Nacional

Abusómetro: se gastan al año 2.8 mil mdd en maestros ausentes

The New York Times

2014-09-02

Distrito Federal— Por todo México, niños en edad escolar le han estado dando la bienvenida al nuevo ciclo educativo, muchos de ellos en edificios desgastados sin agua potable, libros de texto nuevos o maestros capacitados.
Y el dinero no es el problema. En proporción con su producto interno bruto, México destina más presupuesto a la educación que países como Brasil, España e incluso Suiza. ¿En dónde terminan entonces los recursos?
De acuerdo con el cálculo que aparece en un nuevo “abusómetro” cada año cerca de 2.8 mil millones de dólares terminan en los bolsillos de 298,174 maestros y administrativos ausentes que reciben un sueldo sin trabajar. El abusómetro es un enorme espectacular y contador electrónico que lleva un registro del dinero que se desvía del presupuesto; pende sobre el Periférico a la altura de San Ángel, en la Ciudad de México.
“Es el robo del siglo, y ocurre cada año”, comentó Claudio X. González Guajardo, presidente de Mexicanos Primero, organización defensora de la educación responsable del espectacular. “La corrupción es masiva”, dijo.
González ha condenado los despilfarros educativos por algún tiempo, siempre con evidencias de por medio. Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos han identificado de tiempo atrás a México como un país con un mal rendimiento educativo, con el 93.3% de su presupuesto educativo destinado a personal –más que el resto de los países que forman parte de la organización–, pese a que las necesidades escolares básicas no son cubiertas.
De acuerdo con el censo educativo más reciente del gobierno, casi una tercera parte de las escuelas públicas de México carecen de agua potable. Aproximadamente el 11% no cuenta con electricidad, y en algunas regiones indígenas de Chiapas y Oaxaca, los problemas de infraestructura son mucho peores.
Pero el “abusómetro” representa una crítica audaz y precisa, más aún para los estándares del país. Con sus luces estilo Times Square que registran un conteo del dinero perdido por los despilfarros y la corrupción desde el primer día de clases, el 17 de agosto, el gran espectacular utiliza la vergüenza para generar indignación.
Con un sitio Web y el hashtag #abusometro en Twitter, la campaña es otra muestra de que la sociedad civil mexicana se está sofisticando. Y también hace hincapié en la división entre una creciente y digitalizada clase media –la cual espera transparencia, decisiones basadas en datos y resultados rápidos– y una vieja guardia en el gobierno que sigue dependiendo en buena medida del hermetismo y el papeleo.
“Los ciudadanos han aprendido que la democracia les ofrece muchas maneras de externar sus opiniones, incluso en formas contundentes y asertivas”, comentó Rubén Gallo, profesor de cultura latinoamericana en la Universidad de Princeton. “Esto, sumado al código de honor de los latinos, significa que avergonzar a un político corrupto por medio de invenciones como el ‘abusómetro’ es una combinación perfecta de lo nuevo –la conciencia democrática– y lo tradicional –un código de honor, en el cual los enemigos pueden ser humillados en público”.
 

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