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Cada vez se recetan más antipsicóticos a niños más pequeños

Alan Schwarz / New York Times News Service

2015-12-13

Nueva York— Las convulsiones de Andrew Ríos iniciaron cuando tenía 5 meses de edad y no hacían más que empeorar. A los 18 meses, cuando un medicamento para la epilepsia lo hizo actuar de manera violenta, le recetaron el antipsicótico Risperdal (risperidona), medicamento comúnmente utilizado para tratar la esquizofrenia y el trastorno bipolar en adultos, y poco utilizado para niños de hasta 5 años.
Cuando Andrew empezó a gritar mientras dormía y parecía interactuar con personas y objetos que no estaban frente a él, su madre asustada investigó el Risperdal y descubrió que no estaba aprobado, y ni siquiera había sido estudiado, en niños tan pequeños como Andrew.
“Me dijeron que se la diera como si nada, como si fueran dulces”, dijo Génesis Ríos, madre de cinco hijos en Rancho Domínguez, California. “Era un bebé”.
Casos como el de Andrew Ríos, en los que niños de 2 años o menores reciben medicamentos psiquiátricos para tratar comportamientos extremadamente violentos o retraídos, están aumentando con rapidez, según muestran datos. A muchos médicos les preocupa que tales fármacos, diseñados para adultos y aceptados con cautela para ciertos niños en edad escolar, estén siendo utilizados para tratar a menores que aún no dejan la cuna pese a que no se hayan publicado investigaciones sobre su eficacia y posibles riesgos para la salud en niños tan pequeños.
En 2014 se elaboraron casi 20 mil recetas de risperidona, quetiapina (Seroquel) y otros medicamentos antipsicóticos para niños de 2 años y menores, un aumento casi del 50 por ciento en relación con las 13 mil del año anterior, de acuerdo con IMS Health, compañía de datos relacionados con recetas. Las recetas del antidepresivo fluoxetina (Prozac) aumentaron un 23 por ciento en un año para ese grupo de edad, a alrededor de 83 mil.
Los datos de la compañía no indican cuántos niños recibieron tales recetas (muchos niños reciben varias de ellas al año), pero estudios anteriores permiten entrever que al menos se trata de 10 mil. IMS Health revisó los datos a petición del New York Times.
Los datos no indicaron el padecimiento para el que se elaboraron las recetas. Los médicos suelen tener la libertad de recetar cualquier medicamento con cualquier propósito que consideren útil, por lo que algunos fármacos pueden ser utilizados de manera ocasional en formas no demostradas y debatibles. Sin embargo, la cantidad y el rápido ascenso de los psicotrópicos como los antipsicóticos y los antidepresivos en niños de 2 años y menores sugieren una tendencia.
En entrevistas, una docena de expertos en psiquiatría infantil y neurología indicaron nunca haber escuchado de un niño menor de 3 años que recibiera tales medicamentos, y tuvieron dificultades para explicar el fenómeno. Supusieron que los padres de familia y los médicos, probablemente desesperados y con buenas intenciones, trataban de reducir los casos de comportamiento agresivo –el tipo de comportamiento que hace que los niños sean expulsados de guarderías– o tratar una propensión exagerada a la depresión.
“La gente está haciendo lo mejor que puede con las herramientas que tiene disponibles”, comentó la doctora Mary Margaret Gleason, pediatra y psiquiatra infantil en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane. “Los familiares de niños que están sufriendo viven mucha desesperación, y la herramienta con la que cuenta la mayoría de los trabajadores de la salud es el recetario”.
Pero Gleason comentó que el cerebro de los niños de meses se desarrolla con una rapidez enorme y de maneras aún desconocidas, para correr el riesgo de utilizar medicamentos que pueden influir de manera profunda en ese crecimiento. Agregó que los medicamentos nunca estuvieron sujetos a pruebas clínicas formales en niños pequeños debido a tales peligros.
“No hay estudios”, dijo Gleason, “y no ejerceré presión para que se hagan”.
El doctor Martin Drell, ex presidente de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, comentó haber sido “muy presionado para descubrir la lógica” de tales recetas. Igualmente sorprendidos, algunos expertos se preguntaron si los medicamentos fueron realmente consumidos por los niños, o si se recetaron a nombre de los menores cubiertos por el servicio pero fueron utilizados por algún familiar enfermo que no contaba con seguro.
“Pero cuando el río suena es porque agua lleva”, dijo Drell. “Deberíamos evaluar esto por la protección de los niños. Deberíamos identificar a quienes están detrás de tales casos. Quizá no son 10 mil, pero me desagradaría igual que la cifra estuviera en los cientos”.
La mayoría de los expertos sospecharon que la tendencia de medicar a niños cada vez más pequeños para posibles padecimientos psiquiátricos se estaba filtrando a menores de meses. El año pasado, un reporte de los Centros para el Control y la Prevención de enfermedades reveló que personal de salud diagnosticó trastorno de déficit de atención e hiperactividad a al menos 10 mil niños de 2 o 3 años, quienes luego recibieron medicamentos como Adderall (anfetamina y dextroanfetamina) pese a no estar recomendado por las guías de la Academia Americana de Pediatría.
“Me parece que no es ni remotamente posible hacer un diagnóstico de tal tipo de padecimientos en niños de esa edad”, comentó el doctor Ed Tronick, profesor de ciencias del desarrollo y cerebral en la Universidad de Massachusetts en Boston. “Existe un rango muy estrecho sobre lo que la gente cree que debe ser un niño normal. Cualquier desviación de ese modelo los lleva a realizar ese tipo de intervenciones. Me parece una locura”.

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