El Universal
2015-10-24
Cancún— Alejado de su planeación original, que aspiraba al cuidado ambiental, la satisfacción del turista y la calidad de vida del habitante, este polo vacacional ha perdido en los últimos 45 años, 77% de sus selvas, 64% de sus dunas costeras y 68% de sus humedales. También ha visto disminuir en 97% la extensión de sus playas y 77% el arribo de tortuga marina.
En términos económicos, la tasa de desempleo es baja, pero los trabajos en la actividad terciaria –educación, salud y turismo, entre otras– son mal remunerados, pese a lo caro que es habitar en esta ciudad.
Los empleados del sector turístico ganan cinco salarios mínimos, es decir, viven con 10 mil 500 pesos mensuales, en promedio. Una renta supera los 4 mil pesos al mes en una zona céntrica, casi la mitad del sueldo.
Estos datos forman parte de una amplia investigación elaborada y presentada recientemente por la doctora en Desarrollo Económico y Sectorial, Christine Mc Coy, quien advierte que se debe poner freno y repensar el Cancún para la gente y no exclusivamente para el negocio inmediato, como el turismo.
De lo contrario, asegura, disminuirá el atractivo natural y la competitividad turística del que hoy se presume como el principal polo vacacional de México y América Latina.
“Pudimos ser una ciudad modelo, pero el tren de la exclusividad se nos fue. El reto es recuperar el Cancún que fue pensado para la gente, desde su diseño. Hoy no es un lugar para la gente”, afirma la investigadora.
Un ejemplo: cada habitante cuenta con apenas 2.3 metros cuadrados de áreas verdes, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece 12 metros cuadrados de áreas verdes por persona. El déficit es altísimo.
Crecimiento no es desarrollo: Mc Coy
Con una licenciatura en Economía y maestrías en Administración y Relaciones Internacionales y Comunicación, por la Universidad Complutense de Madrid, España, y el Centro de Investigación y Desarrollo Económicos (CIDE), en México, Mc Coy Cador es profesora de tiempo completo en la Universidad del Caribe (Unicaribe), donde se propuso documentar por qué Cancún dista mucho de ser un modelo de sustentabilidad, aunque pudo serlo.
Para definirse como “sustentable”, el modelo tendría que cubrir tres esferas: la ecológica, la económica y la social. Actualmente se sumó un cuarto componente: la gobernanza, entendida como la participación de la comunidad en la toma de decisiones. Cancún reprueba en todas, afirma Mc Coy.
Además de la pérdida de selvas, dunas y humedales en la zona turística, de la disminución del arribo de tortuga y de extensión de playas, resalta la contaminación del Sistema Lagunar Nichupté, particularmente en la laguna Bojórquez, donde científicos han encontrado residuos de metales pesados como sulfatos, fósforo, cadmio, hierro, grasas e hidrocarburos, entre otros, sin que a la fecha se concrete un programa de rescate.
En su tesis doctoral, la investigadora habla también de la pérdida de 85% de las playas públicas. De las 14 especificadas en el Plan Maestro del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), sólo quedan tres: Las Perlas, ChacMool y Delfines.
En entrevista con El Universal, Mc Coy explica que aunque se puede acceder libremente a las 14 playas, sólo tres –jurídicamente hablando– conservan el uso de suelo de “playa pública”, porque al resto le cambiaron el uso de suelo a “turístico recreativo”.