Lourdes Díaz López
El Diario
Reserva de la Biósfera El Pinacate, Sonora— Esta reserva nacional protegida y declarada como Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, además de contar con una gran riqueza natural y de interés científico, tiene una evidencia arqueológica de asentamientos humanos que datan de hace 20 mil años, es decir, casi 18 mil antes de Cristo, según la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
Enclavada en el desierto de Sonora, en el noroeste de México, al este del Golfo de California, su ubicación exacta es en la parte más oriental del Gran Desierto de Altar, justo debajo de la frontera de Arizona, Estados Unidos y al norte de la ciudad de Puerto Peñasco, México.
En este lugar son chihuahuenses quienes atienden a nacionales y extranjeros que vienen a conocer las tierras que fueron incluso campo de entrenamiento para los primeros astronautas de la NASA que pisaron la Luna.
La misión del Apolo 11 fue preparada en este lugar debido a las características similares del terreno a lo que la NASA suponía que encontrarían en la Luna, explicó la investigadora chihuahuense Karen Alejandra Salguero Cázares, ecóloga egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Salguero Cázares atiende a los científicos y turistas en los terrenos inhóspitos de lo que es ahora la reserva de la biósfera, en un aislado desierto que en un mismo espacio ofrece un paisaje de lajas negras de roca volcánica, sierra, dunas y playa, además de tener la oportunidad de ingresar a los volcanes que se encuentran temporalmente inactivos.
Este sitio fue decretado como Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, el 10 de junio de 1993, con una superficie de 714 mil 556 hectáreas y es un vasto acervo de vestigios arqueológicos de hace 20 mil años habitado por los indios Tohono O’odham quienes consideran que el origen de su creación se dio en el Pico Pinacate y donde aún realizan ceremonias sagradas, difunde la Conanp.
El Pinacate forma parte de la red de Reservas del Programa El Hombre y la Biósfera de la UNESCO, desde el 25 de octubre de 1995, al mismo tiempo forma parte de la red de Reservas Hermanas del Desierto Sonorense que protegen una amplia franja fronteriza entre Arizona Estados Unidos y Sonora en México.
El aspecto geológico de El Pinacate y Gran Desierto de Altar son el principal atractivo del área, no sólo para turistas, pues también es un atractivo mundial para científicos debido a las características tan variadas y contrastantes de su geomorfismo.
En el sitio se pueden observar aparatos volcánicos con sus cráteres y derrames de lava, dunas de arena consolidadas y móviles, lechos de arroyos, abanicos aluviales y macizos montañosos de basalto y granito.
Los volcanes ocupan una superficie aproximada de 2000 km2 con tres cimas principales: el Pico Pinacate, el Pico Carnegie y el Pico Medio. Al conjunto se le denomina volcán Santa Clara o Sierra Pinacate.
Los flujos de lava que delimitan el escudo volcánico y que materializan la actividad efusiva en el área se extienden por más de 20 Km. El volumen total de lava basáltica emitida se estima entre 150 y 180 km3. Existen más de 400 conos volcánicos, también llamados conos de ceniza, de diferente forma, tamaño y complejidad.
Hay también diferentes tipos de sierras dentro del complejo mar de formaciones geológicas. Las sierras volcánicas, graníticas, y compuestas. Las sierras graníticas como la Sierra Blanca son de las más antiguas con 100 mil millones de años.
Los campos de dunas del Gran Desierto de Altar forman un mar de arenas activas, también llamado Erg de más de 550,000 hectáreas según estudios de Lancaster en 1989. Estas dunas son lineales, transversales y en forma de estrella. Aunque las dunas lineares dominan (aproximadamente 70 por ciento), las dunas crescénticas complejas y las dunas de estrella son de mayor importancia ya que sólo existen en unas cuantas localidades en el mundo según estudios de Breed en 1984.
Los cráteres gigantes son el resultado de una actividad freatomagmática, es decir, aquella actividad volcánica explosiva producida por el contacto del magma con agua subterránea superficial que da como resultado explosiones de vapor muy poderosas.
Los cráteres se llaman “Maar” y en varios de éstos existían flujos de lava y conos de ceniza previos a las explosiones de vapor por lo que es posible observarlos en las paredes de los cráteres, lo publica el museo instalado en este mismo lugar con información de investigador Hayden de 1998.
Algunos de los cráteres son identificados como: El Elegante que es el cráter más visitado y el más accesible. Es el más grande de todos, tiene 250 metros de profundidad y 1,500 metros de diámetro. Éste contenía un lago durante el periodo pluvial en él se observa una vereda india usada por los cazadores de borrego cimarrón que rodea completamente el borde del cráter.
El otro cráter es El Cerro Colorado, se encuentra al Noreste de los flujos de lava y toma su nombre del color rojo de las tobas y tierra del borde. Como el material de la capa del borde estaba húmedo cuando el volcán hizo erupción, el cráter pudo haberse formado en un lago ahora extinto, en donde ahora se aprecia playa, al Noroeste del cráter. Tiene una profundidad aproximada de 100 metros y un diámetro de 750 metros según lo publica su portal oficial.
El cráter MacDougal, también llamado El Verdugo es el más ancho de todos. Mide 122 metros de profundidad y más de 1,500 de diámetro. En el suelo del cráter se pueden observar sahuaros, gobernadoras y ocotillos entre otras especies de flora.
El cráter Molina o El Trébol semeja un trébol formado por la intersección de tres pequeños cráteres. Tiene una profundidad de 76 metros y un diámetro de 460; otro es el Cráter de la Luna o Volcán de Chichi yace muy al Sur de los otros cráteres, en la orilla Suroeste de las lavas de la sierra y de las dunas desérticas.
El Pinacate y Gran Desierto de Altar es considerado una de las regiones prioritarias de México. En el área se pueden encontrar más de 540 especies de plantas vasculares, 40 especies de mamíferos, 200 de aves, 40 de reptiles, además de encontrar también anfibios y peces de agua dulce. Existen especies endémicas, amenazadas y en peligro de extinción.
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