Alison Smale y Andrew Higgins / New York Times News Service
2015-07-06
Berlín—Como canciller de Alemania, Angela Merkel está al frente de un país que premia la rectitud fiscal y la adherencia a las reglas y, tras gastar decenas de miles de millones de euros en programas de rescate durante cinco años, no ha mostrado una gran simpatía ante la exigencia de más ayuda financiera por parte de Grecia.
Como líder de facto de Europa, Merkel enfrenta una serie de responsabilidades muy distintas, empezando con mantener la unidad europea en general y la estabilidad del euro en particular.
Tras la aplastante votación del domingo en Grecia contra los términos del rescate que ofrecieron sus acreedores, ahora Merkel enfrenta una mayor presión que nunca en cuanto a la resolución de tales sensibilidades en pugna –reto que pondrá a prueba su capacidad de liderazgo y ayudará a determinar la dirección que habrá de tomar Europa en un momento tan crucial.
“El asunto ha cobrado una dimensión política que supera por mucho la economía”, comentó Jan Techau, director de Carnegie Europe, grupo de investigación con sede en Bruselas. “Ahora lo que está en juego son los principios de la integración europea: el equilibrio entre lo económico y lo político, entre la firmeza y la solidaridad, y si Europa seguirá siendo un ejemplo de resolución pacífica para el mundo”.
La gran pregunta, de acuerdo con Techau, es la siguiente: “¿Podrá [Merkel] sacar a Europa de esto con una visión política que vaya más allá de lo económico?”.
Ayer lunes, la respuesta inicial de la canciller fue cautelosa como acostumbra, dando pocos indicios sobre el precio que considera que Europa estaría dispuesta a pagar a fin de mantener a Grecia bajo control. Por la mañana, Merkel habló con el primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, y más tarde se reuniría con el presidente François Hollande de Francia, quien se ha mostrado considerablemente más dispuesto que ella a comprometerse con Grecia.
Desde París la noche de ayer en el Palacio del Elíseo, Merkel y Hollande comentaron que Europa está abierta a negociar con Atenas pero la líder alemana utilizó un tono más severo. Declaró que así como los votantes griegos tienen el derecho a hacerse escuchar, las posturas de otras democracias de la Unión Europea también deben ser respetadas.
Merkel agregó que Europa había ofrecido un acuerdo de rescate “generoso” –el que fue rechazado por los votantes griegos el domingo– y que “ahora estamos en espera de propuestas muy específicas por parte del primer ministro griego a fin de que su país pueda regresar a la prosperidad”.
El portavoz de Merkel, Steffen Seibert, comentó anteriormente en Berlín que no había ningún fundamento para sostener más negociaciones con Grecia, a menos en tanto Tsipras no presente una nueva propuesta. El punto muerto creado por el referéndum de Grecia hizo que Bild, el periódico más vendido en Alemania y un fuerte detractor de lo que ve como una afección por el derroche en Grecia, declarara que la votación griega fue “la primera gran derrota” de Merkel.
Seibert señaló que la votación no fue una derrota para Merkel sino simplemente una “aclaración” de la postura de Grecia. El funcionario no insinuó que la votación haya debilitado el compromiso de Alemania con las políticas de austeridad que, de acuerdo con Seibert, tuvieron buenos resultados en España, Portugal e Irlanda.
“Todos son casos de éxitos políticos a los que llegamos en conjunto”, dijo Seibert. “Todos contribuyeron a situar a Europa en una posición más segura y mejorada”.
Más que cualquier otro personaje, Merkel está siendo seguida en busca de liderazgo mientras Europa enfrenta una serie de retos que van más allá de Grecia. Por ejemplo, Gran Bretaña está planeando un referéndum con respecto a su afiliación a la Unión Europea, que correría el riesgo de perder a uno de sus mayores miembros.
Por otra parte, el resurgimiento de Rusia como una amenaza a la seguridad ha dejado ver rupturas entre Europa con respecto a la agresividad con la que habrá de responderse a Moscú. No existe un consenso sobre cómo hacer frente a la situación de los migrantes procedentes de África y Medio Oriente que –cada vez en mayor número– terminan en el sur de Europa, inquietud que se ha vuelto aún mayor con la posibilidad de que Grecia caiga en una crisis más profunda.
Una serie de movimientos nacionalistas y populistas están cambiando la política nacional de muchos países, lo cual hace hincapié en el debate sobre si la Unión se ha vuelto distante de las preocupaciones de sus ciudadanos e incluso antidemocrática.