Fernando Chacón Corral
Analista
Yentonces, el profesor preguntó uno por uno a sus alumnos: ¿Por qué estudias? Para lo que la respuesta común fue: “para ganar dinero y que me vaya bien”. En ningún momento escuché que alguien dijera que estudiaba para obtener conocimiento, para pensar por sí mismo y dejar que sean otros los que piensen por uno. Para tener criterio propio y después retribuirle a la sociedad con ese conocimiento algo positivo. ¿Qué? ¡Claro! Con ello el dinero vendrá a nosotros después por añadidura.
Pero no. Sólo escuché individualismo, egoísmo. Conseguir dinero para mí. Yo y el súper yo. Independencia económica. Y eso, ¿en qué se traduce a largo plazo? En no trabajar en equipo, en fregarte a los demás por dinero. En cangrejismo existencial. En ser políticos sin escrúpulos. Total, estos valores individualistas son el aceite que hace girar el engranaje de nuestro sistema político, económico y social mexicano. Ese aceite que luego deviene en corrupción.
Por eso la Selección Mexicana de futbol no llega al 5to partido. Por eso tenemos a personas en puestos públicos que no ven sino por sus intereses egoístamente personales, por esa línea política a veces tan horripilante que va en menoscabo de todo. Una ciudad, un estado, una nación. Por eso no tenemos a un Steve Jobs, un Bill Gates o un Luis Pasteur. Por eso no tenemos gente que nos inspire.
Porque basamos nuestras vidas en telenovelas y películas, en estereotipos con complejo de inferioridad. “La criada se casa con el rico” en vez de “la criada logra salir de la pobreza abriendo su propio negocio” y progresar honradamente sin tener que dar… las gracias. Porque vemos todo a través de los lentes del dinero.
¡Ahora podremos ser independientes! Pero no pasamos a la interdependencia, es decir, trabajar en equipo. Asumirnos en una colectividad para mejorar nuestro entorno. Por qué no vemos que la riqueza no está en lo que compremos sino en lo que cultivemos, en nuestro ánimo, nuestro espíritu y nuestro cerebro por medio del estudio, del cine, del arte y en incrementar nuestro capital intelectual.
Por qué no nos damos cuenta que con nuestro egoísmo nos va resultar más difícil lograr algo que si sumamos esfuerzos. No entendemos que ya no existen las estrellas solitarias. Porque una ciudad como la nuestra merece mejores condiciones de vida, mejores actores sociales y, por supuesto, merecemos políticos de alto nivel, que se conduzcan con honestidad. Razones bastan. Pero las acciones escasean.
Esos mismos antivalores individualistas harán creer a los adultos del futuro que entre más dinero tengan serán mejores personas y así les pondrán una venda en los ojos que no les permitirá adentrarse en la cultura de la filantropía.
Muchos de ellos cuando les toque ser trabajadores les será muy difícil obtener un cargo gerencial o directivo si siguen creyendo que para serlo se necesita ser un jefe, cuando en realidad hay que ser líder para no exaltarse a sí mismo, sino ver cómo enaltecer a la empresa en que se trabaja y en la que laboran todos y darle un valor agregado por medio del reconocimiento de sus subalternos.
Estos próximos profesionistas deben reflexionar y pensar de manera propositiva para con su entorno porque es ahí donde pasarán el resto de sus vidas. Juárez lo merece, Chihuahua lo merece, México lo merece. Ya hemos pasado por muchos capítulos ominosos en nuestra historia como ciudad y como estado. No podemos caer en el sótano del individualismo, lugar en donde se disputa la grilla política de bajo nivel, lugar donde se maquinan estereotipos inconsistentes que no reflejan la verdadera esencia de ser mexicano. Antes que ser buenos profesionistas, debemos entrenarnos para ser excelentes personas. Y tú... ¿por qué estudias?