Nacional

Trump no es tan feroz después de todo

Los Angeles Times

2017-05-09

Lo peor podría haber pasado –aunque no es momento para celebrar.
Eso parece ser el consenso aquí, más de tres meses de haber iniciado la administración del presidente Trump, cuyo enfoque en México y los mexicanos provocó una profunda inquietud económica, social y política en ese país.
No hace mucho, una gran cantidad de personas temía que la agenda de Trump pudiera empujar al país hacia una ruina económica y hasta destrozar la psique colectiva mexicana como no lo había hecho ningún otro líder estadounidense en décadas.
Sin embargo, los escenarios del fin del mundo se esfumaron cuando Trump dejó de pronunciar sus características amenazas contra México sobre la política comercial y de inmigración.
El peso mexicano, que inició un constante deslizamiento mientras la fortuna de Trump aumentaba durante la campaña presidencial de Estados Unidos del año pasado, recuperó un poco la estabilidad.
“Aunque sería absurdo pensar en que ya se arreglaron las cosas, todo indica que ya pasó lo peor”, escribió la semana pasada el columnista Enrique Acevedo en el periódico Milenio.
“La tensión ha disminuido”.
El título de la columna “El muro de la discordia”, es una alusión al característico compromiso que hizo Trump de construir un muro a lo largo de las casi 2 mil millas de frontera.
El muro parece estar inmerso en medio de disputas sobre el financiamiento y una gélida recepción que tuvo en el Congreso y en las comunidades fronterizas de Estados Unidos.
México rechazó con vehemencia la insistencia de Trump de que pagaría esa valla, un enfrentamiento que dio lugar a que el presidente mexicano Enrique Peña Nieto cancelara su viaje a Washington, justo días después de la toma de protesta de Trump.
Ese fue el punto más bajo en las recientes relaciones entre Estados Unidos y México.
El incierto destino del muro se ha convertido en un símbolo de la brecha que existe entre las bravatas de Trump y lo que puede lograr realmente en Washington.
“Los primeros 100 días del gobierno de Trump no fueron tan desastrosos para México como se había esperado”, escribió Raúl Rodríguez Cortés en el periódico El Universal.
“Por lo menos hasta ahora”.
Hasta los críticos de Peña Nieto le dieron el crédito a su administración por el hábil manejo de un desafío sensitivo y potencialmente catastrófico. Muchas personas le han urgido al gobierno que sea más beligerante, pero la Ciudad de México optó por un enfoque de bajo perfil aunque firme.
Aquí se ha reportado ampliamente que el canciller Luis Videgaray, quien es un cercano colaborador del presidente mexicano, ha logrado cultivar una sólida relación con Jared Kushner, el yerno de Trump y su cercano asesor.
Funcionarios mexicanos y sus intereses comerciales, que desde hace tiempo han tenido vínculos con sus contrapartes del norte, han contactado a los industriales, legisladores y otros estadounidenses para presionar contra la agenda de Trump.
En el ámbito crucial de la aplicación de la ley, México ha dejado de manifiesto sus considerables esfuerzos para contener a los inmigrantes centroamericanos a lo largo de su frontera sur, en medio de indicios de que las políticas de Trump podrían poner en peligro esa colaboración.
Actualmente, los centroamericanos superan el número de mexicanos que han sido arrestados en territorio estadounidense por haber cruzado ilegalmente hacia Estados Unidos.
Cuando dos de los principales enviados de Trump, el secretario de Estado Rex Tillerson y el secretario de Seguridad Interna John F. Kelly, visitaron la Ciudad de México en el mes de febrero, sus comentarios conciliadores se alejaron notablemente de la propaganda que dio a conocer su jefe en contra de México.
De inmediato, México rechazó el plan que tenía Estados Unidos de regresar centroamericanos a ese país –en lugar de mantenerlos en cárceles para inmigrantes– después que fueron detenidos en la frontera y esperaban la decisión sobre las solicitudes de asilo y otras peticiones que hicieron.
Hasta la frecuente amenaza de Trump de sacar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio con Norteamérica –que frecuentemente ha sido etiquetado por Trump como “un desastre”– ha disminuido.
La Casa Blanca comentó en el mes de abril que había optado por la “renegociación” del pacto comercial tripartito entre Estados Unidos, México y Canadá.
Eso provocó un respiro de alivio.
Sin embargo, los intereses domésticos de Estados Unidos –especialmente en los sectores agrícolas, manufactura y energía– probablemente jugaron un papel importante en el giro que dio Trump.
La industria agrícola comercial y los fabricantes de autos estadounidenses se beneficiaron en gran medida del NAFTA.
Sin embargo, las gigantes de la energía de Estados Unidos, consideran que llegó el momento adecuado para los planes del gobierno mexicano en cuanto a la apertura de la industria energética que desde hace tiempo ha estado muy protegida.
A pesar de la falta de invectiva pública de funcionarios de alto nivel, las autoridades mexicanas han dejado pocas dudas de que están preparados para tomar represalias en sectores clave si Washington cancela los acuerdos comerciales o impone tarifas punitivas a las importaciones mexicanas.
La economía de México depende mayormente del comercio con Estados Unidos, adquiriendo aproximadamente el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas.
Otra fuente clave de ingresos provenientes del extranjero, más de 25 billones de dólares al año, son las remesas que envían los inmigrantes mexicanos que están en Estados Unidos a su familiares y otras personas en México.
La administración Trump no ha seguido adelante con una idea que circuló durante la campaña de aplicarle un impuesto a esas remesas para ayudar a pagar el muro –una idea que México denunció ampliamente.
México también descubrió que tenía más maneras de contrarrestar a Trump que lo que pensó al principio.
Se habla de importar más alimentos de Sudamérica como una alternativa al mercado de Estados Unidos o boicoteando el maíz estadounidense –lo cual resonó claramente en el norte centro de ese país.
“Yo creo que lo que sucedió es que Trump se está enfrentando con la realidad de tener que solucionar asuntos de política pública muy complejos y de que se está ampliando la resistencia a sus designios en Estados Unidos”, comentó Tony Payán, quien encabeza el Centro México del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad Rice.
Sin embargo, en ambos lados de la frontera, expertos han advertido que “el efecto Trump” continúa cerniéndose sobre los acuerdos entre Estados Unidos y México y que su percibida antipatía hacia México podría revivir en cualquier momento.
“En este momento, México se ve más seguro que antes, pero no creo que se dedique a descansar sobre sus laureles, ya que cualquier momento que sea convenientemente políticamente para Trump podría volver a arremeter contra México y su relación binacional y comercial y así sucesivamente”, agregó Payán.
“Él es impredecible”.

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