Opinion

¿Rectoría del Estado?

Luis Javier Valero Flores

2013-03-02

Ahora resulta que la reforma educativa aprobada recientemente tenía como objetivo que “el Estado asumiera la rectoría de la educación”. Igual argumento se usó para justificar la detención de la maestra Elba Esther Gordillo. Ha pasado casi una semana de su encarcelamiento y tal argumentación sigue usándose, mediante una abrumadora campaña mediática, que ambas acciones, la judicial y la legislativa, se realizaron en aras de elevar la calidad educativa.
Siguiendo ese guión, ahora tenemos que durante décadas la conducción de la educación estuvo en manos de un poder “ajeno” al Estado mexicano y que, por fortuna, ahora está en la Presidencia de la República un hombre con una gran valentía, suficiente como para “arrebatarle” a ese poder fáctico tan importante aspecto de la sociedad mexicana.
Tal argumentación, usada tan tramposamente, tiene como objetivo deslindar a los actuales gobernantes –y también a los pasados– de la Súper Maestra, de hacerla aparecer como un poder ajeno a ellos, en muchos aspectos enfrentado al del Estado mexicano, cuya esencia, rumbo y objetivos se inscriben “en los más caros anhelos del pueblo de México”, contrarios, por tanto, a los de la inquilina de los penales del sur de la capital mexicana.
Entendámonos. El Estado mexicano no es el grupo gobernante. Vamos, ni siquiera el total de los partidos –signantes o no del Pacto por México–; ni todo el gobierno federal. Es todo eso y mucho más; abarca al total de los poderes republicanos, a todas las instituciones –gubernamentales o no– y a todos los niveles del gobierno en el país.
¿Cómo es entonces que Elba Esther Gordillo era una cosa “ajena” al Estado mexicano?
Si quienes postulan tal cosa tuviesen razón, entonces ¿por qué Elba Esther fue ungida por el presidente Salinas de Gortari? ¿Por qué Zedillo, Fox y Calderón pactaron con ella diversos y múltiples acuerdos que en la práctica hicieron que –con matices y diferencias, es cierto– la educación en México tuviese el rumbo y finalidades que ha tenido?
¿Acaso la maestra no formó parte de la dirigencia nacional del PRI durante décadas, como delegada y parte del CEN –y que en ese papel, por ejemplo, cultivó largas y fructíferas amistades en Chihuahua que les permitieron ejercer el control sobre la base magisterial y compartir el poder político–; lideresa de los diputados federales y secretaria general del CEN del PRI, cargo que ejerció simultáneamente con el de dirigente máxima del SNTE?
¿Y con quién pactaban todos los gobernadores electos del PRI –y muchos del PAN– la integración de los mandos de la educación en los estados? ¿Y con quién las alianzas electorales después de la formación del Panal?
¿Con quién pactaban las reformas educativas?
Con la “izquierdosa” CNTE no.
¿Quiénes pactaron las reformas a la legislación del ISSSTE? Por supuesto que las fuerzas integrantes del bloque hegemónico en el país desde hace largas décadas. A ese pertenecía la maestra. Se le olvidó que en ese bloque gobernante, por lo menos en los gobiernos priistas, el presidente es el que da y quita el poder.
A Elba Esther se le olvidó que Roberto Madrazo era algo así como un agregado de esa gran familia, que el mejor amigo de su padre se llamaba Carlos Hank González, que los hijos de éste trataban al tabasqueño como hermano. Encima, se le ocurrió enfrentar a quien es ahora una especie de patriarca de ese grupo, Emilio  Chuayffet.
N’ombre, son puros cuentos esos de que ahora el Estado “asume la rectoría de la educación”. Nunca la ha perdido. Los que no la tenían a plenitud, –Elba Esther no entendió que eran otros tiempos– son los gobernantes de ahora. A ellos se enfrentó, en un episodio que no duró, siquiera, 24 horas.
Lo que pasa es que los de ahora decidieron no darle un papel protagónico, no le cedieron esa parte del gobierno, porque ya había adquirido mucha fuerza, porque se le consideraba proclive a la deslealtad, porque se acercó demasiado al PAN, porque maltrató en exceso a muchos gobernadores priistas, porque maneja mucho dinero en múltiples fideicomisos y porque el rumbo de la educación debe cambiarse para abrirla a la iniciativa privada, porque de eso se trata la reforma educativa.
¿A poco era un asunto de dineros, o de corruptelas?
¿A poco no sabían sus ahora encarceladores de la enorme fortuna de Elba Esther? ¿Ya se les olvidaron las Laptop’s que les regaló a todos los diputados federales en 2003? ¿Y las Hummers? ¿Y los viajes de fin de año de la cúpula magisterial?
¿De veras no sabían? ¿Cuántos de ellos fueron huéspedes, durante días, de las atenciones de la maestra en sus casas de San Diego?
Por eso, es un despropósito asentar que el sindicato de maestros, o que Elba Esther sean los únicos responsables del atraso educativo del país.
Tenemos las políticas educativas que han trazado quienes han gobernado –incluida la maestra y la cúpula sindical– y de las cuales se han beneficiado directamente los líderes sindicales; la diferencia con otros sindicatos es que, fruto de la importancia estructural de la educación y de la capacidad política de Gordillo, la dirigencia magisterial copó una buena parte de la estructura administrativa de la educación a todos los niveles; no nos vengan a decir que el responsable de la política petrolera es Romero Deschamps, el líder petrolero, o que los sucesores de la “Güera” Rodríguez Alcaine son los hacedores de la política eléctrica del país.
Son casi idénticos, por eso no sorprende la manera en que el gobierno “arregló” el conflicto con la dirigencia del SNTE. Según la versión ofrecida por los nuevos dirigentes magisteriales, convocados por el Gobierno de la República para negociar el futuro inmediato del sindicato, los funcionarios gubernamentales les ofrecieron dos opciones: o enfrentamiento o una nueva dirigencia.
Y es que el enfrentamiento, así lo dijeron varios dirigentes magisteriales, “significaba investigar también a los secretarios generales de cada una de las secciones sindicales y a los ex secretarios generales”. (Nota de Claudia Salazar, Reforma, 1/III/13).
El mismo nuevo “líder” Juan Díaz de la Torre –el nuevo “Juanito” – dio a conocer que el gobierno tiene en sus manos los expedientes financieros de los secretarios generales del SNTE y, además, amenaza con investigarlos. Poca cosa, de acuerdo con esa investigación, “en los primeros 10 meses de 2012, la SEP, Hacienda y los gobiernos estatales les transfirieron (al Comité Nacional) 733 millones 200 mil pesos” por concepto de cuotas sindicales de los trabajadores de la educación de los niveles básico, medio superior y superior. (Ibídem).
Además, indagarían a los últimos secretarios del gremio, Rafael Ochoa y Tomás Vázquez Vigil.
No hay que ir muy lejos para imaginarse la respuesta de la cúpula sindical magisterial. De 269 consejeros presentes, Juanito obtuvo 268 ¡No hagan olas! Y el “líder” se cuidó de no mencionar, así fuera una sola ocasión a quien era, apenas hasta unas horas antes, el “sol” de los maestros de México.
Pero nada en su discurso, ni en el de sus compañeros, hizo recordar que apenas el lunes anterior se habían lanzado a “tomar” las calles para oponerse a la reforma educativa. Tales afanes oposicionistas se fueron a la cárcel con su ex lideresa.
¡Ah, es que eran, hasta la detención de Gordillo, una cosa “ajena” al Estado!
Ya regresaron al redil.

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