Opinion

América en Panamá

José Rubinstein / Analista

2015-04-10

Distrito Federal- Ya imagino las fotografías que dentro de un rato se imprimirán de Barack Obama estrechando la mano de Raúl Castro en su encuentro en Panamá, con motivo de la VII Cumbre de las Américas, sin duda la que más expectativas ha despertado a partir de que Bill Clinton convocara a la primera de estas reuniones en 1994, en Miami, en reacción a la Cumbre Iberoamericana celebrada en 1991 en Guadalajara, en la cual Cuba fue incluida y no Estados Unidos. Desde 1956, en que los presidentes Eisenhower de EU y Fulgencio Batista de Cuba participaron en otra cumbre, casualmente también en Panamá, ambos países no habían vuelto a compartir espacio en foros similares.

En la parte final de su mandato, Obama, lejos de actuar como lame duck —pato cojo —, le da un rotundo viraje a la política exterior estadunidense, anunciando, en diciembre pasado, su intención de reanudar plenas relaciones diplomáticas con Cuba —y qué decir de pactar con Irán— reconociendo públicamente el fracaso de la política de EU hacia la isla caribeña. Nuevamente, la historia nos muestra que las supuestas insalvables discrepancias entre países provienen fundamentalmente de diferencias subjetivas entre sus gobernantes en turno. Moraleja: No se deben tomar tan en serio los enardecedores discursos políticos que exaltan el patriotismo de los pueblos y los contraponen a acérrimos enemigos, que mañana serán queridos amigos.

Cuba acude a Panamá “con la frente en alto” reclamando ser retirado de la lista de países patrocinadores del terrorismo, situación compartida con Irán, Sudán y Siria. Lista negra implantada en 1979, manejada por el Departamento de Estado estadunidense y en la cual Cuba fue incluida a partir de 1982 por apoyar  insurgencias marxistas.

El conveniente acercamiento para Cuba con Estados Unidos transita en paralelo con la vulnerabilidad económica de Venezuela. La habilidad de Castro II consistirá en mostrarse solidario con la causa de su entrañable Venezuela, sin ofender al virtual bienhechor yankee. Obviamente la disidencia cubana buscará aprovechar la Cumbre para manifestar la injusticia y abusos en un régimen que abiertamente ignora —610 detenciones sólo en marzo por motivos políticos— los derechos humanos.

Acude Nicolás Maduro por primera vez como jefe de Estado a una Cumbre de las Américas, esta vez, convertida en escrutadora de la crisis socioeconómica y política de Venezuela. Cierto, los gobiernos caribeños, en su mayoría, favorecidos durante 15 años con gasolina barata proveniente de Venezuela, tenderán a apoyar la causa de Maduro. Pero también es cierto que las actuales circunstancias obligan a Venezuela a cerrar la llave del subvencionado combustible, en lo que Estados Unidos parece dispuesto a ofrecer alternativas energéticas.

Maduro se defenderá atacando, mostrando diez millones de firmas contra el decreto del presidente Obama. Sobran maneras de coaccionar firmas, incluso no sería difícil obtener las suficientes, solicitando la renuncia presidencial.

El decreto de Obama —innecesariamente— cumple con un texto proforma que declara a Venezuela como amenaza a la seguridad estadunidense. En concreto, dicho decreto congela bienes que poseen en Estados Unidos siete funcionarios venezolanos acusados de violar derechos humanos. Comparto la muy ingeniosa posición al respecto de Andrés Oppenheimer: Cuando notoriamente Maduro entregue el pliego de firmas a Obama, éste en vez de aceptar sonriente y dócil el documento, podría corresponder entregando a Maduro una copia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La alarmante realidad venezolana ha congregado a 20 expresidentes iberoamericanos, incluyendo a Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes difundieron un comunicado conjunto denunciando la alteración democrática en Venezuela. En la denominada Declaración de Panamá, los firmantes solicitan a los 35 jefes de Estado reunidos en la Cumbre, buscar una solución a la crisis: “Que se respeten los principios constitucionales y las normas internacionales”. Asimismo, el grupo abogará por la liberación de presos políticos y restitución de la autonomía de poderes en Venezuela.

Representantes de organizaciones no gubernamentales venezolanas acuden a Panamá para difundir la situación al respecto en su país. “Comitiva de la CIA en la Cumbre”, los llama Maduro. Igualmente 28 organizaciones de derechos humanos del continente se harán oír en Panamá. También Lilian Tintori y Mitzy Capriles, combativas esposas de Leopoldo López y el alcalde de  Caracas, Antonio Ledezma, estarán presentes reclamando la liberación de sus cónyuges.

Momento de definición, América en Panamá.

 

jrubi80@hotmail.com

 

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