Nacional

Familiares hallaron 39 cuerpos en fosas de Iguala... en dos meses

La Jornada

2015-01-24

Iguala, Gro.— Las familias de los otros desaparecidos entienden el dolor de Ayotzinapa porque lo sufren en carne propia.
Y saben también, en su corta experiencia de lucha, que sólo su terquedad ha obligado a las autoridades federales a emprender una búsqueda que la tragedia de los normalistas hizo posible.
El 22 de octubre, los Vergara, declarados apolíticos, participaron en una marcha: ¿Sólo hay justicia para desapariciones masivas?, rezaba el cartel que llevaron. Ahí se les pegaron otras cuatro familias y nació un comité gracias al cual existe hoy un registro de 235 desaparecidos y se han hallado los restos de 39 personas (sin contar, claro, los 28 ubicados en las primeras fosas excavadas por el Gobierno estatal, donde luego fueron encontrados dos cuerpos más que los peritos guerrerenses no vieron).
Ya nos iban a descartar La Laguna, suena la voz bajita de Mario Vergara, que busca a su hermano Tomás, desaparecido en 2008, y que encabeza, con otros familiares, la muy triste búsqueda de los otros desaparecidos de Iguala.
Mario se refiere a un paraje al pie del Cerro Gordo, en el poniente de esta ciudad, adonde los familiares llevaron al personal de la Procuraduría General de la República (PGR) con el resultado de 26 cuerpos exhumados.
Pensamos que el lugar es seguro, si quieren vamos, expresa Mario, antes de agarrar camino con un grupo de reporteros.
Al día siguiente, los familiares volverán ahí en un convoy de seis camionetas, con Ministerio Público, una decena de elementos de la Agencia de Investigación Criminal y algunos más de la Policía Federal, con peritos forenses y con dos pastores belgas de nombres Lady y Evelia.
Con todo, un informe revela que la búsqueda no cuenta con recursos suficientes, ni materiales ni humanos, además de que reconoce que todo el trabajo se ha hecho con la colaboración de las familias, quienes han aportado información valiosa para los hallazgos y sin quienes no hubiera sido posible realizar las actividades que se han estado programando.

Un olor que se te
queda en el cerebro

El día que van sin la autoridad, los familiares muestran la técnica que han perfeccionado en poco tiempo. Los herreros de Huitzuco fabricaron las herramientas esenciales: varillas corrugadas con círculos soldados en un extremo, que sirve como apoyo para enterrarlas en la tierra seca.
El lugar elegido para enterrar la varilla debe reunir varias características: Un árbol trozado a un lado, indicios de piedras que fueron hechas a un lado, suelo agrietado, explica Claro Raúl Canaán, tío de Omar e Hiram, dos jóvenes desaparecidos también en 2008, cuando contaban con 24 y 21 años.
Seleccionado el sitio, los hombres introducen la varilla, se apoyan en el círculo para enterrarla y, si hay resistencia, utilizan un pequeño marro para conseguir mayor profundidad. Cuando la extraen, se la llevan a la cara. El olor, dicen, es inconfundible.
–Una vez un compañero tocó la varilla, esa grasita, y el olor se le quedó tres días –recuerda Juan Jesús, padre de los muchachos Canaán.
–Se te queda en el cerebro, no en la mano –precisa Claro Raúl.
Los familiares señalan un punto, y luego otro y otro. Ese ya se exhumó y sacaron dos cuerpos. [...] Por ese otro la antropóloga (de la PGR) se enojó con nosotros, porque dijo que no podía haber restos donde hubiera raíces, y dio positivo. [...] En ésta se tardaron horas, porque no traen gente que sepa usar las herramientas, no saben escarbar.
De hecho, los familiares han tenido que contratar albañiles expertos para, de cuando en cuando, echar la mano a los peritos de la PGR.
Un informe de esa dependencia señala que del 18 de noviembre de 2014 al pasado 12 de enero han sido inspeccionadas 63 fosas y se han hallado restos óseos y/o cuerpos en 16. A ese número habría que agregar la fosa excavada el pasado jueves 22, en la que fueron encontrados dos cuerpos pese a que, como indica Mario, ya nos iban a descartar el lugar.
Los informantes y la búsqueda interminable
La PGR llegó a este punto –y a La Joya y la Barranca del Tigre, los otros dos sitios inspeccionados– gracias a los familiares, y ellos gracias a un ciudadano que se acercó a la iglesia, nos dijo que conocía un lugar donde enterraban a la gente y nos trajo hasta acá.
Otro señor, que solía ir por le­ña a lo más alto del Cerro Gordo, llevó a los familiares a tres parajes que esta semana fueron inspeccionados y donde, se espera, pronto habrá nuevas excavaciones a cargo de los familiares y de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas a la que, por cierto, le recortaron el presupuesto de este año.
 

X