Nacional

Frontera ‘inundada’ de petróleo atrae a perforadores de EU

The Washington Post

2014-04-20

Pozo Petrolero Batial-1, México– La maravilla geológica que es conocida por los petroleros de Texas como Eagle Ford Shale Play se encuentra enterrada profundamente bajo la tierra, sin embargo, durante la noche se puede ver su contorno desde el espacio como un centelleante arco que abarca desde el sur de San Antonio hacia el Río Bravo.
La luz proviene de miles de quemadores de gas que se encuentran en la superficie y de las plataformas de perforación. Es el brillo de una de las bonanzas de petróleo más extravagantes en la historia de Estados Unidos, el resultado de una técnica de perforación conocida como fracturación hidráulica.
Después de la aprobación de una relevante propuesta de ley de energía, una nueva veta que se encuentra en el sur ha atraído a empresas de Estados Unidos.
Con una curvatura hacia el sur y el oeste, las luces inesperadamente se apagan en la frontera de México, como si no hubiera nada al otro lado.
Esto es un reflejo de la política, no de la geología. Se cree que la formación del esquisto Eagle Ford continúa cientos de millas hacia el interior de México, en donde es conocida como la Cuenca Burgos. Sin embargo, desde el 2008 más de 5 mil 400 pozos se encuentran en el lado de Texas; México sólo cuenta con menos de 25.
La importante reforma energética que fue aprobada en el mes de diciembre por el Congreso mexicano tiene el propósito de corregir esa disparidad. Ha abierto la industria petrolera del país a la inversión privada y extranjera por primera vez en 75 años, con el objeto de emplear una nueva tecnología, experiencia y una cultura de la toma de riesgo que desde hace tiempo no se hacía en Pemex, que es el monopolio petrolero del Estado.

En las próximas semanas, legisladores van a revisar todos los elementos esenciales de esta ley, aunque existen expectativas de que Estados Unidos y otras empresas globales harán una propuesta sobre proyectos de petróleo y gas al final de este año, lo cual atraerá a cuadrillas de trabajadores de fracturación hidráulica a la frontera –a una de las áreas más violentas de México.
“Estados Unidos y Canadá están explotando sus recursos de esquisto a una escala masiva, nosotros aún estamos en la etapa de excavación”, comentó en una entrevista Gustavo Hernández, director de exploración y producción de Pemex. “Sin embargo, creemos que los volúmenes que tenemos son enormes”.
Pemex estima que las formaciones de esquisto de México cuentan con una energía equivalente a 60 mil millones de barriles de petróleo, una cantidad que excede todo el volumen que el país ha extraído a través de métodos convencionales desde 1904.
Se piensa que el gas natural es especialmente abundante. En un sondeo realizado en el 2013, la Administración de Información sobre Energía de Estados Unidos consideró que las reservas de gas de esquisto de México ocupan el sexto lugar en el mundo después de China, Argentina, Argelia, Estados Unidos y Canadá.
El exceso en la producción de gas en Texas ha provocado que los precios sean tan bajos que ya no es redituable hacer perforaciones para extraer sólo el gas, la mayor parte simplemente es quemada, cuando sale de la tierra.
A pesar de los abundantes recursos con los que cuenta México, el incremento en la demanda de electricidad que tiene el país y una escasa infraestructura de gasoductos han provocado que dependa de la importación de gas para cubrir escasamente la tercera parte de sus necesidades.  En algunas partes del país, los precios de gas natural son cuatro veces más altos que en Estados Unidos.
Es una de las razones por las que funcionarios mexicanos aseguran que las reservas de esquisto son cruciales para el desarrollo económico y energético del país, mientras avanzan hacia un objetivo más grande para “independizarse de la energía de Estados Unidos” –haciendo que toda la zona de libre comercio sea autosuficiente para sus necesidades energéticas. También están siendo agregados gasoductos en toda la frontera.
Con un gas más barato, México podría bajar los costos de la electricidad en las plantas de manufactura y ensamble que se han convertido en pilares de la economía del país y cada vez son más competitivas respecto a las de China.
“Esto es crucial para la reindustrialización de Norteamérica”, comentó Javier Treviño, jefe de la Comisión de Energía de la Cámara Baja del Congreso de México. “México necesita desarrollar esos recursos o nos quedaremos rezagados”.
Sin embargo, el gran negocio es el petróleo y no el gas.

Zona peligrosa

A lo largo de una planicie que se localiza al sur de la ciudad fronteriza de Reynosa, México, los ingenieros de Pemex trabajan en compañía de una cuadrilla de 50 hombres que visten trajes de color rojo brillante que parecen pijamas para bebé, que tienen el logo de una empresa de servicios petroleros denominada Weatherford International.
La empresa y otras firmas internacionales han trabajado durante años en México bajo el antiguo modelo, recibiendo una cuota establecida por Pemex en lugar de un porcentaje de la producción. Una vez que entre en vigor la nueva ley, los operadores extranjeros finalmente tendrán lo que desean –la oportunidad de conseguir licencias para perforar por su propia cuenta.
Es un trabajo costoso y altamente técnico.  Agrupados alrededor del Pozo Batial-1, se encuentran docenas de camiones, generadores ruidosos, contenedores para ácidos y tanques de almacenamiento para las fangosas aguas residuales que salen del orificio. Desde una enorme grúa, los ingenieros introducen en la tierra un tubo de acero flexible hasta 8 mil pies de profundidad, luego lo inclinan 4 mil pies horizontalmente, permitiéndoles inyectar una combinación de agua, arena y químicos a presiones tan altas que la roca se desbarata, permitiendo la liberación de petróleo y gas.
“Si no hacemos esa fractura, el petróleo ni siquiera existe”, comentó el geólogo José Galicia de Pemex.
El sitio es un campamento de hombres mexicanos único en su clase, en donde las cuadrillas de trabajadores laboran las 24 horas del día en un rancho de ganado vacuno y cabras que se encuentra a lo largo del cerco que divide a los dos países. Los trabajadores petroleros han estado en este lugar desde hace más de un mes y no pueden salir, ni siquiera a un poblado cercano. Es demasiado peligroso.
Al igual que muchos pozos petroleros que se localizan en esta parte norte de México, el Batial-1 está en territorio de Los Zetas. El cártel se especializa en el secuestro y la extorsión, y cuando los geólogos de Pemex y las cuadrillas de exploradores necesitan buscar nuevos pozos, usualmente viajan acompañados de una escolta militar.
En este mes, un grupo de empleados de Weatherford que se encontraban en su hotel, quedaron en medio de una balacera en la cercana Ciudad Mier durante una batalla que libró el cártel, aunque ninguno de los trabajadores resultó lesionado.
Aunque las grandes empresas petroleras que trabajan en países como Nigeria e Irak están acostumbradas a lidiar con tales peligros respecto a su seguridad, los operadores más pequeños que se especializan en la fracturación, no lo están.
“Podemos contratar seguridad privada para mantener a salvo a los trabajadores, pero todo eso implicaría un costo y entorpecería el negocio”, comentó Duncan Wood, experto en energía y director del Instituto México del Centro de Internacional de Investigación Woodrow Wilson en Washington.
“Si a una empresa le interceptan un envío de suministros, se pierde tiempo”, dijo Wood. “Es algo con lo que no tendrían que lidiar en Texas”.
Expertos de la industria aseguran que el índice actual de rendimiento en Eagle Ford es tan alto que es muy grande el rezago de permisos pendientes para perforar, por lo que podría tomarle años a las empresas de Estados Unidos empezar a enviar cuadrillas de trabajadores a México.
“El primer paso sería llegar a los lugares adecuados y luego se hará el resto de la operación”, comentó Chris Robart, asesor de PacWest Consulting Partners en Houston. “Eso dependerá del interés que tenga la gente de introducir el equipo a través de la frontera”.
“Esa parte será relativamente fácil. Después de todo, no está tan lejos”, comentó Robart. (Nick Miroff/The Washington Post)

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