Reforma
2018-06-18
Apenas es el primer partido de la Selección Mexicana, apenas fue uno a cero, nadie pensaba siquiera que podrían empatar con el campeón del mundo, pero pasó. En México, la confianza llega después del triunfo: "¿Y dónde están y dónde están, esos alemanes que nos iban a ganar?", sonaba.
"¡Ay, ay, ay, ay, canta y no llores...!". La turba bañada en espuma, daba vueltas y vueltas en el Ángel de la Independencia.
El comerciante Enrique Pérez se amarró cuatro nopales en la frente e inventó cantos: "¡Ni Anaya ni el Peje: Chucky presidente!".
Otro coro cantado también en 1986 resonó ahora: "El día del padre, les dimos en la madre".
Adolescentes, adultos, abuelos y extranjeros festejaron, compraron trompetas, se pintaron el rostro, ondearon banderas y repartieron alegría en la simbólica glorieta.
Hubo hasta quien envuelto en la bandera de México, trepado en un semáforo, se lanzó desde una altura de tres metros y medio para que lo atraparan entre risas y gritos.
Al unísono, pero en Moscú, los alrededor de 35 mil aficionados que presenciaron el partido en el estadio, bailaban al mismo paso en las calles y no paraban de gritar la victoria.
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