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Abren restaurante sin meseros ni cajeros en San Francisco

Claire Cain Miller / New York Times News Service

2015-09-08

Nueva York— Hay un nuevo restaurante de quinoa en San Francisco –sí, los restaurantes de quinoa son muy populares en San Francisco, pero eso no es lo importante. En este restaurante, los clientes ordenan, pagan y reciben su comida pero nunca interactúan con persona alguna.
Se llama Eatsa y es el primero de una cadena que tiene ambiciones a nivel nacional y está casi totalmente automatizado. No hay meseros ni alguien que tome su orden detrás de un mostrador. Tampoco hay mostradores. Hay personas que preparan la comida pero no se ven, aunque también hay planes para automatizar totalmente ese proceso, si se logra que sea más barato que emplear a personas.
Para los optimistas, es una manera de hacer la experiencia de visitar un restaurante más eficaz y menos costosa. Para los pesimistas, es el ejemplo más reciente de la manera en que las máquinas están robándole el empleo a la gente. De cualquier manera, el lugar es una especie de paraíso para los misántropos, o aquellas personas que tienen demasiada prisa como para hablar con un mesero.
“Yo no lo llamaría restaurante”, comentó David Friedberg, empresario de software quien fundó Eatsa. “Es como un sistema de entrega de comida”.
La semana pasada, me paré en la fila que avanzaba rápidamente y en un monitor de pantalla plana consulté el menú de ocho platillos elaborados con quinoa (el burrito, el bento y el betabel balsámico, entre otros). Luego me acerque a una iPad en donde anoté mi orden, puse mi nombre y pagué. Mi nombre, que fue tomado de mi tarjeta de crédito, apareció en otra pantalla, y cuando mi comida estuvo preparada, apareció un número enseguida de él.
Correspondía a un compartimiento en donde rápidamente apareció mi comida. Los compartimientos están detrás de unas pantallas transparentes de LCD que se oscurecen cuando la comida es depositada, por lo que no existe ninguna señal visible de la participación de algún humano. Con dos ligeros toques de mi dedo, el compartimiento se abrió y pude tomar lo que ordené.
La quinoa –salteada con arúgula, chirivía y salsa roja de curry– sabía bastante bien.
Si el restaurante emplea pocas personas y es bueno para la economía, ésa es otra cuestión. Los restaurantes, especialmente los de comida rápida, han sido tradicionalmente un lugar en donde los trabajadores poco calificados pueden encontrar empleo. A la mayoría no les pagan mucho, aunque en San Francisco, los empleadores de cierto nivel deben otorgar prestaciones de salud y en 2018 el salario mínimo será de 15 dólares.
Friedberg comentó que ésa no fue la razón por la que su equipo automatizó tantos puestos.
“La tecnología nos permite rediseñar totalmente la manera como la gente puede recibir su comida”, agregó.
La automatización está transformando todas las industrias. Los dueños de negocios están tratando de sustituir el trabajo humano con máquinas. Eso les sucedió a los empleados de las fábricas y a los trabajadores de cuello blanco en los bancos y hasta en los despachos legales. Con los vehículos que se manejan solos, eso podría suceder en el giro de taxis y camiones. También se espera que los robots y máquinas de inteligencia artificial transformen la atención médica.
La automatización, en formas rudimentarias, ya forma parte de muchos restaurantes. Las reservaciones se hacen en línea, las órdenes arriban electrónicamente a la cocina y la cuenta es pagada a través de un iPad. Cadenas como Chili’s y los restaurantes de aeropuertos usan computadoras tipo tablet para ordenar y pagar, a fin de acelerar el proceso y reducir los costos del personal.
Podría ser el indicio de un futuro en el que en un restaurante ya no serán necesarios los meseros. Los restaurantes con meseros podrían convertirse en la novedad, reservados para ocasiones en las que se desee tener más ambiente y una atención personal, a diferencia que “el sistema de entrega de comida” al estilo de Eatsa.
“¿Qué porcentaje de nuestras actuales interacciones humanas permanecerá así a medida que avance la tecnología?”, preguntó Andrew McAfee, cofundador de la Iniciativa MIT en la Economía Digital y coautor de “La segunda era de las máquinas”. “Yo creo que no va a ser algo negativo para mí si en todas las comidas que voy a consumir en cinco años, no interactúo con una persona”.
Eatsa es un ejemplo más de lo rápido que han avanzado las máquinas en los empleos rutinarios como el trabajo de oficina, manufactura y hasta los empleos de conocimiento y servicio –como atender las mesas. Los economistas no están de acuerdo con la idea de que la tecnología vaya a generar más empleos que los que va a destruir, como ha sucedido históricamente.
Friedberg, quien es vegetariano desde hace mucho tiempo y es un apasionado de los platillos elaborados con quinoa, comentó que no fue su intención abrir un restaurante sin humanos. Por el contrario, abrir un restaurante de comida rápida que fuera más rápido, con mejor sazón y menos caro. Él y su equipo determinaron que con la automatización podrían lograrlo.
Por supuesto que reducir los costos en los restaurantes no es nada nuevo. Eatsa remite a los ‘automats’, restaurantes sin meseros que son una combinación de una cafetería y una máquina expendedora. Existen en Japón y en algunas partes de Europa. En Nueva York, el último Horn & Hardart automatizado cerró en 1991. Friedberg comentó que a Eatsa le va bien, utilizando un software y una innovadora cadena de suministro que ha logrado cambiar la manera en la que opera un restaurante.
Él está firmemente del lado de los optimistas que piensan que la automatización beneficia a toda la sociedad, aunque afecta a algunos.
“En raras ocasiones ha habido un cambio tecnológico en el que la gente no se queje de que la tecnología está reemplazando el trabajo de los humanos”, señaló. “La realidad es que el crecimiento económico de la nueva tecnología siempre ha dado como resultado una nueva actividad económica y tipos de empleos.
“Podemos sentarnos todo el día y debatir cuáles son las implicaciones para los trabajadores de bajos ingresos en los restaurantes, pero no creo que eso sea justo. Si aumentar la productividad significa un ahorro en los costos, los consumidores van a tener mucho más para gastar en una gran variedad de cosas”.
Eatsa también podría generar nuevos empleos, agregó, como la fabricación de máquinas automatizadas y sistemas de software –o el cultivo de quinoa.

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