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Ven cubanos con desconfianza a Marco Rubio

Jason Horowitz / New York Times News Service

2015-07-06

Cabaiguán, Cuba— En el exótico paisaje rural y en los vivos vecindarios donde creció la familia del senador federal Marco Rubio cortando caña, con tabacaleras en labores y donde se busca lo perdido para darle una buena vida a sus hijos, el primer cubano-estadounidense en tener una posibilidad plausible de convertirse en presidente de Estados Unidos es el hijo menos pródigo de la isla.
“Si Marco Rubio es presidente, estamos acabados”, aseguró Héctor Montiel de 66 años, ofreciendo una desaprobación enérgica mientras se encontraba sentado en una calle de La Habana donde creció el padre de Rubio. “Está en contra de Cuba de todas las maneras posibles. Hillary Clinton entiende más el caso de Cuba. Rubio y estos republicanos, están aún en 1959”.
La resistencia al gobierno comunista de Fidel Castro ha servido como base para la identidad personal y política de Rubio. Un republicano por Florida que ha sido identificado en el periódico oficialista Granma como “un representante en el Senado de la mafia terrorista cubanoamericana”, ha argumentado durante años que el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos sólo reafirmaría a un gobierno cubano opresor que empobrece a su gente, limitando el acceso a la información y que viola los derechos humanos.
Esa posición no cambió en los meses previos al anuncio del miércoles sobre que Estados Unidos y Cuba reabrirían sus embajadas en las capitales de ambos países, un paso crítico para terminar un embargo devastador que ha durado medio siglo. Anuncios en las calles rezan: “Bloqueo: el Peor Genocidio en la Historia”, puntualizado con una soga.
Mientras Rubio intensifica su oposición, los cubanos han empezado a verlo como el más prominente de los verdugos estadounidenses.
“¡Nos quiere matar!”, expresa Alain Marcelo de 46 años, sentado en un porche junto a un caballo pastando y una choza pintada de amarillo con la frase “¡Viva Fidel y Raúl!” en Jicotea, un poblado sin alumbrado a donde llegaron los bisabuelos de Rubio desde España a un cañaveral a finales del siglo XIX. “¡Es nuestro enemigo!”.
El objeto de estos ataques asegura que es una “tristeza” cuando el gobierno ha creado la impresión de que desea “matar de hambre al pueblo cubano”. Aunque para Rubio, la satanización es sólo prueba del “bloqueo a la información que está enfrentando la gente en Cuba” y de una mayor justificación a su oposición a la apertura del Presidente Barack Obama de abrirse al gobierno de Raúl Castro.
“Qué bueno que nos vean como una amenaza”, expresó Rubio en una entrevista. “Deberían”.

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