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Sequía provoca disputa por agua de lluvia

The New York Times

2015-06-15

Denver— Cuando Jason Story compró un viejo barril de salsa de soya para juntar la lluvia que caía de su canaleta, supuso haber encontrado un medio ecológico de regar su jardín. Pero según las peculiaridades de las reglas del agua en el oeste estadounidense, donde las gotas de lluvia se disputan desde que van cayendo del cielo, Story se volvió un infractor.
En el árido poniente el agua es preciosa, más que nunca ahora que la peor sequía registrada en decenios cuece los campos californianos y vacía las presas de la región. Con el propósito de fomentar la conservación, ciudades e instancias hidráulicas de California y otros estados empezaron a proponer a los habitantes usar agua de lluvia para sus jardines en vez de abrir la llave.
Pero Colorado es uno de los últimos lugares a nivel nacional donde los recipientes para el agua de lluvia siguen siendo básicamente ilícitos debido a un complejo sistema de derechos sobre el agua en el cual cada gota cuenta.  
Y cuando esta primavera los legisladores locales intentaron promulgar una ley destinada a permitir a los dueños de viviendas aprovechar la lluvia, quienes abogan por la conservación obtuvieron una lección sobre el poder de las afianzadas reglas que destinan el agua del Oeste a los titulares del primer reclamo. Incluso si se trata de la lluvia que cae del techo de alguien más.
“¿Dónde acaba esto?”, preguntó Story, de 40 años, gerente regional de una empresa de bebidas. “¿Significa que también hay posesión de la nube?”.
El debate acerca del barril de lluvia era el microcosmos de intensas peleas registradas alrededor de la región en torno a quién debe seguir usando el agua y quién debe tener que consumir menos.
En California, agricultores y otros habitantes están reduciendo 25 por ciento o más su consumo del líquido. Las ciudades de la Cordillera Frontal, región de rápido crecimiento en la parte central del estado de Colorado, están compitiendo con ranchos y consumidores de la zona poniente, más húmeda, de la entidad mientras los funcionarios diseñan un plan para el agua. Y al volverse más escaso el líquido, críticos han atacado un sistema de derechos del agua basado en gran parte en antigüedad y reclamos centenarios sobre vías pluviales.
“El reparto del agua no satisface las normas en torno a la justicia que tiene la mayoría de la gente”, dijo Doug Kenney, director del Programa de Políticas sobre el Agua Occidental en la Facultad de Derecho de la Universidad de Colorado. “Mucha gente está claramente sorprendida al ver que se trata de un sistema donde algunas personas se quedan con el 100 por ciento del agua y otras no se quedan con nada”.
En Colorado, la idea del barril para la lluvia fue modesta: un proyecto de ley con apoyo bipartidista permitiría a los dueños de casas adquirir tanques de agua de 55 galones en los cuales, en conjunto, se podría recolectar alrededor de 650 galones anuales —más o menos lo que un estadounidense promedio consume a la semana.
Pero varios funcionarios de riego y políticos representantes de agricultores de la zona oriental del estado vieron peligro —así como violación de los derechos sobre propiedad y principios del agua que están escritos en la constitución estatal.
La Constitución de Colorado y años de casos legales han establecido que la jerarquía del agua se originó cuando algún agricultor, instancia pública, empresa u otro usuario aseguró el derecho a tomarla del sistema de agua superficial. 

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