Opinion

Conciencias morales

Sergio Sarmiento

2015-04-13

“Cuando Dios estaba todavía en la escuela, en el patio de juegos del cielo, pensó crear el mundo junto con su compañero, el talentoso Diablito”.

Günter Grass

Distrito Federal- Hubo un momento en que se consideró a Günter Grass como la “conciencia moral” de Alemania o, para usar la frase de Fritz Stern, “una autonombrada y valiente conciencia de la nación”. La razón primera fue El tambor de hojalata, su novela de 1959 cuyo protagonista, el niño Oskar Matzerath, protestaba negándose a crecer y gritando con un tono de voz tan alto que rompía los vidrios de las ventanas. La ideología de izquierda de Grass también era importante en un país en el que, como en tantos otros, esta tendencia es la única políticamente correcta.

Hay en la población alemana un sentido de responsabilidad colectiva por los crímenes del nazismo. El propio Grass señaló: “Pertenecí a la generación que creció bajo el nacionalsocialismo, y que fue cegada y desviada… que permitió que se le desviara”. Quizá por ese reconocimiento, sus críticas al nazismo y a la sociedad alemana de su juventud fueron tan poderosas.

Los mismos que adulaban a Grass, sin embargo, se volvieron críticos después de que éste reveló en 2006 que había participado en la Waffen-SS del régimen nazi en 1944 cuando tenía 17 años de edad. Lech Walesa pidió a Grass que renunciara a la ciudadanía honoraria que le había concedido la ciudad polaca de Gdansk, curiosamente la propia Danzig en que nació Grass cuando ésta era parte de Alemania. Muchos grupos y personalidades se unieron al repudio al autor.

Sobre su participación en la fuerza de combate de élite de la Alemania nazi, Grass declaró: “A veces me doy cuenta de que me juzgo a mí mismo como ese niño de 13 años [Matzerath] que, por supuesto, apunta con razón que es sólo un niño. … Fui reclutado, por la Waffen-SS y no precisamente me presenté como voluntario, que era igualmente idiota. Yo quería estar en los submarinos y terminé en la Waffen-SS.”

Ayer falleció Grass a los 87 años, en un día fúnebre para las letras ya que también murió Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina (1971) a los 74 años de edad. Al igual que Grass, el uruguayo fue considerado durante mucho tiempo como la conciencia moral y social de Latinoamérica. En 2009, en la V Cumbre de las Américas, el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez entregó una copia al mandatario estadounidense Barack Obama. El regalo sirvió para impulsar las ventas de la obra, pero el propio Galeano dijo: “Ni Obama ni Chávez entenderían el texto”. Quizá Chávez le entregó la obra “a Obama con la mejor intención del mundo, pero le regaló a Obama un libro en un idioma que él no conoce. Entonces, fue un gesto generoso, pero un poco cruel”.

El propio Galeano se mostró con el tiempo escéptico ante su obra. “Yo no sería capaz de leer el libro de nuevo –dijo en 2014–. Para mí esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima… Yo no tenía la formación necesaria. No estoy arrepentido de haberlo escrito, pero fue una etapa que, para mí, está superada”. La declaración fue considerada por algunos como una traición a la causa.

Estos dos escritores tan diferentes fueron convertidos en ejemplos de conciencia moral por grupos que buscaban respuestas fáciles a temas complejos. Ni el uno ni el otro abandonaron nunca las filas de la izquierda, pero quizá de viejos se volvieron más reacios a las fórmulas y a los dogmas.

El tambor de hojalata y Las venas abiertas de América Latina son obras de culto, pero por lo mismo deben verse con cierta distancia. Este alejamiento lo asumieron los propios autores ante los papeles míticos con que se les invistió en las décadas de 1960 y 1970. Qué extraño que estos dos interesantes seres humanos y escritores hayan encontrado la muerte el mismo día, el 13 de abril de 2015.

 

No son mías

El secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, negó el domingo en la tarde que las casas que le atribuye la revista Proceso sean de su propiedad. Dice el hidalguense que le señaló al semanario este desmentido antes de la publicación del artículo.

 

Twitter: @SergioSarmiento

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