Lomi Kriel / Houston Chronicle / New York Times News Service
2015-07-06
San Marcos— Las bolsas de plástico que contienen los cuerpos se encuentran dentro de una caja de alambre para mantener alejados a los buitres.
Los antropólogos forenses pasan por entre el elevado pasto y unas flores silvestres con centro negro para trasladar a los muertos a un laboratorio cercano para examinarlos.
Todo lo que se sabe acerca de esos cadáveres es que fueron encontrados en algún lugar del Condado de Brooks, que es el epicentro de la muerte para miles de migrantes que cada año cruzan ilegalmente la frontera suroeste.
Para evitar los puntos de revisión federal que se encuentran en Falfurrias, la ciudad principal del condado que se localiza a 70 millas de la frontera, se introducen entre los ásperos arbustos que hay en ese vasto rancho privado.
Docenas de personas mueren cada año a consecuencia del calor y el agotamiento. Muchas nunca son encontradas.
Hasta hace dos veranos los investigadores empezaron a exhumar cadáveres de un enorme cementerio que hay en este lugar, aun los que fueron enterrados descuidadamente sin mucha información, en algunas ocasiones no tenían una lápida, por lo que era casi imposible que los parientes los encontraran.
Actualmente, expertos forenses de la Universidad del Estado de Texas y de la Universidad Baylor están trabajando como voluntarios para identificarlos.
“Es como si nunca hubieran existido”, comentó Kate Spradley, bióloga antropóloga de la Universidad del Estado de Texas. “Todos tenemos el derecho de ser reconocidos como persona”.
En los últimos años, los espeluznantes hallazgos de 120 cadáveres que fueron colocados juntos en bolsas para riesgos biológicos y apilados en ataúdes con muy pocos detalles acerca de cómo o en dónde murieron, dieron lugar a una indagatoria realizada por los Rangers de Texas en junio del 2014, para saber si las funerarias habían violado las leyes.
Aunque determinaron que no lo habían hecho, la existencia de esa fosa común impactó a los legisladores y activistas a favor de los derechos humanos y dejó de manifiesto una serie de problemas en cuanto al manejo de cuerpos no identificados por el Estado.
Más de 6 mil 300 inmigrantes han sido encontrados muertos cerca de la frontera con México desde 1998, de acuerdo a registros federales, expertos señalan que casi la mitad de ellos podrían seguir sin ser identificados.
Sin embargo, debido a que se ha aumentado la vigilancia en la frontera, los migrantes están tomando rutas más peligrosas, tan sólo en los últimos cinco años más de 500 fueron encontrados muertos en el sector del Valle del Río Grande por la Patrulla Fronteriza, la mayoría en el Condado Brooks.
En el Rancho Freeman de la Universidad del Estado de Texas, Spradley y un grupo de graduados toman parte en un esfuerzo meticuloso y tardado para identificarlos.
Después que los cuerpos son traídos, los desvisten cuidadosamente, lavan a mano los pedazos de carne y colocan los restos en unas calderas, en donde los convierten en huesos utilizando el vapor.
“Me pongo a pensar qué pasaría si uno de mis familiares desapareciera y nunca supiera qué le pasó”, comentó Susan Sincerbox de 21 años de edad, quien estudia el penúltimo año de la carrera de Antropología en la Universidad Binghamton en Nueva York.
“El que muera alguien a quien uno ama es difícil pero es peor no saber nunca qué le pasó”.
Las cosas que dejan abandonadas los migrantes son valiosas pistas que aportan datos sobre quiénes eran y de dónde vinieron.
Hay una prenda interior de encaje de color azul pálido y un inhalador con el cuerpo 0414, unos tenis Raptor con franjas amarillas, una blusa de color azul marino y monedas guatemaltecas con los restos 0448.
Está el caso de una mujer que cargaba una enorme bolsa de chiles y otra que parecía que estaba decidida a no padecer hambre en el desierto y tenía paquetes y paquetes de fideos instantáneos.