Proceso
2015-03-14
Distrito Federal— En México hay unos 20 mil “charlatanes” que se hacen pasar por cirujanos plásticos y quienes debido a su incapacidad ya ocasionaron un “grave problema de salud pública a nivel nacional” por la gran cantidad de complicaciones, enfermedades y muertes que han causado.
Y ese mercado negro de la cirugía estética, sostiene el presidente de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (AMCPER), Alfonso Vallarta, está cayendo en manos de la delincuencia organizada que, afirma, empezó instalando clínicas en todo el país y ahora abre escuelas para preparar ilegalmente a seudocirujanos en cursos rápidos, muchas veces vía Internet.
Ya son tres las escuelas de cirugía estética donde se imparten estos cursos exprés al margen del Sistema Nacional de Salud: la Universidad del Conde, en Xalapa, Veracruz; la Academia Americana de Medicina, en Ecatepec, Estado de México, y el Instituto Internacional de Lipoescultura, en la ciudad de Durango.
Alfonso Vallarta Rodríguez, presidente de la AMCPER –que aglutina a mil 350 cirujanos plásticos certificados del país–, comenta: “Según las cifras oficiales del Sector Salud, existen en México 15 charlatanes por cada cirujano plástico certificado, lo que arroja una cifra de alrededor de 20 mil charlatanes.
Pero creo que son más y seguirán aumentando de seguir las cosas como están”.
—¿Ustedes, como gremio, ya han protestado?, se le cuestiona a Alfonso Vallarta Rodríguez, presidente de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (AMCPER), quien denuncia que por cada cirujano existen en México 15 charlatanes.
–Desde hace 15 años hemos alertado al sector salud sobre esta actividad ilícita realizada por usurpadores de nuestra profesión. Antes al problema no se le daba mucha importancia porque se decía que las personas que recurren a la cirugía estética no están enfermas y sólo quieren mejorar su aspecto físico –responde Vallarta, y agrega:
“Pero el fenómeno creció muchísimo. Hoy es un grave problema de salud pública por todos los estragos que ocasiona. Y los charlatanes dieron un gran salto: pasaron de abrir clínicas a crear sus propias escuelas para producir seudomédicos al por mayor. Es peligrosísimo.
“De estas seudoescuelas anualmente salen cientos de egresados a realizar cirugías sin ninguna preparación. Sólo de la escuela de Xalapa saldrán unos 200 egresados al año, cifra cuatro veces superior a los alrededor de 52 cirujanos plásticos egresados anualmente dentro de todo nuestro Sistema Nacional de Salud, que los certifica plenamente.”
La AMCPER acaba de elaborar un documento en el que detalla los cursos ofrecidos por aquellas tres escuelas, así como los nombres de sus directivos y profesores, a quienes considera “cúpula de la delincuencia organizada que marca la pauta de la charlatanería en cirugía plástica y maneja varias clínicas en el país”.
La Universidad del Conde, de Xalapa –dice el documento– ofrece “maestría en cirugía estética”. La escuela debe su nombre al apellido de su “propietario y rector”, Marco Antonio Conde Pérez, a quien apoyan como “profesores” Raúl Góngora Alejandre, Juan Arturo Hernández Montejano, Jaime Calderón Ortiz y José Luis Salas.
Maestrías en cirugía ‘online’
Sobre la Universidad del Conde y el grupo que ahí labora, los doctores Martín Lira, vocero de la AMCPER, y Porfirio Castillo Campos, Premio Nacional de Cirugía Plástica, comentan a este semanario:
“Fue la primera de estas escuelas de charlatanes. Surgió en 2006, en Xalapa, Veracruz, durante el gobierno del priista Fidel Herrera, de quien se dice que es el verdadero propietario, ya que Conde Vázquez no tiene la capacidad económica para haber montado la infraestructura de millones de dólares de la escuela. Conde es un charlatán que anteriormente se cambiaba de un lugar a otro debido a las demandas en su contra interpuestas por los afectados.
“La Universidad del Conde otorga a sus alumnos maestrías en cirugía estética con sólo hacer un curso de 10 meses, que incluso puede ser online. A cada alumno le cobra 500 mil pesos por el curso. Después les otorga una cédula sin haber tenido ningún entrenamiento quirúrgico. Es un gran negocio”.
Lira y Castillo hacen una comparación entre estos cursos al vapor y la rigurosa formación de los cirujanos plásticos profesionales, quienes deben cursar primero la carrera de medicina, después cuatro años de estudio y práctica en cirugía general y luego especializarse en cirugía estética cuatro años más.
Sobre Raúl Góngora Alejandre, otro profesor de la Universidad del Conde, los doctores Lira y Castillo indican que, pese a no ser cirujano, maneja la clínica Unidad Quirúrgica Campestre, en Tijuana, y es sobrino del ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel, quien por cierto apadrinó a una de las generaciones de la escuela.
De Juan Arturo Hernández Montejano, los médicos comentan que empezó a trabajar en Zihuatanejo, donde abrió el Hospital Montejano y comenzó a practicar liposucciones. Aseguran que se enfrentó a varias demandas de pacientes afectados.
“Tuvo que huir a Cancún, donde abrió otra clínica. Ahí hace poco le aplicó una liposucción al joven Daniel Guevara, pero tan mal hecha que le perforó el intestino. El joven sigue grave, con la pared intestinal necrosada”.
De José Luis Salas, Lira y Castillo señalan que realiza la mayor parte de su trabajo en Tijuana sin ser cirujano plástico y refieren que allá tiene su consultorio con quirófano. Fundó y preside la Asociación de Cirujanos Estéticos, la cual también le reditúa grandes ganancias pues, sostienen, realiza congresos en los que llegan a cobrar hasta 2 mil 500 dólares por asistente. La Universidad del Conde le sirve de plataforma.
Sobre Jaime Calderón Ortiz –otro miembro del grupo de esta universidad– ambas fuentes indican que antes trabajaba en Morelia, pero tuvo que cerrar su consultorio a raíz de una revisión de las autoridades sanitarias. Afirman que, para darle un barniz de institucionalidad a la charlatanería, actualmente se dedica a formar “asociaciones y consejos ‘patito’ de cirujanos plásticos” al margen del Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas, organismo regulatorio en la materia.
A su vez la escuela de Ecatepec, la llamada Academia Americana de Medicina, es un desprendimiento del grupo de Conde. “Vieron que Ecatepec, a diferencia de Xalapa, está en el centro del país y tiene mayor clientela. Con estas consideraciones se salieron de su equipo original para apoderarse de otro territorio, como sucede con las mafias. Hoy ya conforman dos grupos enemigos los de una y otra escuela”, explican las fuentes.
Aclaran que el rector y propietario de esta academia, Rubén Ángel Manríquez Salas, es totalmente ajeno a la medicina: “Es un empresario dedicado a hacer negocios y vio que la cirugía estética deja mucho dinero. Tiene vínculos muy estrechos con el político priista Manuel Añorve”, aseguran Lira y Castillo.
Entre los “profesores” de esa escuela –según la lista de la AMCPER– está Fernando Molina Galeana. Castillo cuenta su historia:
“No es cirujano. Pertenece a la primera generación de egresados de la Universidad del Conde, donde tomó una de sus famosas maestrías rápidas. Es un defraudador profesional, al grado de que tiene 20 averiguaciones previas y ocho procesos penales en su contra: seis en el Distrito Federal, uno en Acapulco y otro en Monterrey. Es acusado de varios delitos, principalmente de fraude, lesiones y extorsión. Por ejemplo, en 2009 se le condenó por ‘usurpación de profesión’, pero logró librar la cárcel.
“Luego, durante ocho meses estuvo preso en el Reclusorio Norte por fraude genérico, de noviembre de 2012 a junio de 2013. Al salir y con el fin de lavar su imagen, el 7 de marzo de 2014 su escuela de Ecatepec le dio el doctorado honoris causa en un salón del Palacio Legislativo de San Lázaro. Esto revela la influencia política que tiene esta mafia.
“Molina Galeana instaló su clínica Medilaser en avenida Reforma 35. Y a un lado abrió un ‘table dance’ llamado Penthouse Club, donde al parecer había trata de blancas. En realidad el negocio no era de él, sino del defraudador gringo Jason Galanis. A raíz de la tragedia del Bar Heaven, en la zona rosa, las autoridades estuvieron clausurando antros en esa céntrica área del Distrito Federal. Molina Galeana se les adelantó y cerró el suyo antes de que lo hicieran las autoridades. Y a su clínica Medilaser la cambió de lugar; la trasladó a Insurgentes Sur 826, en la colonia Del Valle, donde sigue funcionando”.
A principios de febrero pasado Molina solicitaba a través de Facebook a “médicos generales titulados con o sin experiencia en medicina estética” para que trabajen en las “nuevas sucursales” de su clínica. Les ofrecía un salario de “40,000 mensuales libres”. Y una “cédula de especialista en medicina estética ante la SEP”. Concluía animándolos: “¡Sé un especialista sin necesidad del examen nacional de residencias y en el área más lucrativa de la medicina!”.
Otro “profesor” de la escuela de Ecatepec es Jeremías Flores. Él realizó la intervención quirúrgica a los glúteos de la cantante Alejandra Guzmán, a quien casi le provoca la muerte.
En noviembre de 2009 Flores fue detenido en Estados Unidos y luego ingresado al Reclusorio Oriente, pues fue hallado culpable de abuso sexual, según detalló El Sol de Toluca en su edición del 14 de noviembre de 2009. Además se le acusó de lesiones, fraude y asociación delictuosa. Sobre él, habla el doctor Castillo:
“Jeremías Flores también se graduó en la Universidad del Conde. Dejó ese grupo para aliarse al de Ecatepec. Actualmente se dedica a la fabricación de biopolímeros, materiales de relleno hechos con sustancias oleosas muy peligrosas para el cuerpo humano. También produce vacunas contra el envejecimiento. Cada una la vende en 20 mil pesos. Las fabrica en Tepito, pero él dice que son importadas de Suiza. Entre su clientela hay políticos y militares de alto rango. Hace poco le dieron, en un salón del Senado, ‘El Bisturí de Oro’, un reconocimiento que ellos inventaron.”
En la lista de la AMCPER aparece finalmente el Instituto Internacional de Lipoescultura, ubicado en la ciudad de Durango y que ofrece “diplomados” y “maestrías” exclusivamente en lipoescultura. Su “propietario y director fundador” es José Domingo García Castillo, médico general egresado de la Escuela Médico Militar y sin especialidad en cirugía plástica.
Sobre esta escuela comenta Martín Lira: “Es la más chica de las tres. Realiza cursos de seis módulos, con un costo de 20 mil pesos cada uno. En su publicidad afirma algo inaudito: que la liposucción no es cirugía. Quizá por ello sus egresados han provocado complicaciones muy serias a los pacientes; muchos de ellos terminan en terapia intensiva por perforaciones intestinales y con gravísimas deformaciones en el cuerpo.
“Esta escuela otorga cédulas de la SEP a sus egresados. Aquí los pacientes deben estar muy alertas y no dejarse engañar, pues la SEP reconoce a las escuelas que tienen instalaciones, profesores y programa de estudios, pero no interviene en lo relativo a la calidad médica. Eso le corresponde a las instituciones de salud”. (Rodrigo Vera/Proceso)