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Regresa afiliado de al-Qaeda a África Occidental

Dionne Searcey, Eric Schmitt y Rumkini Callimachi / New York Times News Service

2016-03-20

Dakar, Senegal— Tan sólo unos cuantos años después de que tropas francesas desarticularan su bastión en el desierto y diseminaran a sus combatientes en las dunas, la afiliada de Al Qaeda en África Occidental se ha reagrupado y extendido su alcance, entrando con ataques a nuevo territorio a lo largo de tres naciones.
El escenario para sus nuevos ataques: lujosos hoteles africanos occidentales donde combatientes pueden atacar a élites locales y occidentales, a muchos cientos de kilómetros de la ex base de los milicianos en el norte de Mali. Han matado a docenas de personas en meses recientes, incluidos bañistas que descansaban en un centro vacacional junto al mar en Costa de Marfil el domingo, llevando a militares estadounidense a referirse al afiliado de Al Qaeda en África Occidental como uno de los grupos terroristas más perdurables del islamismo.
Hace casi cuatro años, este grupo, conocido como Al Qaeda en el Magreb Islámico, había alcanzado su cenit, prevaleciendo sobre un remoto tramo del norte de Mali del tamaño de Texas. Sin embargo, cuando empezó a enquistarse en el sur y hacia la capital, Bamako, llegaron tropas francesas rápidamente, persiguiendo a los milicianos a través del desierto, donde se creía que han sufrido derrotas catastróficas.
Ahora, el grupo está llevando a cabo un devastador regreso. Hasta hace relativamente poco, era mejor conocido alrededor del mundo por secuestrar occidentales en partes remotas del Sahel y por usar los pagos de rescate para mantenerse.
Sin embargo, sus embates recientes sobre tres enclaves para expatriados y élites africanas –en Costa de Marfil, Burkina Faso y Mali– al parecer siguen el patrón de ataques terroristas de gran envergadura e impacto perpetrados por grupos rivales de extremistas, como Estado Islámico.
“Para Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), esta es una evolución en términos de tácticas y objetivos”, dijo Andrew Lebovich, integrante que está de visita en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y que ha seguido al grupo durante años. “Demuestra un crecimiento del atractivo del grupo y permanecer en el poder mucho más de lo que mucha gente creía”.
Los ataques más recientes del grupo han inquietado a la región entera. Con cada ataque, extremistas vinculados con Al Qaeda parecen estar palomeando países en el mapa.
Dejaron pasmado al mundo al tomar por la fuerza el hotel Radisson Blu en Bamako, en noviembre, matando a 19 personas. Después, cruzaron la frontera hasta Burkina Faso y Costa de Marfil, allanando nuevo terreno. Capitales amigables hacia Occidente que son conocidas por su tolerancia religiosa ahora están particularmente medrosas, preguntándose quién seguirá.
“Ningún país en el mundo, incluso Senegal, está seguro de un ataque”, dijo ante reporteros su presidente, Macky Sall, varias semanas atrás, conforme guardias armados en el pacifico país eran despachadas a la capital, Dakar, siguiendo caminos principales y frente a hoteles y áreas comerciales. La seguridad en países a lo largo de la región ha aumentado, con nuevas barreras y detectores de metales afuera de cafés y otros negocios que atienden a extranjeros.
Este lunes, Al Qaeda en el Magreb Islámico informó que había atacado el área vacacional durante el fin de semana en venganza, ya que Costa de Marfil había entregado prisioneros a Mali. Sin embargo, describió también el asedio como parte su persistente “plan de atacar las madrigueras de los combatientes y ubicaciones de sus reuniones”, con base en una traducción divulgada por el Grupo de Inteligencia SITE, que sigue de cerca a organizaciones extremistas.
“Repetimos nuestro llamado a todos los países involucrados en la invasión francesa de Mali para que se retiren de esta alianza satánica”, leía.
Con la carnicería ya superada, los ataques están vapuleando tanto a la economía como a la psiquis de la región. El turismo está bajando, afectando a hoteles que ya están invirtiendo más en seguridad. A los gobiernos les preocupa que sea más difícil atraer empresas internacionales, en tanto organizaciones con base en naciones que han sido atacadas están enfrentando dificultades para el reclutamiento.
Oficiales de la Defensa de Estados Unidos temen que el impulso del grupo hacia nuevas áreas pudiera tener extensas ramificaciones.
Si las autoridades persiguen a los milicianos al sur, corren el riesgo de aflojar los patrullajes en la zona norte de Mali. Ese tramo de desierto escasamente poblado, flanqueado por fronteras ligeramente controladas, pudiera convertirse en un nuevo refugio para los miles de combatientes con Estado Islámico en Libia. Todo parece indicar que Estado Islámico también está presionando hacia el sur, con base en expertos militares de EU en contraterrorismo en África.
AQMI ha tenido ambiciones internacionales desde que la dirigencia central de Al Qaeda confiriera estatus de miembro al grupo en 2006. Éste demostró su fuerza en 2007, con un importante ataque en contra de un complejo de Naciones Unidas en Argel. Después, en 2012, sus milicianos contribuyeron a tomar el control de casi 500,000 kilómetros cuadrados de terreno en el norte de Mali.
Entre las figuras más notorias del grupo está Mojtar Belmojtar, operador argelino, tuerto, quien se ha vuelto querido por pobladores locales estableciendo clínicas médicas y ayudando con ganado. Belmojtar ha sido blanco de ataques y se rumora que está muerto, pero muchos analistas creen que está vivo. A veces ha discutido con la dirigencia de Al Qaeda y su afiliado en el oeste africano, dando como resultado una serie de fusiones y divisiones, incluyendo la creación de grupos leales a él.
Luego que tropas francesas llegaran para hacer retroceder a los milicianos en Mali, Belmojtar contraatacó devastadoramente. Se ramificó un nuevo grupo, Al Mourabitoun, y capturó más de 600 empleados de una planta de gas en Argelia, matando a 38 personas.
Pero, en los meses que siguieron, Al Qaeda en el Magreb Islámico sufrió importantes derrotas a manos de los galos. El grupo ha estado plagado largamente por pugnas internas, y si bien ha existido durante años, ha perdido integrantes ante Estado Islámico.
Uno de los milicianos involucrados en los atentados del 13 de noviembre en París era un veterano de la yihad durante la cúspide de Al Qaeda en Mali. Se cree que el atacante salió de Mali y se sumó a Estado Islámico en Siria antes de resurgir como uno de los atacantes suicidas en la sala de conciertos de Bataclan, en París.
En resumidas cuentas, oficiales militares de Estados Unidos dicen que pudiera haber casi 1,000 combatientes con Estado Islámico en Libia, que vinieron del África subsahariana.
La pérdida de combatientes pudiera estar detrás de un nuevo pacto entre Al Qaeda en el Magreb Islámico y Al Mourabitoun. Ambos anunciaron a finales del año pasado que habían unido fuerzas y que el ataque al Radisson Blu había sido su primera empresa conjunta.
Algunos analistas dijeron que la fusión más probablemente indicaba que los líderes de ambos grupos –Abdelmalek Droukdel y Belmojtar, ambos argelinos y rivales frecuentemente– habían resuelto sus diferencias cuando menos temporalmente para fortalecer su estilo en vista de las deserciones hacia Estado Islámico.
“AQMI y Al Mourabitoun están intentando decir ‘Miren, seguimos vivos. Aquí estamos’”, dijo Bakary Sambe, el director del Instituto Tombuctú y coordinador en Dakar del Observatorio de Radicalismo Religioso y Conflictos en África.
La violencia por parte de una diversidad de grupos terroristas en África pudiera ser indicativa de creciente competencia. Un oficial militar de EU en el parea de contraterrorismo dijo que Boko Haram, el grupo extremista que ha aterrorizado el norte de Nigeria durante años, pudiera estar intentando incrementar sus filas para mantener el sangriento estándar de Estado Islámico, al cual le ha prometido lealtad. Al Qaeda en el Magreb Islámico, a su vez, al parecer está intentando mantenerse al paso del derramamiento de sangre.
Cada uno de los grupos de milicianos compite esencialmente por las mismas cosas: reclutas, credibilidad y dinero, todo lo cual escasea.
Los ataques en contra de objetivos suaves como hoteles no son particularmente complicados, y resulta mucho más fácil y barato alcanzarlos que controlar grandes tramos de tierra.
Incluso así, grupos terroristas aún necesitan una fuente de dinero para ayudarse a encontrar un escondite. El estatus de las finanzas de Al Qaeda en el Magreb Islámico es incierto. Si bien ha cosechado cuantiosos pagos de rescate por la liberación de rehenes, sus secuestros de un misionario suizo y un médico australiano y su esposa, quienes fueron secuestrados el mismo día del ataque al Hotel Splendid, pudieran indicar la necesidad de más dinero en efectivo.
Este mes, el grupo liberó a Jocelyn Eliott, la esposa de un médico australiano, Ken Elliott, diciendo que lo estaba haciendo debido a la presión pública y para ceñirse a principios de no involucrar a mujeres en la guerra.
Oficiales en Burkina Faso dicen que no se pagó rescate alguno.

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