Opinion

Niños, nuestra esperanza

Adela S. González
Periodista

2015-04-13

El próximo 30 de abril, como todos sabemos es Día del Niño y se enmarca en un mes de festejo y  recordatorio de todo lo que se debiera hacer para encausarlos al futuro. Es fiesta para los pequeños y reflexión para los adultos; rubrica actividades para celebrarlos incluida la enumeración de sus derechos y la concientización sobre las circunstancias que los rodean en el hogar, la escuela, espacios sociales, normatividad que los protege y demás logros obtenidos durante un debate que parte del 24 de septiembre de 1924, en que se proclamó la primera Declaración de Derechos del Niño, seguida de otras como la Cumbre mundial a favor de la infancia en 1990 y tratados internacionales que en  la práctica han mejorado la condición de desamparados e inermes frente a las potestades adultas.
A nivel mundial persisten la explotación y maltrato infantil así como la negación de derechos intrínsecos como la alimentación, la salud y la educación. A nivel nacional sucede lo mismo; existen zonas de pauperización, rurales y urbanas, acentuadas en las poblaciones indígenas donde usos y costumbres los alejan de una infancia feliz. En nuestro país la  legislación vigente les prevé un desarrollo pleno y armónico. Teóricamente, los niños están seguros y son merecedores del respeto de la sociedad entera. Pero, no es igual para todos pues millones viven el desamparo, agravios, abusos físicos, maltrato, discriminación, explotación laboral, abandono y crueldad hasta de sus propios padres que seguido obligan a retirarles la custodia.
El modo en que se vive la actualidad y circunstancias pertenecientes al mundo “de los mayores” pero que impactan la vulnerabilidad infantil, hace que los pequeños conozcan prácticas adultas que los hacen madurar  precozmente. No es raro escuchar de niños sicarios o narcotraficantes, niños golpeadores o asaltantes, adictos y avezados en un aprendizaje forzoso para el que no están listos y, pese a todo, asimilan.
Estaremos de acuerdo en que el futuro está en ellos y atenderlos  en las diversas etapas del crecimiento es primordial para un país como éste en el que de acuerdo al último censo (2012),  menores y adolescentes forman el 29% de la población total. Entre esos pequeños de 0 a catorce años están los profesionistas requeridos para avanzar al desarrollo, futuros padres, futuros maestros, futuros políticos y gobernantes…
La protección a la infancia ha tenido (tiene) sin embargo un costo para los adultos que al contrario de actitudes pasadas ahora enfrentan el relajamiento infantil. Tanto en casa como en la escuela los niños mandan, digamos se está  en el extremo opuesto de aquella educación autoritaria que empezaba en el hogar dominada con la mirada de la madre y severidad  del padre, y en la escuela, maestros que enseñaban y orientaban y no pocas veces imponían castigos rigurosos. La figura magisterial también ha pasado por cambios importantes que recaen en las conductas actuales de menores y adolescentes a quienes es ridículo atemorizar con la mujer araña que por desobediente fue a dar al circo, o golpes y prácticas disciplinarias del pasado.
Falta mucho por hacer, por legislar, por cumplirles con una educación cabal, que los ponga en un nivel elevado y les abra puertas al futuro, pero también falta tender un puente que vincule los derechos obtenidos con principios esenciales en su formación como son el respeto y la solidaridad con todo lo que les rodea. Educar como propone el programa Educación en Valores A.C. (PEV) merece mayor apoyo y práctica.
En el contexto festivo del mes de abril, El Diario nuevamente toma la iniciativa y junto con el museo La Rodadora y otras instituciones, emprende una campaña de fomento a la lectura en niños y adolescentes. Leer despierta la imaginación y lleva a la realidad y la fantasía, pero también apuntala la enseñanza. Bienvenida la campaña, y a propósito, Catherine Applegate, escritora norteamericana es autora de un libro recomendado por The New York Times y expertos literarios por su alto contenido humanístico, pues se exponen valores que frecuentemente olvidamos: “Iván, el único e incomparable”, no es el clásico cuento de “… había una vez…”, relata una historia actual de amor, solidaridad y unión entre animales en exhibición…  Encantará a todos.

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