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Por intolerancia, buscan judíos de Turquía regresar a España

Ceylan Yeginsu / New York Times News Service

2015-05-28

Estambul— Para Rafi, un crucigrama antisemítico de un diario local fue la afrenta final. Sabía que tenía que marcharse de Turquía.
‘‘Hay muchas razones para marcharse: falta de oportunidades laborales, creciente polarización dentro de la sociedad y dirigencia opresiva. Sin embargo, el odio hacia nuestra comunidad ha sido para mí la gota que derramó el vaso’’, dijo Rafi, de 25 años, diseñador con base en Estambul, quien solo dio su primer nombre por temor al acoso de nacionalistas turcos. ‘‘Aquí no hay futuro’’.
Rafi es uno de miles judíos sefarditas en Turquía que rastrean su origen en España y ahora están solicitando la ciudadanía española en anticipación de una iniciativa parlamentaria que se prevé sea aprobada este mes en Madrid, la cual le otorgaría la ciudadanía a los judíos que fueron expulsados en 1492, durante la Inquisición.
En su mayoría buscan viajes exentos de visa dentro de Europa y una oportunidad de escapar de lo que ven como un aumento del antisemitismo en Turquía. Sin embargo, muchos se enamoran de la idea de revertir la travesía de sus ancestros varios siglos atrás, mientras escapaban de la persecución en España y se establecían en los alrededores más tolerantes del Imperio Otomano.
El sentir contrario a los judíos no es poco común en los medios informativos de Turquía, pero las implicaciones del crucigrama generaron ondas de choque a lo largo de Turquía. Presentaron una imagen de Adolfo Hitler con el lema, ‘‘Sentimos nostalgia por ti’’.
‘‘Los judíos son atacados por todo el mundo pero el año pasado, el nivel del discurso de odio en Turquía alcanzó un nivel inquietante’’, destacó Rafi.
Durante el siglo XV, alrededor de medio millón de judíos sefarditas buscaron la seguridad del Imperio Otomano, y prosperaron allá bajo el gobierno del Sultán Bayezid II.
‘‘A los judíos no solo se les permitió asentarse en las tierras otomanas, sino que fueron alentados, ayudados y, a veces, incluso obligados’’, escribió el historiador británico-estadounidense Bernard Lewis en su libro, ‘‘Los judíos del islam’’.
Pero, desde el comienzo del siglo XX y la fundación de la República de Turquía en 1923, la población judía de Turquía ha estado bajando marcadamente. Un discriminatorio impuesto a la riqueza en los años 40 del siglo pasado, introducido por un gobierno secularista, así como la creación del estado de Israel, redujeron el número de residentes judíos en decenas de miles.
Los que se quedaron enfrentaron presión para asimilarse, y el turco reemplazó rápidamente al ladino, el lenguaje judeo-español de judíos sefarditas. Actualmente, solo un pequeño porcentaje de judíos sefarditas ya mayores habla la lengua de sus ancestros.
‘‘Mi abuela solía cantarme canciones de cuna ladinas, pero yo solo recuerdo unas cuantas palabras’’, dijo Rafi. ‘‘Nuestra generación se está concentrando en aprender español moderno para la ciudadanía española’’.
A lo largo de la pasada década, bajo el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo, de raíces islamistas, y presionada por una serie de letales ataques terroristas en sinagogas y un repunte del antisemitismo, la población judía - que en su mayoría son sefarditas - se ha reducido a 17,000 de 19,500 en 2005, con base en cifras obtenidas del Rabinato Supremo en Estambul.
Si bien los judíos se han sentido cada vez más inquietos a lo largo de los últimos dos años, Selin Nasi, columnista de Salom, semanario judío, reconoció que Turquía había dado algunos pasos positivos y simbólicos para mejorar las relaciones con judíos.
El gobierno turco invirtió 2.5 millones de dólares en un proyecto para restaurar la Gran Sinagoga de Edirne y, por primera vez este año, participó en el Día del Holocausto de Naciones Unidas.
‘‘Estas medidas son buenas, pero nunca vemos una continuación’’, dijo Nasi. ‘‘Siempre es un paso adelante, un paso atrás, retórica confusa y puesta en marcha inconsistente que causa que la comunidad se ponga aprensiva’’. En un mitin del año pasado, el Presidente Recep Tayyip Erdogan afirmó que él era el primer líder musulmán que denunciaba el antisemitismo.
Sin embargo, ha participado en acalorados intercambios con la dirigencia israelí, principalmente en torno a Gaza. Algunos analistas dicen que esas disputas, combinadas con su diseminación de teorías de conspiración que implican a judíos con frecuencia, han fomentado antisemitismo.
El nerviosismo entre judíos de Turquía en Estambul subió en 2013, luego que Erdogan acusara a un ‘‘cabildo tasa de interés’’ de apoyar protestas generalizadas en contra del gobierno que, supuestamente, iban a derribar a la economía y derrocar a su gobierno.
‘‘En Turquía podía decirse que el antisemitismo es marginado, hasta que se enciende el televisor y se ve al presidente y otros políticos maldiciendo a judíos en público’’, dijo Louis Fishman, profesor asistente en el Brooklyn College, quien se especializa en asuntos turcos-israelíes. ‘‘Cuando se tienen despliegues públicos de discurso de odio de políticos, eso cambia el panorama considerablemente’’.
Con base en un sondeo conducido en julio de 2013 para la Liga Antidifamación, abrigan actitudes antisemíticas 69 por ciento de los turcos. Durante la guerra del verano pasado entre Israel y milicianos palestinos en Gaza, medios informativos a favor del gobierno en Turquía empezaron una serie de campañas antisemíticas por medios sociales que atizaron el sentir antijudío.
Después de que un cantante publicara: ‘‘Que Dios bendiga a Hitler’’ en Twitter, Melih Gokcek, el alcalde de la capital turca, Ankara, quien tiene más de 2.5 millones de seguidores, respondió: ‘‘Le aplaudo’’, y alentaba a otros a participar.
Muchos turcos responsabilizan por el aumento del sentir contrario a los judíos a las acciones del gobierno israelí, particularmente la muerte de civiles durante la guerra de Gaza. ‘‘Si la comunidad judía de Turquía no pone fin a las acciones de Israel, ocurren cosas muy malas’’, escribió por Twitter Bulent Yildirim, presidente de la Fundación de Ayuda Humanitaria IHH.
Pero, a los ojos de la mayoría de los judíos que fueron entrevistados, eso equivale a un castigo colectivo. ‘‘Cuando se critica con dureza a Israel, el gobierno condena a judíos sin hacer una diferenciación, lo cual incita el odio hacia la comunidad’’, dijo Mert Levi, de 26 años de edad, judío sefardita que dejó Turquía durante unos pocos meses el verano pasado debido a las tensiones que sentía en Estambul.
‘‘Era tan denso que se podría haber cortado con un cuchillo’’, dijo. ‘‘Se puso tan mal que en algunos círculos teníamos que pensarlo dos veces antes de dar nuestros nombres’’.

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