Opinion

La dictadura perfecta

Francisco Ortiz Bello
Analista

2014-10-20

La perfección es la ausencia total y absoluta de cualquier, falla, error u omisión. Sin embargo, desafiando todas las leyes de la naturaleza, de la probabilidad y la estadística y del universo, en la cinta que lleva ese título se afirma que el sistema político mexicano es una dictadura perfecta.
Como tal no existe, incluso el título de la película es un gran contrasentido, si es una dictadura no puede ser perfecta porque en sí mismo, ese estilo de gobierno encierra el peor de los defectos de un sistema político y de los perjuicios a la sociedad.
El fin de semana pasado se estrenó en cines de nuestra ciudad la cinta que dirige Luis Estrada y actúa magistralmente Damián Alcázar, logrando recaudar en sus primeros cuatro días de estreno 46.5 millones de pesos a nivel nacional, cifra superior a los 43.53 mdp de “Cásese quien pueda” o los 46.27 de Cantinflas (por cierto de Videocine).
En 1999, el mismo Luis Estrada produjo y dirigió “La Ley de Herodes” una cinta que desnudó el corrupto sistema del PRI en ese tiempo, y que pudo ver la luz gracias a la coyuntura política que abrió la llegada del PAN a la presidencia en el 2000 con Vicente Fox, en medio de una gran expectativa social que, sin duda, alentó fuertemente la difusión masiva del filme.
Al igual que entonces, Estrada recurre en La Dictadura Perfecta a la exitosa fórmula de la comedia satírica y el humor negro, salpicados de las anécdotas de un sistema político repudiado y fuertemente criticado pero, hasta entonces, tolerado por la sociedad mexicana.
Luego del estreno en esta frontera la cinta de Estrada es comentario obligado en cualquier reunión o mesa de café, precisamente, por su “valor” como denuncia ciudadana. Los juarenses están –en general– maravillados por la forma en que Estrada retrata la actualidad política de México. De manera generalizada, se cree que la película logró burlar los filtros de censura gubernamental, y en el paroxismo de un conspiracionismo soterrado, se piensa que fue un triunfo del cine independiente mexicano en contra del monstruo de las comunicaciones que representa Televisa.
Personalmente no creo que haya sido ni una cosa ni la otra. Al igual que sucedió con La Ley de Herodes, el filme reciente de Estrada no irá más allá de un festivo triunfo de la sociedad mexicana, que ve reflejada en la pantalla grande sus anhelos, sus sueños, sus demandas, sus quejas y al verlas cataliza sus efectos. No pasa nada más que eso, ver la película y ya.
No hay un efecto secundario, en la misma proporción que la intensidad del mensaje enviado a través del argumento de la película. No pasa nada, la gente la ve, se identifica, agradece que alguien diga lo que ellos no pueden decir, nada más. Al igual que con La Ley de Herodes, la película actual de Estrada no llegará más allá del mero éxito de taquilla. ¿Por qué es esto? Simple, porque no fue hecha para ser un despertador social, ni para generar reacciones sociales.
En mi opinión, tanto La Ley de Herodes como La Dictadura Perfecta, son estrategias perfectamente planeadas y diseñadas desde las más altas esferas de gobierno, para servir de válvulas de escape a la creciente inconformidad social. Sólo eso.
Esta teoría personal no quiere decir que yo crea que directores, actores y demás participantes en el proyecto sean parte de esta perversa trama, no. Lo que sí creo es que alguien más arriba que todos ellos es quien “mueve” los hilos para que todos creamos (incluida la producción por supuesto) que es en realidad un triunfo de la democracia y del valor civil de la sociedad, porque saben bien que creyendo eso, ahí terminan sus potenciales problemas posteriores.
Simplemente es imposible creer que a un sistema profundamente autoritario e impositivo, como ha demostrado ser el actual gobierno federal se le ocurra graciosamente permitir la difusión de un film que los critica y exhibe crudamente en toda su maldad. Imposible.
Mientras la sociedad no se decida a participar en la solución de los problemas de su comunidad, de su colonia, de su calle, nada, absolutamente nada, mejorará en nuestra ciudad y en nuestro país. Una buena película nunca le ha resuelto la vida a nadie, es solo eso, una buena película y nada más.

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