Opinion

Excluir no es la solución pero…

Edna Lorena Fuerte

2015-04-13

En la VII Cumbre de las Américas celebrada hace unos días en Panamá y donde la foto entre Raúl Castro y Barack Obama, solo separados por un jarrón con flores blancas, dio la vuelta al mundo, el Presidente Peña Nieto convocó a los participantes a seguir fomentando el diálogo y destacó que la exclusión no es la solución para un crecimiento económico duradero. En este evento de encuentros históricos donde equidad y justicia fueron el tema central, EPN subrayó que las reformas estructurales que ha emprendido su gobierno están en favor de la inclusión y que el libre comercio en México tiene un amplio sentido social. Me pregunto y quizá Usted igual, sí estas frases elaboradas y cuidadas tienen sentido práctico para quienes en la cotidianidad afrontamos más que buenos Dichos, más bien Hechos alejados de lo que el presidente ve en nuestro país. Y es que para poder argumentar conceptos como inclusión debe considerarse en el mismo plano que lo social y lo económico, el peso de la libertad política en que se incluye la trasparencia de gastos, acciones, remuneraciones, el acceso a la información y el que la impunidad no sea el bocado predilecto de la llamada clase política. Quizá por eso, y con un dejo de: “te felicito por las reformas energéticas, pero…” Barack Obama delineó lo que a Peña Nieto aún le cuesta observar, esto es, el descarado despliegue de corrupción en todas las esferas del gobierno federal y de muchos gobiernos estatales. Acaso por ello PAN y PRI, cada uno con las cruces de los actos que han hecho y han avalado, nos invaden con spots electorales en donde critican la corrupción que unos y otros han tenido con tal desvergüenza que causa pena ajena. Mientras tanto, en la Cámara de Senadores el tan ido y traído Sistema Nacional Anticorrupción sigue el sueño de los justos o digamos de los mismos de siempre. Es, pues, la demagogia representada en un triángulo escaleno, donde las libertades políticas están en el lado más corto; las económicas en el más largo y en ascenso; y las libertades sociales, amplias como amplio es el marco jurídico, abajo, en el suelo.

¿Qué puedo hacer yo se pregunta un joven músico que por su talento es reconocido en los escenarios más importantes del mundo? Y así como él, creo que en las mesas de muchas casas, en espacios de recreo, en algún festejo, en la escuela, en el trabajo, muchos y muchas nos preguntamos lo mismo. Amigas y Amigos, la política es algo serio porque de ella depende el futuro de millones de personas, su libertad, las libertades de progreso, la educación de los que vienen, su alimentación, la paz..., no podemos quedarnos entonces en la trivialización, no puede haber solo un espacio para la chunga. Y es que cada perfidia política engendra una perfidia social, la violencia de lo alto legitima la violencia de abajo, y eso, hoy, hay que tenerlo muy claro para no caer más en el juego perverso de quejarnos de todo, salvar nuestra frustración y quedar en lo mismo. Cada quien en lo suyo hasta que nuestra propia seguridad nos dé la confianza para conjuntar esfuerzos pero conscientes de que vamos en esa ruta, esa que en el discurso oficial se menciona pero que en la realidad no se aplica: la inclusión.

REGRESANDO. Tras unas semanas de ausencia y agradeciendo a esta casa Editora la atención por darme la oportunidad de seguir con este espacio, les agradezco también a Ustedes amigas y amigos lectores el que volvamos a encontrarnos cada semana. Por supuesto, que recibiré sus comentarios con agrado: @ednalorefuerte.

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