerosos retenes anti ebrios por la Dirección de Tránsito ha provocado que la clientela de muchos bares y restaurantes disminuya significativamente, porque la gente tiene miedo de festejar en cualquier antro ya que la meten al bote a su regreso y en consecuencia, la clientela de esas empresas ha disminuido en un 30 % y 20 o más dueños de estos lugares de esparcimiento se pusieron de acuerdo para proporcionar a sus clientes un servicio de conductor emergente gratuito, para que llevarlos a sus hogares después de consumir tres o más cervezas. Con esto se realiza un esfuerzo para conjurar el peligro de los conductores ebrios y también el de prisión y fuertes multas para los choferes alcoholizados.
Nada mal para ser una iniciativa ciudadana, pero no contaban con Jesús Manuel García Reyes, que de todo quiere sacar tajada importándole muy poco el bienestar de nuestra comunidad. La solución del conductor emergente designado se da porque precisamente el servicio de taxis en nuestra ciudad se encuentra desbocado y se oferta a precios de conductor de limosina de Nueva York, y quién sabe si más caro. Además, muchos taxistas no son precisamente angelitos y han desvalijado a no pocos de sus clientes.
Jesús Manuel García Reyes es incapaz de poner orden en el servicio público de transporte y especialmente entre los taxistas, pero ahora ve en el servicio de chofer emergente gratuito una competencia efectiva contra sus cómplices taxistas que más que amigos son enemigos y cuyos servicios se verán menguados por este servicio social que prestarán los dueños de bares asociados, preservando así la integridad física y económica de sus clientes y protegiendo a la ciudadanía de accidentes.
Bien pudiéramos preguntarle a Jesús Manuel García Reyes ¿cuánto le dan los taxistas, sus amigos y enemigos de la ciudadanía, por esa protección amafiada que usted les proporciona? ¿Por qué no regula a precios razonables y hasta especiales el servicio de taxi enemigo? ¿Por qué no obliga a los taxistas a usar taxímetros? ¿Cuánto va a ser la mochada por cada permiso de conductor emergente gratuito designado? Creo que cuando se trata de evitar la circulación de conductores ebrios por nuestras vialidades los esfuerzos que se están esbozando son plausibles para que los intereses personales de un individuo y padrino de la mafia de taxistas enemigos los eche por tierra. No se requiere permiso para llevar a su casa a un conductor ebrio, ese es un acto de alto beneficio social que el director de Transporte Público no puede entender porque él sólo entiende de billetes.
El consumo en bares y restaurantes apoya miles de fuentes de trabajo para la comunidad, miles de familias se han visto afectadas por la inhibición de este consumo en épocas recientes debido a la implementación de los retenes anti ebrios de Tránsito. Debemos encontrar una salida a ese problema lejos de la quimérica abstinencia de la gente y el programa de conductor designado emergente gratuito es una respuesta responsable y seria de parte del sector de los restauranteros y propietarios de tugurios pero, como siempre, sale con su domingo siete un director de Transporte que quiere apoyar a los taxistas enemigos dando su respaldo a un absurdo programa de taxi amigo-enemigo que, por su voracidad, es en realidad una amenaza a la comunidad y un gremio aborrecido por los juarenses. ¿Cuál taxi amigo? Son puros bandidos del servicio con las tarifas más altas del mundo, muy similares al robo. ¿Qué otra cosa podríamos esperar de un voraz como Jesús Manuel García Reyes? Por eso los taxistas hacen lo que quieren.