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Sigue Jeb Bush dieta rigurosa

Michael Barbaro / New York Times News Service

2015-04-24

Nueva York— El Steak Tips Susanne, el platillo de 21 dólares en el Hilton Garden Inn de Manchester, New Hampshire, llegó detalladamente preparado: una tira de filete, un pimiento sofrito y cebollas caramelizadas encima de una capa de lingüine con una ración de pan de ajo.
Luego el platillo lo personalizó Jeb Bush: el pan de ajo fue enviado de inmediato al platillo de un asistente cercano. La pasta fue puesta, silenciosamente, de lado.
Un invitado en la mesa, convencido de que Bush de 62 años no podría ser saciado, le ofreció una pieza de su salmón.
¿Era verdad, el invitado preguntó, que el estómago se reduce durante la dieta, calmando los pinchazos del hambre? Para nada, respondió Bush.
“Siempre tengo hambre”, agregó.
Bush piensa en contender por la presidencia. Y se muere de hambre.
Mientras se prepara para competir contra adversarios más jóvenes y esbeltos en el bando republicano, Bush ha adoptado un programa de reducción de peso drástico que reduce tallas de forma dramática mientras inflige un daño colateral: episodios momentáneos de incomodidad.
Los experimentos en la reducción de ingesta –con nulo almidón, productos lácteos o azúcares refinados, apegado a los principios de la dieta paleo– pueden parecer extremos. Pero contrario a su hermano, que le gustaba andar en bicicleta de montaña, y a su nonagenario padre esbelto, Bush ha batallado para mantener los kilos a la distancia, intentando incluso subir 22 pisos por escaleras para unirse a la fiebre de la dieta Atkins, baja en grasa, de inicios de la década pasada.
La rígida abstención corre el riesgo de mantenerlo a la distancia de un electorado estadounidense que aún devora carbohidratos y, tras ocho años de un presidente adicto al té, que busca aún a un mandatario interesado en la comida.
¿Compartir el pan con los de Iowa? Mejor almendras, el tentempié de altas proteínas, favorito de Bush.
¿Comer hamburguesas en New Hampshire? Mejor ensalada con pollo frito, su primera elección para comer.
Durante una reunión con veteranos en Colorado Springs, Colorado, hace un par de días, una gruesa capa de hotcakes fue puesta enfrente de Bush en IHOP, junto con un segundo plato de huevos, tocino y panecillos. Los veteranos comieron. Bush dejó su porción sin ser tocada, para desilusión de los empleados del restaurante.
Hasta el momento, Bush ha mostrado una fidelidad considerable a la dieta, inspirada en simples ingredientes disponibles a nuestros ancestros del paleolítico, con la cual ha perdido cerca de 15 kilogramos desde diciembre, de acuerdo con amistades y observadores cercanos.

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