Opinion

Ciudad Juárez y el Papa Francisco

Samuel F. Velarde
Analista

2015-03-16

El Papa Francisco se desiste de venir a Ciudad Juárez entrando por El Paso, Texas. Creo hubiera sido un acto demasiado simbólico, pues este punto fronterizo significa el encuentro y desencuentro de dos países cercanos pero con grandes diferencias, además por ser un lugar que representa la migración de los pobres, buscando la riqueza del “sueño americano”. A muy su estilo de argentino desparpajado, según la entrevista que publica El Diario de Juárez, dijo que si entraba por la frontera mexicana “se iba a armar un poco de barullo”.
Lo simbólico también de la posible entrada del Papa por esta frontera, sería también un recordatorio a los países implicados en el problema migratorio, a que deben resolver, cada uno, las causas estructurales por las cuales se expulsa a las personas a buscar mejores oportunidades y al país receptor, respetar los derechos humanos de los miles de migrantes.
El Papa Francisco se ha caracterizado desde su llegada al papado por darle a la Iglesia católica un papel más comprometido con las causas de los más desvalidos, incluso para muchos expertos en religiones, se ha acercado en su discurso a la teología de la liberación, por cuestionar a los aparatos de poder y promover un evangelio para los pobres, sin pasar por alto la crítica a las jerarquías burocráticas y conservadoras del catolicismo, tanto religiosas como laicas. El Papa se ha destacado por ser polémico y certero en muchas de sus observaciones acerca del ámbito social.
Con su comentario acerca del peligro de la mexicanización de Argentina, tocó los hilos sensibles de la diplomacia, pues inmediatamente los funcionarios de la Cancillería mexicana pusieron el grito en el cielo “sintiéndose ofendidos” por tal declaración. Aunque los que conocemos la problemática mexicana sabemos que su afirmación fue realista y sin tapujos a la medida del ambiente que vive nuestro país. Así que sumado a lo anterior, su venida a México cruzando la compleja frontera El Paso-Juárez, hubiera sido como un dardo lanzado al centro del corazón del sistema político mexicano. Muy deteriorado por cierto.
La visita del Papa a Juárez provocaría una serie de sentimientos encontrados: una ciudad sumida por muchos años en la violencia y la frivolidad, un lugar donde los pobres del país encuentran cierto refugio y subsistencia laboral, punto de encuentro y desencuentro con el país más poderoso del mundo, ciudad maltratada por las decisiones de los burócratas que la han gobernado mal. Una serie de situaciones que perfilaban a esa supuesta visita de ser un acontecimiento realmente muy ruidoso de mucho “barullo”. Es obvio que los colmilludos diplomáticos del Vaticano le aconsejaron de los grandes inconvenientes a los que se enfrentaría con las autoridades de un país como México.
Curiosamente, nuestra ciudad vuelve a estar en las noticias internacionales, esta vez agraciada por lo que pudiera ser la visita de un Pontífice crítico, que al menos espiritualmente, fuera un rayo de esperanza para miles de católicos juarenses y de otras denominaciones religiosas con amplio criterio de tolerancia. Y no por el hecho de la visita papal en sí, sino por lo que representa Francisco, un Papa comprometido con la realidad terrenal y crítico de las injusticias sociales, Juárez seguramente inspiraría en este sentido al Papa.
En la entrevista vuelve a pisar callos con su afirmación: “Yo pienso que a México el diablo lo castiga con mucha bronca”, por supuesto esta declaración lleva dedicatoria a las distintas problemáticas por las cuales atraviesa el país, violencia, impunidad, antidemocracia, cerrazón política y pobreza. Claro que usando las palabas del Papa, desde hace tiempo el diablo está suelto en este México nuestro.

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