Debrorah Sontag / New York Times News Service
2015-05-29
Nueva York— Para conmemorar el décimo aniversario del tsunami que ocurrió en el Océano Índico en 2004, Petra Nemcova, una modelo checa que sobrevivió al desastre colgada de una palmera, decidió utilizar la recaudación anual para la organización de caridad que fundó y se dedica a la construcción de escuelas, el Fondo Happy Hearts.
Nemcova hizo una reservación en Cipriani, un lujoso restaurante situado en la Calle 42 en Manhattan, y recibió a sus invitados con cócteles Bellini servidos en charolas de plata. Le pagó el boleto de avión a Sheryl Crow y su banda para una actuación de 20 minutos.
La gala le costó 363 mil 413 dólares. Pero, ¿cuál fue el verdadero derroche? Bill Clinton.
El ex presidente de Estados Unidos aceptó recibir un premio por sus logros en la vida durante el evento que se llevó a cabo en junio de 2014 luego de que Nemcova ofreciera una contribución de 500 mil dólares para la Fundación Bill, Hillary y Chelsea Clinton.
El donativo, que se hizo a finales del año pasado después de que la Fundación enviara a la organización de caridad una factura por casi la cuarta parte de los ingresos netos de la noche –lo suficiente como para construir 10 pre-escolares en Indonesia.
La ex directora ejecutiva de Happy Hearts considera que la transacción fue un toma y daca, que desvió los donativos destinados a una pequeña organización para obras de caridad con la misión concreta de reconstruir escuelas después de los desastres naturales, a una fundación más grande que tiene una agenda más amplia y un presupuesto 100 veces mayor.
“La Fundación Clinton había rechazado la invitación del Fondo Happy Hearts en más de una ocasión, hasta que se hizo una ligeramente velada petición y luego, el ofrecimiento de un honorario”, comentó la ex directora ejecutiva Sue Veres Royal, quien ocupó ese puesto en el momento en que se llevó a cabo la gala y fue despedida unas semanas después en medio de conflictos relacionados con ese evento y otros asuntos.
Funcionarios de prensa de Nemcova y de la Fundación Clinton dieron a conocer este jueves que la Fundación no había solicitado el donativo y que el dinero podría ser utilizado en proyectos para Haití, que aún no han sido definidos.
Aunque nunca se había dado a conocer, el episodio proporciona un vistazo a la manera en que la Fundación Clinton depende del prestigio de esa familia para conseguir donadores grandes y pequeños, ofreciendo la posibilidad, como fue descrito en el reporte anual de la Fundación, de lograr conexiones lucrativas globales y de participar en una misión mundial para “abrir el potencial humano” a través del “poder de una colaboración creativa”.