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En Inglaterra, arqueólogos abordan misterio de desaparición de aldea prehistórica

Stephen Castle / New York Times News Service

2016-01-30

Whittlesey, Inglaterra— Nadie sabe por qué un catastrófico incendio destrozó el pequeño asentamiento que surgió junto al canal de un río, incinerando los hogares de varias familias y lanzando maderos en llamas, estrellándose contra el pantano abajo. Pudiera haber sido un accidente, un ataque de enemigos o incluso algún tipo de ritual.
Sin embargo, están surgiendo respuestas, fragmento a fragmento, alrededor de 3000 años después.
Se cree que el sitio arqueológico de la Must Farm, en Cambridgeshire, es tan rico que ha sido comparado con Pompeya, el poblado romano que terminó sepultado por la erupción del monte Vesubio, en el año 79 de nuestra Era.
Must Farm no parece una pintoresca ruina, mucho menos una granja. Ocupa terreno duro y lodoso con turbinas de viento y chimeneas que se yerguen en la distancia. Además, los chalecos amarillos que visten las personas involucradas en la excavación hacen que parezca una obra en construcción.
Sin embargo, sus tesoros son atractivos. Desde la tierra empapada, sobresalía un tazón de madera y una vasija de cerámica la semana pasada, cerca de la columna vertebral de una vaca, presuntamente sacrificada por su carne. A tan solo metros de ahí, la inconfundible forma de un cráneo humano, se proyectaba desde el turbio sedimento que los había cubierto desde la Era de Bronce.
“La analogía de Pompeya de la que se sigue hablando con este sitio es cierta, y también es falsa”, dijo Mark Knight, el director del sitio. “No hay volcán alguno en este panorama; esto no fue algún desastre natural. Sin embargo un suceso, como un gran incendio, esencialmente capturó su vida cotidiana, arrojándola a nuestro canal y dejándola aislada ahí para que nosotros excavemos”.
Para Knight y su equipo de la Unidad Arqueológica de la Universidad de Cambridge, esta es una experiencia estimulante, aunque a veces inquietante.
“Esto no se siente como arqueología”, dijo, “esto se siente como una intrusión. De alguna manera nos hemos presentado después de una tragedia, y somos capaces de elegir entre los escombros, y extraer alguna indicación de lo que estaba ocurriendo en este asentamiento 3,000 años atrás”.
De esa forma, la excavación parece tanto una investigación moderna del lugar donde ocurrió un crimen como una exploración de la prehistoria. Entre quienes trabajan aquí hay un experto en ciencia forense, quien abriga la esperanza de precisar si las flamas empezaron y cómo se propagaron.
El incendio arrasó con al menos dos casas redondas*, que fueron construidas sobre pilotes de madera sobre un canal conectado al río Nene, las cuales estaban delimitadas por algún tipo de perímetro.
Como cualquier buena historia detectivesca, las pistas hacen que la narrativa progrese: un tazón, con todo y cuchara de madera y una comida sin terminar; hallazgo que sugiere que quienquiera que viviera aquí, se había marchado a toda prisa. El cráneo indica que quizá no todos fueron suficientemente rápidos.
Si bien muchos descubrimientos arqueológicos dependen de la suerte, este se ha beneficiado de varios toques de buena fortuna.
El sitio fue descubierto gracias al trabajo de la cantera Must Farm, administrada por una empresa constructora llamada Forterra que, a la par de Historic England, organización gubernamental sobre la herencia, está financiando la excavación. Quizá solo una gran operación de cantera como esta pudiera haber removido tanta tierra a través de un espacio tan amplio y a tal profundidad, exponiendo por tanto las vigas prehistóricas.
Las vigas y los artículos que han sido desenterrados fueron preservados por el cieno y los niveles de agua en el suelo, con base en Selina Davenport, arqueóloga de campo.
La forma en que cayeron los postes de madera también debería volver posible una reconstrucción de cómo se veían las estructuras antes de que estallara el incendio, en algún punto entre el año 920 y 800 antes de nuestra Era.
Si bien algunos puestos yacen verticalmente, muchos yacen en extrañas líneas geométricas justo como cayeron hace 3,000 años: evidencia achicharrada tanto de la sofisticación de este asentamiento como de la devastación de la llamarada que lo destruyó.
Los arqueólogos han sabido del sitio desde hace ya cierto tiempo y han debatido qué hacer con él desde hace más de una década. Finalmente, se tomó la decisión de excavar y remover los artefactos debido a inquietudes de que se deteriorarían.
Eso ha dejado una enorme tarea, aunque emocionante, para quienes cavan en temperaturas bajo cero y con refugio temporal. Un equipo de alrededor de una docena ha estado trabajando desde septiembre y el proyecto terminará en abril, aunque ese plazo parece ambicioso.
Para arqueólogos, que suelen trabajar en proyectos más pequeños y limitados, la perspectiva de ganar una instantánea única de la vida cotidiana en la Era de Bronce representa una emoción palpable.
“Es una ventana asombrosa al otro lado”, dijo Iona Robinson, supervisora de proyecto e investigadora en la Unidad Arqueológica de Cambridge. “Nosotros solemos manejar sombras, manejamos ausencias, también estamos acostumbrados a trabajar con 50 por ciento de la evidencia y ahora –aquí– tenemos esta fantástica ventana a la imagen plena”.
Durante la Edad de Bronce, en este ambiente cenagoso, los cauces de agua formaban el único medio confiable de transporte y comunicación (cerca de este lugar se descubrieron nueve botes antiguos de troncos en 2011), así que el sitio pudiera haber sido algo similar a un cruce. De hecho, pudiera ser típico de otros asentamientos, aún no descubiertos, debajo de los terrenos pantanosos de Inglaterra.
A partir de los artículos recuperados hasta este momento, todo parece indicar que los hombres y mujeres que vivieron aquí estaban en el extremo alto de su sociedad y se establecieron por encima del cauce, debido al comercio y otras oportunidades que permitía. Eso sugiere que este era un bullicioso nexo de su mundo, en vez de un puesto de avanzada en sus márgenes.
La comunidad local tenía mayormente lo que estaba disponible en la Bretaña prehistórica: textiles, cerámica, lanzas y una herramienta para cortar hermosamente creada, en forma de hoz. Se han encontrado cuentas de Europa Central, así como puntos como aquellos en el norte de Francia y espadas similares a las del norte de España.
Todo lo cual vuelve incluso más intrigante la cuestión de cómo enfrentó su dramático fin esta comunidad. Una posibilidad es un incendio accidental. Otra es que fue destruida deliberadamente por sus ocupantes, ya sea como un acto ritual o debido a que las estructuras habían servido a su propósito y se estaban desmoronando. Sin embargo, el hecho que tantas posesiones fueran dejadas es un argumento en contra de esto.
La tercera posibilidad es un ataque de vecinos hostiles, y el cráneo es la primera señal, con base en Knight, de que gente pudiera haber muerto aquí de manera violenta.
Advierte que los británicos de la Era de Bronce a veces guardaban los cráneos de sus ancestros, así que es posible que esto fuera una reliquia. Sin embargo, la excavación pronto mostrará si va pegada a un esqueleto.
Esa idea pudiera conjurar imágenes de Pompeya, y la forma en que fueron preservados los últimos –y desesperados– momentos de sus residentes, pero la Must Farm nunca estuvo destinada a convertirse en un sitio arqueológico de tipo permanente.
De hecho, resolver el misterio de lo ocurrido es una carrera contra el tiempo, y solo hay una oportunidad de hacerlo bien.
Quizá sea apropiado que Must Farm se parezca a una obra en construcción, debido a que una vez que los artefactos han sido removidos, la excavación se llenará de tierra y ladrillo roto, y el marco de este viejo y misterioso asentamiento se convertirá en una carretera.

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