Opinion

Cruzada contra el hambre para Ciudad Juárez

Edna Lorena Fuerte
Periodista

2013-01-25

La inclusión de nuestra ciudad como uno de los puntos estratégicos a los que llegará la Cruzada contra el Hambre que ha lanzado el presidente Enrique Peña Nieto es significativa y trascendente no sólo porque nos manda un mensaje a los juarenses respecto a que formamos parte de la agenda de prioridades de la Federación, y que hay un reconocimiento oficial a las problemáticas más íntimas que vive nuestra ciudad, sino porque esto nos lleva a considerar que hay un cambio fundamental en la visión de este gobierno respecto a la pobreza.
De manera histórica se había considerado que la mayor pobreza en nuestro país se encontraba en zonas rurales, que era en el abandono al campo en donde germinaban las peores carencias, y que aquellos que habían dejado sus tierras de origen para ir hacia las ciudades, habían logrado, de alguna forma, salir de las condiciones de mayor pobreza.
Hoy es claro y evidente que la pobreza en los cinturones de miseria de las ciudades, si bien de características diferentes a la pobreza rural, está también por debajo de los estándares mínimos de cobertura a los derechos fundamentales, e incluso se enfrenta con otras variables que también deben considerarse en su combate, como lo es la inseguridad, la carencia de servicios, el hacinamiento y la violencia.
El análisis de base que acompaña este programa del Gobierno Federal abre los ojos respecto a las necesidades de desarrollo social urgente que tienen muchas de nuestras ciudades, cuyo crecimiento desmedido y sin planeación ha provocado la acumulación de grandes zonas de pobreza en las que es imperativo que intervengan las diferentes dependencias de gobierno para combatir las condiciones de pobreza que se enfrentan.
Este reconocimiento a la pobreza urbana, junto con la rural, nos lleva también a poner sobre la mesa la discusión de la asertividad que deben considerar los diferentes programas de desarrollo social que se designen para su combate: la carencia alimentaria no puede ser la misma en la Sierra de Chihuahua que en la colonia Anapra de Ciudad Juárez, como tampoco puede serlo en el sureste tropical que en el norte semidesértico y extremoso. Si, como ha planteado la titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles, esta cruzada va encaminada a romper con las condiciones de marginación e incidir en verdaderos cambios estructurales que aseguren la producción y abasto de alimentos en las zonas más pobres, lo primero que se tiene que hacer es entender a qué condiciones obedece esa pobreza y cuál es la potencialidad de cada zona: si existe la posibilidad de generar programas que fomenten la microproducción de alimentos porque se trata de zonas rurales con acceso a tierra, o si se tiene que buscar diferentes formas de abasto por tratarse de zonas urbanas, qué es lo que se puede hacer para asegurar el poder adquisitivo de las familias. Combatir el hambre es la principal bandera de la justicia social, y para levantar esta bandera como estandarte lo primero es aceptar que estamos en un país con gravísimos niveles de desigualdad, que en los últimos años se ha incrementado hasta límites dramáticos, la pobreza urbana es muestra de ello.

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