Nacional

Fallece el panista Luis H. Álvarez

El Diario

2016-05-18

Una de las figuras más emblemáticas del Partido Acción Nacional, no sólo en el ámbito del estado de Chihuahua sino a nivel nacional, Luis H. Álvarez, falleció esta tarde a los 96 años.
Álvarez nació en Camargo, Chihuahua, el 25 de octubre de 1919, y militó en Acción Nacional desde 1955.
Fue candidato por ese partido a la gubernatura de Chihuahua en 1956 y a la Presidencia de la República en 1958, cuando contendió contra Adolfo López Mateos.
Fue alcalde de Chihuahua de 1983 a 1986, y dirigente nacional del blanquiazul de 1987 a 1993.
Luis Héctor Álvarez Ávarez se dedicó gran parte de su vida a la industria textil, inició su actividad política en Ciudad Juárez y en 1956 la convención estatal del PAN en Chihuahua lo postuló como candidato a gobernador.
Fue, además, consejero para la Atención a Grupos Vulnerables en el gobierno del expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
En el sexenio de Vicente Fox, en el año 2000, fue nombrado coordinador para el Diálogo para la Paz en Chiapas, sin embargo nunca estableció contacto con la dirigencia del EZLN.
El exlíder blanquiazul estudió la primaria en Camargo. Después, en Ciudad Juárez y El Paso, Texas cursó la secundaria.
Luego de acabar su carrera en Administración de Empresas, realizó estudios de Maestría en Ingeniería en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (ITM), sin llegar a titularse.
En 2013, la periodista Gabriela Minjáres le hizo una entrevista al visitar Ciudad Juárez con motivo de la celebración del 74 aniversario de Acción Nacional. A continuación, la entrevista íntegra:

A unos días de cumplir 94 años, el chihuahuense Luis H. Álvarez decidió emprender una nueva batalla política para redimirse y redimir al Partido Acción Nacional (PAN) del pecado de omisión cometido.
No sabe si será la última cruzada que impulsa y cuál será el resultado, pero cree que vale la pena hacer un último esfuerzo porque dice que, al menos a él, las culpas no lo dejan dormir.
“Creo que el pecado de omisión es gravísimo”, sentencia de manera contundente quien es considerado uno de los pilares del PAN.
Sin eximirse, el político que ha sido condecorado por su servicio a la patria con la medalla Belisario Domínguez que entrega el Senado de la República, se asume como uno de los panistas pecadores porque no ha hecho lo suficiente para superar las marcadas diferencias que hay en México. “Con esto no quiero decir que son otros los panistas los responsables, yo formo parte de ellos porque sin duda pude haber hecho mucho más y por eso ahora quiero terminar mis días tratando de hacer algo más”, dice durante su visita a Ciudad Juárez para conmemorar el 74 aniversario del PAN.
¿Asume responsabilidades?
–Claro que tengo que asumirlas, así sea en el ocaso de mi vida, pero tengo que asumirlas.
De hablar pausado, pero firme y acentuado cuando se trata de señalar o reconocer errores, don Luis, como le llaman los panistas con respeto y en reconocimiento a su larga trayectoria política, considera que es tiempo de que todos se pregunten qué han hecho y qué han dejado de hacer por mejorar México.
¿Esas preguntas se las ha hecho usted: qué ha hecho y qué ha dejado de hacer?
–Sí, y lo que he hecho… pues tal vez algunas cosas han estado regular o bien hechas ¿y?, ¿qué no es obligación de uno?
En el restaurante del hotel donde se hospeda durante su visita a esta frontera, quien en 1956 compitió por la gubernatura contra Teófilo Borunda y dos años después por la Presidencia de la República con Adolfo López Mateos, reposa erguido en una silla y accede a la reflexión sobre las recientes derrotas electorales de Acción Nacional y por qué tampoco han vuelto a gobernar el estado de Chihuahua y Ciudad Juárez, emblemas de la democracia.
“Pues será porque no hemos convencido a mucha gente o porque no hemos predicado con el ejemplo”, afirma de manera contundente.
Por ello, el actual asesor en el Senado sustenta que el PAN necesita renovarse, porque asegura que el México de ahora es diferente al de otros tiempos y mientras se contonea en la silla menciona que si bien ya no son los tiempos de Porfirio Díaz y ni siquiera los de los inicios de la Revolución, en las que si bien también había enormes diferencias, tampoco las cosas han mejorado del todo.
“Como que no hemos estado a la altura de nuestra responsabilidad y creo que de eso hay una creciente conciencia al interior del PAN y por eso creo que es momento de dar una nueva batalla, el país así lo requiere, así lo exige”, expone mientras con los nudillos le pega con fuerza a la mesa.
Para reforzar su postura, Luis H. Álvarez cita una frase del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín quien, dice, le tomó de la mano para entrar al partido donde ha permanecido por más de medio siglo.
“Vale la pena luchar por lo que se está dispuesto a morir”, menciona, “y creo que el México de nuestros días requiere de un gobierno que tenga la capacidad de borrar las enormes diferencias de las condiciones de vida de los mexicanos”.
Señala que mientras México tiene un “puñadito” de gente que está considerada entre los más ricos del mundo, millones de mexicanos carecen hasta de lo más indispensable.
Como ejemplo de esas desigualdades alude lo presenciado durante el trabajo que ha realizado en comunidades marginadas, primero como presidente de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa); después como coordinador para el Diálogo y la Negociación en Chiapas; y recientemente como director general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
“Mi contacto con los indígenas cambió mi vida”, define.
“Me hizo tomar conciencia de lo indebidamente afortunado que era yo, pero al tomar conciencia reconocí que era también mayor mi obligación de tratar de modificar, aunque sea en una pequeña forma, las condiciones existentes. Mi experiencia en Chiapas me abrió los ojos”, agrega.
Al cuestionarle si fueron esos marcados rezagos por los que el problema de Chiapas no se pudo resolver “en 15 minutos”, como lo planteó Vicente Fox cuando aspiraba a la Presidencia de México, Luis H. Álvarez responde con un tono de indignación ante la frase porque, dice, se trata de un problema social de gran magnitud.
“No… pero cómo va a cambiar las cosas de gente que carece de todo, que no tienen ni un techo que los cobije, muchos de ellos teniendo que dormir a la intemperie, cuando uno vive en una casa que tiene una, dos, tres y hasta cuatro recámaras, varias de ellas que ni siquiera se ocupan, más que de vez en cuando”, expresa.
Desde su experiencia, comenta que la mirada de los indígenas los revela en toda su dimensión, que es la mirada de los que siguen esperando, de los que esperan ser recibidos, primero; luego ser escuchados; y después atendidos con sus demandas básicas de sustento, educación y oportunidades.
“Yo que he tenido oportunidad de recorrer esa zona, siguen estando igual, si no es que peor. ¿Y de quién es la responsabilidad de cambiar eso? Se pudiera decir que de todos, pero ciertamente mayor responsabilidad tenemos quienes hemos tenido mayores oportunidades”, considera.
Durante la entrevista en la que es acompañado por su secretario particular, a Luis H. Álvarez, nacido el 25 de octubre de 1919 en Santa Rosalía de Camargo, le ganan de manera recurrente los recuerdos y las vivencias de su infancia y juventud.
De pronto narra que cuando iba a la primaria no pocos de sus compañeros iban sin desayunar porque nomás hacían una comida al día y lo contrasta con su vida, en la que dice hubo recursos más que suficientes porque nació en el seno de una familia dedicada a la industria textil que exportaba mezclilla a Europa.
También, de manera recurrente, pide a los medios de comunicación informar con responsabilidad y objetividad acerca de la marginación que hay en el país y señalar a los responsables, a los que han hecho o dejado de hacer para superar esta condición.
“Nosotros estamos mayormente obligados a trabajar, por eso esta es una etapa bonita que concita la intención de hacer el trabajo que hasta ahora no hemos atendido y que gente como yo, bien entrado en el invierno de su vida, pues tiene que hacer un postrero esfuerzo y creo que vale la pena”, menciona.
Y así se lo dijo a los panistas de Juárez y Chihuahua que acudieron el jueves por la noche a conmemorar un aniversario más del partido, a quienes les habló del contenido de la correspondencia que mantuvo con Manuel Gómez Morín, textos en los que, dice, se advierte su concepción de la política con profunda raigambre “ética, júbilo y esperanza”, tema y título de su próximo libro que está por publicar.
“Para lograr los cambios necesarios en la vida pública, tenemos el deber ineludible de evitar los abusos que hacen posible tanta riqueza al lado de tanta miseria”, les dijo con entusiasmo y vigor.
“La ciudadanía es el arma más poderosa y la única que sustenta las esperanzas de la patria, porque los malos sociales sólo tienen fuerza en la medida en que los ciudadanos los toleran.
“Quien asuma así el quehacer cívico entenderá que es irrelevante hablar de victorias o derrotas partidistas”, agregó.
Aunque firme, el paso de Luis H. Álvarez ya es lento como para salir a predicar a los panistas y recorrer el país, como en su momento lo hiciera cuando fue candidato presidencial, y por eso, después de resistirse a dar entrevistas a la prensa, accede a una para llamar a los panistas y a los mexicanos, en general, a la acción ciudadana.
“Así sea un llamado en el desierto, pido a los mexicanos y particularmente a quienes llevan una vida holgada, a actuar, a ver su alrededor y ver los contrastes, porque ese solo hecho nos debe mover a todos”, refiere quien fue presidente municipal de Chihuahua de 1983 a 1986 y recientemente se ocupó como representante presidencial en la estrategia “Todos Somos Juárez”.
Considera que esto se debe hacer sin regateos y por ello, quien en su momento ha sido cuestionado por concertar con el PRI cuando fue dirigente nacional del PAN, avala acuerdos políticos como el Pacto por México, pero siempre que sus acciones sean para buscar el bien común y no el mal o el beneficio de unos cuantos.
Y es que para Luis H. Álvarez, las diferencias que se viven en México son suficientes para buscar acuerdos e inquietar a todos, porque aun cuando considera que tal vez no sean tan graves como en otras épocas, todavía se está muy lejos de pensar que todos los mexicanos han mejorado.
“Creo que esa sola idea, ese sólo pensamiento debiera llevarnos por lo pronto a no dormir tranquilos. Yo, en esta etapa de mi vida estoy más consciente de ello y me cuesta trabajo conciliar el sueño”, afirma. (Gabriela Minjáres/El Diario)

 

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