Nacional

Cambió las aulas por el crimen

Agencias

2015-02-27

Morelia— Servando Gómez , “La Tuta”, también era conocido como “El Profe” y hasta hace poco seguía apareciendo en la nómina de la Secretaría de Educación en el Estado.
Pero de las aulas, el nacido en el Municipio de Arteaga se pasó a las filas del crimen organizado.
En 2006 fundó el cártel de La Familia Michoacana, junto a su líder Nazario Moreno González, alias “El Chayo”, para hacer frente al grupo de sicarios “Los Zetas” que venía operando en la entidad.
El nuevo cártel se dio a conocer mediante un desplegado público y una entrevista que “La Tuta” dio vía telefónica ante una televisora local.
Uno de los primeros actos de terror de este grupo criminal fue la decapitación de cinco hombres, el 7 de septiembre de 2006.
Las cabezas fueron arrojadas sobre la pista de baile del bar “Luz y Sombra”, en Uruapan. “La familia no mata por paga, no mata mujeres, no mata inocentes. Se muere quien debe morir. Sépanlo toda la gente, esto es justicia divina”, escribieron en cartulinas que dejaron junto a los restos.
En diciembre de 2010, el Gobierno de Felipe Calderón reportó la muerte “El Chayo”, ideólogo y fundador del cártel, pero no presentó su cuerpo ni evidencias periciales.
Tras este supuesto fallecimiento, “La Familia Michoacana” sufrió una división. En medio de esa fractura, en marzo de 2011 se dio a conocer la creación del cártel de Los Caballeros Templarios, encabezado por “La Tuta”; Enrique Plancarte, “El Kike”, y Dionisio Loya, “El Tío”.
A este grupo se le atribuye el cobro de derecho de piso, cuotas, extorsiones y secuestros que el crimen organizado impuso en casi todos los sectores productivos, principalmente en la región de Tierra Caliente.
Los templarios fijaban no sólo el precio del aguacate, limón y otros cultivos, sino también las temporadas de corte y comercialización.
Incluso, tomaron control de la exportación de minerales, mediante el cobro de cuotas por cada tonelada extraída y movilizada, convirtiendo esa actividad en su principal fuente de ingresos después de las drogas.
Quien se oponía, pagaba con secuestro, “levantón”, ejecución o la quema de su negocio.
Los sicarios del cártel eran reclutados y aleccionados con rituales de iniciación y de juramento.
En marzo de 2014, ya con la intervención del Gobierno federal ante la ola de violencia en la entidad, es abatido “El Chayo” durante un operativo de la Marina en el Municipio de Tumbiscatío. El capo había fingido su muerte por más de tres años.
Más tarde, también fue muerto en otro operativo federal Enrique Plancarte, considerado el cerebro financiero de ese grupo delictivo.
Con esto y la captura de Dionisio Loya, en enero de 2014, la estructura de mando del cártel quedó casi desarticulada y con “La Tuta” como máximo cabecilla.

Formación de guerrillero

Servando Gómez fue clave para el posicionamiento de “La Familia” dada su experiencia previa como maestro en comunidades rurales de Michoacán, reveló Guillermo Valdés, ex director de la agencia de inteligencia de México, en su libro “Historia del Narcotráfico en México” (2013).
Como docente, Gómez participó “en el movimiento magisterial de izquierda” en Michoacán y en Guerrero, los epicentros de movimientos guerrilleros que surgieron desde 1960, algunos aún perviven.
En ese contexto, “La Tuta” aprendió “estrategias de penetración social, tácticas de lucha guerrillera y formas de sobrevivencia en la clandestinidad”, apunta Valdés.
“La mezcla de pensamiento y prácticas de secta religiosa con las de la guerrilla” le dieron a “La Familia” una fama de congregación “liberadora” al reclutar, tras un proceso de desintoxicación, a jóvenes que habían sido adictos a las drogas, dice Valdés.
La PGR ofrecía hasta 30 millones de pesos por su captura.

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