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Pese a errores, ataques de drones ‘pegan’ a al-Qaida

Declan Walsh / New York Times News Service

2015-04-24

Londres— Las revelaciones de que se registraron pérdidas de alto nivel entre los líderes de al-Qaida en la zona tribal de Paquistán han resaltado la manera en la cual los años de ataques estadounidenses con aviones robot han disminuido y dispersado los rangos superiores del grupo miliciano, obligándolos a ceder prominencia e influencia en Yemen y Somalia a nuevas organizaciones más agresivas.
Aunque el ataque con drones realizado por la CIA que provocó la muerte de dos rehenes occidentales ha desatado intensas críticas sobre el programa de naves a control remoto y tal vez lleve a su reevaluación, los éxitos que Estados Unidos ha tenido en el transcurso de los años al matar a operativos de alto nivel de al-Qaida en su propia base han mermado al grupo miliciano y lo han hecho tener ante sí decisiones difíciles, según funcionarios de antiterrorismo y analistas.
El proceso de desgaste se ha visto acelerado por el surgimiento del Estado Islámico, cuyas impresionante brutalidad y propaganda superior han arrebatado fondos y reclutas. En la zona tribal, una campaña militar paquistaní iniciada el verano pasado ha replegado a los comandantes de al-Qaida a regiones aun más remotas como el Valle Shawal, donde el 15 de enero dos de ellos resultaron muertos junto con Warren Weinstein, un rehén estadounidense, y Giovanni Lo Porto, un rehén italiano.
Hasta el deceso de Weinstein, preciado rehén a quien al-Qaida desde hacía largo tiempo había intentado canjear por prisioneros o dinero, resulta emblemático de las condiciones del sitio. Mientras que el Estado Islámico ha convertido en Siria la ejecución de rehenes en un macabro espectáculo propagandístico, al-Qaida no ha visto ningún dividendo por el hecho de que sus enemigos estadounidenses le hayan arrebatado, aunque no fuera intencionalmente, a sus cautivos.
“El núcleo de al-Qaida es una caricatura de lo que fue”, dijo un funcionarios estadounidense de antiterrorismo, opinión compartida por varios funcionarios europeos y paquistaníes.
Los paquistaníes calculan que al-Qaida ha perdido 40 integrantes, de todos los rangos, durante los ataques de Estados Unidos con drones efectuados durante los últimos seis meses —cifra mayor que la reportada por otras fuentes pero que indica una tendencia mayor. Ahora, dicen, los comandantes de al-Qaida están retomando la relativa seguridad, y el aislamiento, de ubicaciones de las cuales alguna vez huyeron, como las montañas del oriente afgano y Sudán.
Pero expertos en militancia advierten ser demasiado pronto para anunciar la muerte de los líderes de al-Qaida, caracterizados por su paciencia y adaptabilidad, y quienes, a pesar de la adversidad, siguen siendo el principal grupo muyahidín concentrado en atacar a Occidente.
“La gente siempre quiere saber cuándo se terminará el trabajo”, dijo Michael Semple, experto en militancia de la Universidad Queen’s en Belfast, Irlanda del Norte. “No creo que podamos hablar de eso. Están en desventaja, más que estar eliminados”.
La revelación hecha por el presidente Barack Obama de que en enero una operación de antiterrorismo causó la muerte de tres estadounidenses y un italiano —los dos rehenes y dos líderes de alto nivel de al-Qaida— permitió un raro vistazo sobre la guerra encubierta en la frontera tribal de Paquistán, así como un indicio en torno a lo difícil que sigue siendo obtener información acerca de las actividades de al-Qaida en ese lugar. Aunque los ataques que mataron a Weinstein y a Lo Porto ocurrieron hace varios meses, Obama dijo que hasta hace poco pudo confirmar los decesos.
Pero hay pocas dudas de que los escarpados valles y profundos bosques se hayan convertido en un fatal refugio para los líderes de al-Qaida. “Los drones han dejado a al-Qaida desgastado”, dijo en Pehawar un funcionario paquistaní de seguridad, quien pidió no ser identificado. “Están desorganizados, tratando de reorganizarse pero batallando para encontrar gente capaz de encabezar la organización”.
El grupo había puesto la esperanza del nuevo liderazgo de al-Qaida en el subcontinente indio, donde en septiembre el líder de al-Qaida Ayman al-Zawahri inició una franquicia local, aparentemente con el propósito de contrarrestar las campañas de reclutamiento que hace el Estado Islámico.

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