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Tendrá América Latina santo revolucionario

Elisabeth Malkin / New York Times News Service

2015-05-23

San Salvador— Decenas de miles de personas llenaron ayer las calles de la capital de El Salvador para celebrar la beatificación de Óscar Romero, el arzobispo católico romano que caminó junto al pueblo en su pobreza.
Bajo un sol brillante, los fieles se unieron en las alabanzas y oraciones del ritual en honor a Romero, quien fuera asesinado mientras celebraba la misa nocturna el 24 de marzo de 1980.
Conforme toda una serie de imágenes eran dejadas en el lugar para conmemorar el último paso de Romero hacia la santidad, una destacó entre las demás: la eucaristía que Romero no pudo completar.
“Romero fue un buen sacerdote y un obispo sabio, pero sobre todas las cosas fue un hombre virtuoso”, comentó el cardenal Angelo Amato, emisario del Papa Francisco que presidió la ceremonia.
“Veía el sufrimiento de su lugar natal con esperanza en el corazón”, continuó Amato. “Sus palabras no eran un llamado al odio y la venganza sino una valiente exhortación de un padre a sus hijos divididos”.
El rostro paternal de Romero estuvo en todas partes, desde el altar solemne y las camisetas de los fieles. Romero le pertenecía a todos.
“En su abrazo uno podía sentir el gran amor que nos tenía a los pobres, porque somos pobres”, comentó Victoria Ramírez, empleada de limpieza de 51 años. “Nos sentíamos protegidos por él, pero ¿quién lo protegía a él?”.
“Era nuestro salvador”, continuó Ramírez. “Aunque la Iglesia diga que él es suyo, él es de nosotros. Siempre de nosotros. La Iglesia siempre representa a los ricos. Se quieren apoderar de él… pero él es de nosotros”.
En un comunicado ayer, Barack Obama indicó: “El arzobispo Romero era una inspiración para el pueblo de El Salvador y de todo el continente”.
En los años previos a su asesinato, Romero se había convertido en el defensor de los pobres de El Salvador, condenando la injusticia social y manifestándose contra la represión política que había desatado una ola de asesinatos.
Muchos aquí dieron un sentido político al evento. “Él decía la verdad sobre la situación del país en aquellos días”, comentó Osmin Monterrosa Paz, de 40 años. “La situación es igual o peor ahora”.
“Siempre nos dijeron que los ricos nacieron así, que Dios quiso que así fuera”, dijo Monterrosa, quien trabaja acomodando vehículos. “Pero la mayoría de los ricos han tomado lo que tienen a la fuerza. Y al final terminan más ricos y cada vez hay gente más pobre”.
Monterrosa señaló haber visto una respuesta en el ejemplo de Romero. “Él creía en la igualdad pero por medio de la fuerza del amor, no de la violencia”.
Por años, la beatificación del arzobispo se vio retrasad, pues su defensa de la justicia social causaba incomodidad en la jerarquía conservadora del Vaticano y entre muchos obispos latinoamericanos.
Pero el Papa Francisco, quien conoce de cerca las fuertes divisiones económicas de la región, aceleró el proceso este año.
Para llegar al sitio de la beatificación, los feligreses caminaron bajo la lluvia la tarde del viernes desde la catedral de la ciudad hasta el pequeño parque en un área comercial donde se colocaron hileras de sillas blancas de plástico para los asistentes.
Hubo música, canto y alegría. En una camioneta, un altavoz repetía los discursos de Romero, con su voz resonando la denunciar la violencia y la pobreza.
Las personas compartieron recuerdos. Roberto Caledonio, guía de turistas, tenía 6 años cuando Romero fue asesinado. Sus padres lo llevaron al funeral en la plaza central de San Salvador, donde francotiradores empezaron a disparar a la multitud.
“Fue muy difícil hacer callar su voz”, dijo Caledonio. “Ahora es más fuerte que nunca”.
Por su parte, los más jóvenes no recuerdos directos de Romero. Natalia Vanegas, de 17 años y originaria de la ciudad provinciana de Santa Ana, comentó haber crecido escuchando sus homilías.
“Es una persona a la que puedo decir que quiero”, dijo Vanegas, casi irradiando alegría. “Quiero seguir su ejemplo y no hacer distinción entre las personas por su clase social”.
Y ya decidió cuál será su futuro: quiere ser doctora y trabajar para los pobres.

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