Opinion

La ley, moneda de cambio

FRANCISCO ORTIZ BELLO

2013-08-24

Una turba de enloquecidos y exaltados sujetos, arremete contra todo lo que encuentra a su paso. Destruyen maceteros de cemento, rompen cristales de edificios y comercios, incendian autos y gritan enfurecidos consignas contra el gobierno. No, no es la escena de una película de acción, o de un videojuego de esos que hoy juegan los niños. Desafortunadamente son las escenas que millones de mexicanos vimos por televisión en días recientes o las imágenes que vimos en la prensa escrita o de internet.
Y para sorpresa de muchos, esa turba de desquiciados que vimos en las tomas de los noticieros, está integrada por maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), sí, por mentores que tienen a su cargo la instrucción y formación académica de miles de niños y niñas en el país. Los que en sus salones de clases deben enseñar a la niñez mexicana no sólo las materias fundamentales en su desarrollo educativo como el Español, las Matemáticas, la Historia y las Ciencias Sociales, sino también el respeto a las instituciones, el amor a la Patria y la cultura de la legalidad.

Los porqués
Reconocida por “tirios y troyanos” como una urgente necesidad de la sociedad mexicana, la Reforma Educativa ha significado, en las últimas décadas, un gran rezago de los gobiernos en nuestro país. Consciente de ello, y siendo una de sus principales ofertas de campaña, el presidente Enrique Peña Nieto presenta el 10 de diciembre del 2012 –apenas a 9 días de iniciada su gestión– su iniciativa de una Reforma Educativa integral, con el consenso de los principales partidos de oposición en lo que, entonces, era el incipiente Pacto por México.
En aquel tiempo llamó la atención que en dicho evento, no fuera una de las principales protagonistas del mismo, la presidenta vitalicia del SNTE, la profesora Elba Esther Gordillo, siendo esta su organización gremial piedra angular en el desarrollo y vertebración de cualquier proyecto de reforma al sistema educativo. Luego nos enteraríamos por qué no fue invitada.
Con la aparente benevolencia de todos los sectores, la propuesta del presidente Peña avanzó sin mayores contratiempos, hasta que se topó de frente y bruscamente con la feroz oposición del sindicato disidente de los maestros, la CNTE con su muy combativa Sección 22 al frente de las protestas.
Así las cosas, la propuesta del Ejecutivo Federal realizó un rápido camino en el Congreso de la Unión y en 23 de los Congresos estatales, en donde consiguió la aprobación a las reformas a los artículos 3° y 73 constitucionales, mismas que constituyen el fundamento legal para la Reforma Educativa. El martes 26 de febrero del 2013, la Secretaría de Gobernación publicó a través del DOF, el decreto por el que se reforman los artículos 3°, en sus fracciones III, VII y VIII; y 73 fracción XXV.
Luego de estos avances legislativos, lo que seguía era la presentación y aprobación de las leyes secundarias o reglamentarias que dieran forma y cuerpo, en los hechos, a la Reforma Educativa. Por lo que la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos de la Cámara de Diputados, aprobó la noche del lunes 19 del presente mes y año, los tres dictámenes de las leyes secundarias que reglamentarán los cambios al sistema educativo (La Ley General de Educación, la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación [INEE] y la Ley del Servicio Profesional Docente).
Esta última Ley, por contener la columna vertebral de la Reforma Educativa, se considera fundamental en la operación y ejecución de la misma, por lo que sin ella se considera inoperante la citada reforma constitucional. No obstante esta consideración, esta ley sería objeto de una burda y sorprendente negociación.

Los cómos
En protesta, durante la tarde del lunes 19 y mañana del martes 20, los maestros de la Sección 22 de la CNTE inconformes, protestaron tomando la sede del poder legislativo, el Palacio de San Lázaro, incendiaron un automóvil, lanzaron piedras al edificio, rompieron vidrios de automóviles, destruyeron maceteros y agredieron a fotógrafos y camarógrafos. Escenas, en video e imágenes, que recorrieron con la velocidad de la luz el mundo. Entre los mentores que participaron, están los integrantes de la Sección 22 de Oaxaca, un grupo que mantiene un paro indefinido de labores que ha afectado a más de un millón de estudiantes de los niveles educativos básicos.
Ante estos hechos, los inconformes fueron radicalizando sus posturas. Los diputados se fueron a sesionar al Senado y hasta allá fueron perseguidos por los maestros. Para el miércoles, tanto senadores como diputados tuvieron que cambiar la sede de sus respectivas cámaras, convirtiendo el Centro Banamex en la sede del Congreso de la Unión.
La persecución de la que fueron objeto los legisladores, literalmente, se prolongó por espacio de varias horas del miércoles y tuvo como escenario diversas calles de la ciudad, tanto en Polanco, como en Reforma, Insurgentes y Centro Histórico. Los maestros dirigidos por el profesor Rubén Núñez Ginez, secretario general de la Sección 22 de la CNTE, tenían la consigna de ir sobre quien vistiera de traje, sin importar si era o no legislador. En estas cruentas persecuciones, mucha gente se resguardó en edificios, hoteles y algunos comercios, lugares hasta los que llegaron los manifestantes rompiendo vidrios, puertas y cualquier otra cosa que se les interpusiera.
Aunque parezca increíble, ante todos estos desmanes de los maestros y su desaforada persecución de diputados y senadores, la autoridad capitalina (PRD) permaneció impávida y alejada de cualquier acción, así como lo lee. Simplemente, el jefe de gobierno Miguel Mancera decidió no intervenir a pesar de las repetidas peticiones que hicieron, tanto Ernesto Cordero presidente del Senado como Manlio Fabio Beltrones presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, para que la policía del DF les garantizara la seguridad necesaria para acceder a sus respectivas sedes.
Para el viernes 23, y no obstante los diferentes llamados a la negociación, la situación en el DF se convirtió en el pandemónium (si es que se puede agravar más algo que de suyo ya lo era). Sin abandonar sus campamentos en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la sede el Senado en Reforma y en las afueras del Centro Banamex, poco más de 4 mil maestros (según cifras de la SSP del DF), llegaron hasta las instalaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) con la intención de tomarlas para escalar aun más la intensidad de sus protestas.
Hasta entonces, y a petición de las autoridades aeroportuarias, un contingente de la policía capitalina desplegó un cerco que impidiera el paso a los protestantes, por lo que no pudieron lograr su objetivo de tomar el AICM, pero sí lograron impedir el acceso a sus instalaciones ya que todas las calles por las que se llega fueron cerradas, así como las estaciones del metro.
El comercio del AICM, taxistas, prestadores de servicios y usuarios se vieron afectados con estas acciones. Cientos de personas –quizá miles– perdieron sus vuelos ante la imposibilidad de llegar a tiempo al aeropuerto. Pero el gobierno del DF seguía insistiendo en su postura de “evitar un derramamiento de sangre” al enfrentar a los manifestantes. Como si con eso se asegurara el Estado de derecho y se garantizara el bienestar de la población. Un Estado débil, es un estado fallido y –en ese sentido– en los días pasados el gobierno del DF se mostró débil y pusilánime ante la fiereza, agresividad y violencia de los maestros de la sección 22 de la CNTE.
Por más de 10 horas, los maestros mantuvieron este cerco a las instalaciones del AICM, por lo que los daños ocasionados aun no es posible cuantificarlos y sólo cedieron ante la propuesta de retirar de la minuta del Senado la discusión de la Ley del Servicio Profesional Docente, misma que prevé reglas para el ingreso, promoción y permanencia en el sistema educativo y que es la columna vertebral de la Reforma Educativa.

Los “qués”
¿Qué quieren los maestros rebeldes? Quieren que nadie los evalúe, que nadie ponga a prueba sus conocimientos y capacidades para educar a nuestros hijos, quieren mantener sus privilegios como heredar sus plazas y otros que han hecho de la educación en México de mala calidad y con un gran rezago en relación a otros países. Pero ¿qué hizo la autoridad? La autoridad (todas, la del DF, el Senado, la Cámara de Diputados, la Segob) cedió a los chantajes de los maestros y –lejos de detener, consignar y juzgar a quienes cometieron delitos en perjuicio de la integridad y propiedad de terceros– los premió concediéndoles todas y cada de sus pretensiones. El mensaje que se envía con esto no podía ser peor.
No puede ser que los mexicanos tengamos una autoridad débil, pusilánime, que –para no ejercer su facultad de salvaguardar el orden y la ley– convenientemente recurre a sofismas como el de “garantizar la libertad de expresión”, porque ese es el camino que nos llevará irremediablemente, a todo el país, a la anarquía e ingobernabilidad que los habitantes del DF conocen bien.

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