Al Baker / New York Times News Service
2015-04-18
Nueva York— En medio de la indignación nacional tras los ocho disparos por la espalda efectuados por un policía contra un sospechoso desarmado mientras huía en Carolina del Sur, el comunicado del sindicato local de la Policía tenía un fragmento de arrepentimiento y contrición. Sí, reconoció el organismo, el tiroteo estuvo “más allá de todo entendimiento”.
Pero el resto de la declaración de siete párrafos por John C. Blackmon, presidente de la Orden Fraternal de la Logia Policial número 3 en Carolina del Sur, se concentró en el ataque hacia las “mentiras” de críticos y en defender a la Policía que en reflexionar sobre los disparos efectuados por Michael T. Slager, el policía de North Charleston que privó de vida a Walter L. Scott.
“No permitan que agitadores profesionales aprovechen el momento para hacer avanzar sus a menudo opiniones autocomplacientes de lo que estuvo mal en Carolina del Sur”, fustigó en el comunicado, el cual fue emitido el 9 de abril. Eso fue dos días luego que saliera a la luz cómo Slager de 33 años, derribaba a tiros a Scott de 50, en un predio enseguida de un taller mecánico en las orillas de North Charleston.
Cuando los agentes policíacos hacen algo mal, históricamente sus sindicatos han cerrado filas entre los elementos bajo sospecha, ya sea en Albuquerque, Nuevo México, la ciudad de Nueva York y otros puntos donde la Policía se ha encontrado bajo escrutinio en años pasados.
Pero en medio de una creciente ola de enojo y resentimiento canalizado hacia la Policía y, quizá más importante, vívidos documentos registrados en video que echan abajo o cuestionan el accionar de los agentes, los sindicatos policiales de todo el país reconsideran cuál es la mejor forma de transmitir su mensaje.
El instinto de varios es mantenerse a raya contra lo que pueden ver como intentos por socavar a la Policía al enfocarse en las imprudencias relativamente raras de agentes. Pero otros consideran que se debe producir una nueva aproximación introspectiva.
“Es importante para los sindicatos volverse más honestos y autocríticos sobre la conducta policial y no cegarse en defender a cada uno de los incidentes causados por agentes”, comentó Samuel Walker, profesor emérito de Justicia Criminal en la Universidad de Nebraska en Omaha, que testificó en enero respecto a las Políticas para el siglo XXI sobre Operativos Especiales del presidente Barack Obama. “Aunque para lograr eso”, agregó, “los agentes dentro de los departamentos deben dar un paso adelante y tomar control de los sindicatos y llevarlos hacia la dirección correcta”.
Mucho está en juego. Los agentes policiales no sólo necesitan conservar el respecto y la buena voluntad de la ciudadanía para hacer su trabajo con efectividad, sino que también dependen de esa buena voluntad en las batallas políticas sobre salarios, pensiones y beneficios, en lo que han tenido más éxito que otros funcionarios públicos en años recientes.
Así, de acuerdo con muchos agentes y funcionarios, es esencial transmitir un mensaje eficaz y no uno meramente reactivo.
“Al que no habla Dios no lo oye. Nadie obtendrá las dos versiones de la historia”, comentó el detective Stephen S. Loomis, presidente del mayor sindicato de policías de Cleveland.