Opinion

Extorsión electoral

Sergio Sarmiento

2015-04-09

“La democracia no consiste en votar sino en contar los votos”.

Tom Stoppard

 

Distrito Federal- Me cuentan la historia y no tengo forma de corroborarla, pero viene de una familia que goza de total credibilidad.

En el municipio de Naucalpan, estado de México, una mujer es seleccionada para ser presidenta de casilla. En un principio declina la invitación, pero después decide aceptarla.

Un tiempo después llegan a su casa dos hombres, vestidos de traje, que se identifican como funcionarios del Instituto Nacional Electoral. La felicitan por el nombramiento y le dicen que le darán 500 mil pesos si sigue las instrucciones que se le den para el manejo de la casilla. Le advierten además que, por supuesto, saben dónde vive y le dan los nombres de sus hijos, las escuelas a la que van y todos los detalles de su familia.

La mujer consulta con su esposo y no sabe qué hacer. Un amigo me comenta la historia y me pide mi opinión. Yo respondo que hay que presentar una denuncia ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, la Fepade. Pero para mí es muy fácil decirlo. No soy el involucrado. Ni mi familia es la amenazada.

Es la primera vez que escucho de una extorsión de esta naturaleza. Son comunes las historias de compra de votos. Pero nunca había sabido de alguien buscara comprar o amenazar a una presidenta de casilla. Tampoco me queda claro qué tanto puede cambiar el resultado un presidente de casilla. Las decisiones se toman por mayoría de votos entre todos los funcionarios ciudadanos y el proceso es vigilado por representantes de los partidos políticos.

Me preocupa más enterarme que esta amenaza tiene lugar en un municipio urbano y supuestamente sometido al estado de derecho como Naucalpan. Si estas maniobras empiezan a registrarse en un lugar como éste, lo más probable es que la práctica se multiplique en comunidades rurales o en entidades donde el estado de derecho es endeble o inexistente.

El voto tiene un valor económico. Por eso vemos que se cotiza a precios crecientes en un mercado negro que quizá disminuyó al inicio de la democracia pero que en los últimos tiempos se ha fortalecido. El valor inmediato radica, por supuesto, en el dinero del erario que reciben los partidos cuando logran el registro o participan por primera vez en una elección. Los partidos se reparten una bolsa de 5,356 millones de pesos este año para actividades ordinarias, gastos de campaña, actividades específicas y franquicias postales y telegráficas. Tan solo el registro de un partido nuevo que obtenga el 3 por ciento de los votos vale más de 100 millones de pesos en dinero público.

A esto hay que añadir los recursos que pueden obtenerse de los cargos de elección popular. Hoy nos damos cuenta de que una humilde presidencia municipal puede valer mucho por el control sobre los pagos de servicios, los permisos de construcción y la policía que puede permitir o no actividades del crimen organizado. Una curul de diputado tiene también mucho valor ya que influye sobre la aprobación o rechazo de leyes que representan costos o subsidios multimillonarios para empresas o grupos de poder.

No deja de asombrarme que alguien pueda ofrecer 500 mil pesos para controlar una casilla o que vaya al extremo de amenazar a una familia si no acepta la oferta. Pero quizá ése es un procedimiento más eficaz que ofrecer cantidades pequeñas multiplicadas por cientos de votos individuales.

Si este caso de Naucalpan es cierto demostraría que, independientemente de las reglas que nos han dejado las muchas reformas electorales desde 1977, en México seguimos enfrentando enormes obstáculos para construir un sistema electoral libre y justo. Las restricciones y prohibiciones con las que los políticos han llenado el sistema no garantizan la limpieza de las elecciones.

 

La renuncia

David Korenfeld renunció ayer a la dirección general de Conagua. Realmente su posición era ya insostenible. La pregunta es si la lección permeará en la clase política del país. Quizá la moraleja viaja en helicóptero.

 

Twitter: @SergioSarmiento

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