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Republicanos buscan cerrar brecha con hispanos

Jack Healy / New York Times News Service

2015-05-26

Aurora, Colorado— Bajo el tejado rojo del restaurante de comida mexicana Lupita’s, Elizabeth Oxley y su hija de 23 años, Leticia, trabajan siete días a la semana, desde el desayuno hasta la última orden, para pagar el precio del “sueño americano” de su familia. Tienen que cubrir 250 mil dólares en el restaurante por concepto de renovaciones. Hipoteca. Préstamos universitarios.
“No puedo ni levantar la cabeza”, asegura Oxley de 58 años, que nació en una villa montañosa de Perú, vino aquí hace décadas y se quedó con una visa de turista vencida. Pasó años trabajando en restaurantes y puestos de comida, y ahora, como ciudadana, es parte el boom hispano que remoldea la vida y la política en una esquina del país alguna vez fiable en su conservadurismo.
Oxley acepta la imagen de un país personificado por la Cámara de Comercio local y el partido republicano. Su hija, la primera en la familia en nacer en Estados Unidos, es más socialmente liberal, encaminada a un programa de diseño en una escuela de Manhattan y vota mayoritariamente demócrata. Pero algunas de sus ideas no encajan dentro del dogma partidario. La madre Oxley sostiene que los migrantes indocumentados merecen un estatus legal y que los jóvenes en ocasiones tienen fricciones al integrarse en una red social de seguridad cuando no pueden darse el lujo de beber con sus amigos.
Colorado es un estado con voto oscilante, y el restaurante de los Oxley se encuentra asentado en una avenida abundante en migrantes –donde hay taquerías, servicios de envío de dinero y mercados mexicanos–, propensos ambos a convertirse en un laboratorio para las aspiraciones y ansiedades de republicanos y demócratas en la elección presidencial del próximo año.
Ambos partidos tienen contemplado cortejar agresivamente al votante latino, con los demócratas en busca de cimentar su frente en este bloque crucial y los republicanos intentando robar fichas a su favor, quizá nominando a un candidato como el senador Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, o Jeb Bush, ex gobernador de Florida que habla español.
Este mes, Hillary Rodham Clinton anunció una política migratoria en Nevada (27 por ciento hispano) que menciona un camino hacia la ciudadanía y señaló que apoyaría y expandiría las acciones migratorias del presidente Barack Obama. Bush ha realizado apariciones de alto perfil ante los hispanos, incluyendo una reunión en el Palacio del Ayuntamiento de Puerto Rico.
Los hispanos en Colorado y a lo largo del país votan por los demócratas en más de 60%, de acuerdo con el Pew Hispanic Center, y fueron un pilar en la coalición de Obama en las últimas dos elecciones presidenciales. Pero Cory Gardner, republicano, desbancó a Mark Udall, demócrata, en la carrera por el Senado en Colorado el año pasado tras unirse a los republicanos en ciertos votos sobre migración. Y en Aurora, el representante republicano Mike Coffman, que alguna vez apoyó el negar la ciudadanía automática a los hijos de migrantes indocumentados nacidos en el país, fue ratificado en su cargo en el Congreso en un distrito que se reconfiguró para convertirse 20% hispano.
Los republicanos aseguran que reviraron su fortuna en parte al alejarse de una retórica de “amnistía” e “indocumentados” encarnada en correligionarios del ala dura como Tom Tancredo, que estuvo en el escaño de Coffman por una década hasta 2009. El partido perdió votantes latinos por más de 40 puntos en 2012, según arrojó una encuesta. Para revertir eso, aseguraron republicanos moderados, los candidatos han dejado de hablar de muros fronterizos, deportaciones voluntarias y han echado raíces en vecindarios de migrantes.
“Tienes que empezar tratando a los miembros de la comunidad con respeto y no adoptar ese tono duro que hemos visto con algunos funcionarios y candidatos republicanos”, señaló Ryan Call, ex dirigente estatal del Partido Republicano. “Existe el riesgo con los candidatos que buscan la nominación. Algo en su retórica y tono tienen el potencial de alienar a una cifra significativa de la población en nuestros vecindarios hispanos”.
Que decidan seguir ese camino dependerá de cuál candidato surge de las elecciones primarias, dominadas por votantes conservadores. En entrevistas con votantes hispanos aquí y por todo Colorado también se hizo énfasis en la dificultad de borrar la imagen antiinmigrante que ha alejado a posibles votantes hispanos tras dos años de dificultades en el Congreso, donde una Cámara Baja dirigida por republicanos hizo fracasar una iniciativa bipartidista del Senado que incluía un camino a la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados del país.

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