Jennifer Medina / New York Times News Service
2015-05-23
Los Ángeles— Incluso desde la Fiebre del Oro, los agricultores de California han reclamado su derecho al agua y lo han protegido celosamente a emplearlo en los campos de irrigación que han convertido al estado en un proveedor de comestibles de la nación.
Pero ayer, en una señal de cómo la sequía histórica ha reacomodado el sistema, funcionarios estatales aceptaron una oferta de los productores agrícolas en el delta de Sacramento y el río San Joaquin para ceder un cuarto de su agua asignada para esta temporada, ya sean optando por no sembrar en zonas de sus terrenos o encontrando otros mecanismos para reducir el uso de agua. A cambio, el Estado les aseguró que no habrá reducciones adicionales en la temporada de cultivo.
El acuerdo es una concesión importante de los productores que los funcionarios esperan que impulsará otros acuerdos similares a lo largo de la industria agropecuaria estatal, que emplea el 80 porciento del agua de consumo del estado en un año típico.
“Nos encontramos en una sequía sin precedentes, y tenemos que ejecutar los derechos del estado respecto al agua de forma sin precedentes”, aseguró Felicia Marcus, directora estatal de la Junta para el Control de Recursos Hidráulicos. “Esto es un avance en lo que ha sido una larga batalla retórica. Es un cambio significativo que la gente diga: ‘sabemos que esto es complicado. Queremos algo de buena fe que sea una solución práctica para todos’”.
En las semanas desde que el gobernador Jerry Brown anunciara reducciones a lo largo de la junta en los sistemas urbanos de agua potable, los agricultores del estado se habían convertido en chivos expiatorios.
Los residentes que estaban dispuestos a reducir sus tiempos en las bañeras y a no regar sus jardines acusaron con molestia a la industria agrícola de no hacer lo suficiente para reducir su consumo de agua, aunque varios productores habían enfrentado ya reducciones drásticas del vital líquido en los últimos dos años.
Los agricultores en todo el estado se sintieron acosados, y respondieron con campañas de relaciones públicas que enfatizaban sus medidas de conservación y explicaban cómo mucho de lo producido alimentaba al resto del país.
Aunque el acuerdo alcanzado ayer no parece que tendrá un efecto drástico en los precios de los alimentos o del abasto del líquido, la concesión realizada por los agricultores en aquel delta –que en conjunto cuentan con el 10 porciento de la tierra productiva del estado– fue un gesto preventivo para eliminar en potencia reducciones más profundas. Con el acuerdo, los productores que deseen participar en el mismo tendrán hasta el 1 de junio para presentar un plan al estado y demostrar cómo lograran la reducción.
El acuerdo aplica sólo a los agricultores del delta que tienen predios pegados al río o a una corriente y que tienen derecho para desviarla, lo que se conoce como derecho de ribera. Si los productores con tales derechos no se involucran en el programa, podría enfrentarse a reducciones más drásticas posteriormente en el año, informaron los funcionarios.