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Estado Islámico se afianza en Yemen y compite con al-Qaeda

Shuaib Almosawa, Kareem Fahim y Eric Schmitt / New York Times News Service

2015-12-19

Sana, Yemen— Nueve meses de guerra entre la coalición militar liderada por los sauditas y una organización rebelde yemenita han dejado miles de civiles muertos, un país gravemente polarizado y la tierra cubierta con escombros, minas y bombas sin explotar.
El conflicto ha producido otro legado amargo: una nueva rama del Estado Islámico que ha crecido discretamente en fortaleza y parece determinada a distinguirse como la fuerza perturbadora y brutal de Yemen, llevando a cabo ataques considerados demasiado extremos hasta para la rama de Al Qaeda en el país.
En el ataque más letal contra una mezquita aquí, en la capital, el Estado Islámico mató a más de 130 personas y ayudó a comenzar una guerra civil en marzo. Ahora, mientras los mediadores están batallando para terminar el conflicto, la organización está fomentando nuevas tensiones al llevar a cabo potentes bombazos con coches en el sur del país y sacando videos llenos de ejecuciones espeluznantes y acusaciones sectarias contra la minoría chiita de Yemen.
Como las afiliadas al Estado Islámico en Egipto y Libia, la organización yemenita ha mostrado signos de estar coordinando más estrechamente sus actividades con el cuartel general en Siria, dijeron analistas. Y su surgimiento solo se ha sumado al peligro del extremismo sunita en el país, donde ya está una poderosa rama de Al Qaeda que ha podido hacerse con territorio durante el conflicto más reciente, incluida Al Mukala, la quinta ciudad más grande del país.
Analistas estadounidenses de inteligencia y contraterrorismo dicen que Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), una afiliada de Al Qaeda, sigue siendo la amenaza extremista más urgente en este país fracturado. Sin embargo, están observando muy de cerca el esfuerzo del Estado Islámico, también conocido como EIIL o ISIS e ISIL, por sus siglas en inglés, para separar a los desertor del ala de Al Qaeda aquí.
“El ritmo de sus ataques y declaraciones de provincias nuevas durante el último año subraya las ambiciones de la organización en Yemen”, dijo un funcionario estadounidense de contraterrorismo, refiriéndose al Estado Islámico. “Mientras que algunos podrían no considerar que la afiliada al EIIL en Yemen sea tan inquietante como los demás centros de la organización, hay diversos factores que indican que se debería tomar seriamente a la rama en el largo plazo”.
Un analista en Yemen que sigue muy de cerca a las organizaciones extremistas sunitas en el país dijo que la escala de los ataques del Estado Islámico muestra que se está volviendo tan peligrosa como Al Qaeda. Al principio de la guerra civil en Yemen, la presencia del Estado Islámico era “limitada”, notó el analista, quien habló a condición del anonimato debido a los peligros de hablar abiertamente sobre la organización.
Conforme se ha extendido la guerra por todo Yemen y se ha intensificado la violencia, “se ha estado expandiendo el círculo de reclutamiento” de la organización.
Tanto el Estado Islámico como Al Qaeda se han beneficiado con el vacío de seguridad y tratan de reunir a los sunitas de Yemen en contra de los rebeldes liderados por chiitas, conocidos como hutis, que son del norte, dicen los analistas. Crucialmente, las organizaciones no han encarado poca resistencia, si es que alguna, de la coalición liderada por los sauditas y sus aliados, que están concentrados en derrotar a los hutis. La coalición recibe apoyo de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Este mes, extremistas de Al Qaeda pudieron capturar dos ciudades en el sur de Yemen con poco esfuerzo, dijeron los habitantes. En algunas de ellas, incluidas Aden y Taiz, cantidades reducidas de extremistas sunitas de línea dura continúan combatiendo junto a los sauditas y sus aliados.
Al mismo tiempo, pareciera que los funcionarios yemenitas del gobierno del presidente Abed Rabo Mansur Hadi, al que respalda la coalición liderada por los sauditas, han subestimado la amenaza que representa el Estado Islámico, o, incluso, niegan su existencia.
La semana pasada, cuando el Estado Islámico se adjudicó la responsabilidad de asesinar al gobernador provincial de Aden y a ocho de sus guardaespaldas con un coche bomba –dando a conocer una declaración y unas fotografías del ataque–, el director de seguridad del ayuntamiento, Mohamed Musaed, insistió en que “remanentes de los hutis y salés” había llevado a cabo el bombazo. El ex presidente de Yemen, Ali Abdulá Salé se alió a los rebeldes.
Ndwa al Dawsari, una analista yemenita e investigadora invitada en el Proyecto sobre la Democracia en Oriente Próximo en Washington, dijo que hay una percepción generalizada en el sur de Yemen de que la amenaza del Estado Islámico fue “fabricada”. La “invisibilidad” de la organización ha fomentado esa percepción, así como el historial, bien documentado, que tiene Salé de manipular a organizaciones extremistas para sus propios fines, incluido el de obtener el apoyo financiero y militar para operaciones de contraterrorismo de Estados Unidos, explicó.
Sin embargo, si el Estado Islámico ha crecido orgánicamente o no, “la amenaza es real y la amenaza es fuerte”, dijo Dawsari.
Las luchas de la coalición para establecer la seguridad y frenar el crecimiento de las organizaciones extremistas podrían conllevar consecuencias más allá de las fronteras de Yemen, según analistas en seguridad.
“Los asesinatos y otros actos violentos muestran que el EIIL ha acumulado poder”, dijo Matthew G. Olsen, un ex director del Centro Nacional de Contraterrorismo en Washington. “Existe una inquietud real de que algunos de los terroristas de mayor capacidad operativa, que ahora están con AQPA, podrían unir fuerzas con el EIIL y representan una amenaza mayor para llevar a cabo ataques externos”, dijo.
Otros notaron que las deserciones de Al Qaeda ganan ímpetu. “Hay grandes cantidades tanto de dirigentes como de individuos que se unen al Estado Islámico”, comentó un ex integrante de Al Qaeda en la Península Arábiga, quien se salió de la organización, pero sigue estando cerca de sus miembros. Muchos de los desertores, dijo, son yihadistas de línea dura y extremistas jóvenes que están frustrados porque Al Qaeda no ha sido más agresiva en la guerra actual.
Sin embargo, notó que “a las palabras les siguen acciones” en el caso de los extremistas del Estado Islámico.

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