Proceso
2013-08-03
Distrito Federal— Símbolo de corrupción durante el gobierno que prometió llevar a México al primer mundo, Raúl Salinas de Gortari se ganó el sobrenombre de 'El Hermano Incómodo' el 21 de noviembre de 1994, cuando en su número 942 Proceso publicó por primera vez el recuento de las andanzas, negocios, tráfico de influencias y riquezas del primogénito de una dinastía que encumbró a Carlos Salinas en la Presidencia de la República.
Han pasado casi dos décadas. Y transcurrieron 17 años y tres meses de litigios contra Raúl Salinas, incluyendo una década en la cárcel acusado de ser autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, ex cuñado y secretario general del PRI.
El priísta Ernesto Zedillo lo encarceló y mandó a Carlos Salinas de Gortari al exilio. Durante los 12 años de gobiernos panistas Raúl Salinas fue liberado y exonerado de cuatro de los cinco delitos que pesaban en su contra: homicidio, peculado, defraudación fiscal y 'lavado' de dinero, al mismo tiempo que su hermano, el ex presidente, “normalizó” su vida pública, publicó libros, se convirtió en socialité y se autonombró protagonista del “debate de las ideas”.
El miércoles 31 de julio la PGR anunció que apelaría la sentencia dictada el 19 de julio por el juez 13 de Distrito en Materia Penal, Carlos López Cruz, quien exoneró a Raúl Salinas del último delito que pesaba en su contra: enriquecimiento ilícito.
Ese mismo día Enrique Peña Nieto, quien protagonizó el retorno del PRI a la Presidencia, fue intervenido quirúrgicamente para retirarle un nódulo de la tiroides.
En los últimos 17 años la PGR ha perdido todos los procesos contra Raúl Salinas. Exonerado del delito de enriquecimiento ilícito, al hermano incómodo le serán devueltos 224 millones de pesos, así como 41 inmuebles en 24 entidades del país.
El juez López Cruz admitió en su sentencia que Raúl Salinas acumuló en menos de 10 años una fortuna inexplicable para alguien que vivía de su salario como burócrata: pasó de tener 17 inmuebles y bienes por 60 mil dólares en 1983 a acumular en abril de 1992 un total de 52 millones de dólares, 41 inmuebles y fondos de inversión en el extranjero. Sin embargo el juez admitió que “al no acreditarse que los bienes que fueron adquiridos por el servidor público Raúl Salinas de Gortari son el producto del abuso de las atribuciones conferidas”, se desvanece el delito de enriquecimiento ilícito.
De esta manera Raúl Salinas de Gortari pasaría de ser un símbolo de la corrupción a un símbolo de la impunidad, “la máxima derrota de la procuración de justicia en este país”, advierte el historiador y ensayista Lorenzo Meyer, entrevistado por Proceso para analizar las repercusiones políticas del caso.
No hay espacio para el optimismo en el análisis de Meyer, crítico puntual del salinismo: “Para entender este proceso es necesario ver a los Salinas casi como un accidente. Si no hubieran sido Carlos y Raúl serían otros. El problema de fondo es la calidad y la cantidad de la corrupción, independientemente de partidos políticos, de la alternancia o del cambio de gobiernos. Algo está encallecido en nuestra clase política.
“En el caso mexicano resulta que la clase política fracasa una y otra vez y no le pasa nada. En otros países la clase política que fracasa debe terminar en el basurero de la historia. Así está sucediendo con Silvio Berlusconi en Italia. Así sucedió con Menem en Argentina, con Collor de Mello en Brasil, con Fujimori en Perú. Pero en México no pasa nada. Al contrario, a Raúl Salinas hasta le devuelven sus millones.”
Especialista en las relaciones entre México y Estados Unidos, Meyer va articulando una hipótesis: a diferencia del valor que se le da a la competencia en el mercado económico, en el caso político, la incompetencia y la corrupción “es lo que conviene”.
“Hay solidaridad en la impudicia de una clase política que fracasa una y otra vez en su cometido fundamental que debe ser el bienestar del país, pero a ellos les va muy bien. Se han montado en una tendencia que es histórica en México: la incompetencia de la clase política y su impunidad.”
–¿El caso de Raúl Salinas indica que la corrupción durante el periodo neoliberal fue mayor que durante el estatismo mexicano?
–No es mayor. Siempre ha sido igual. Lo terrible es que, por un momento algunos pensamos que México había dado un salto cualitativo con la alternancia... y no fue así.
“El mensaje que envía la clase política a la sociedad con el caso de Raúl Salinas de Gortari es tremendo: ‘Miren, bola de babosos, la situación política real es ésta. Hagan lo quieran. Al final, nosotros, la clase política, entendemos la naturaleza de la corrupción en este país y no va a cambiar’.”
–¿Es un mensaje de impunidad total?
–Sí. La principal responsabilidad es de la PGR. Quizá porque su trabajo no es procurar la justicia sino la injusticia. La impunidad es la mayor de las injusticias.
–Sin embargo Raúl Salinas pasó algunos años en la cárcel, dirían algunos...
–Sí, estuvo por una cosa que no se le comprobó (la autoría intelectual del asesinato de Ruiz Massieu), pero eso todavía sirve para hacer más cínica a la sociedad mexicana.
“Es una pedagogía muy bien hecha por la clase política: no hay que hacerse ilusiones, aquí no pasa nada.
“El fenómeno de Raúl Salinas le conviene a la clase política. Sin decirlo explícitamente nos indica que nunca habrá posibilidades de transformar el enorme castillo de corrupción que es el sistema político mexicano.”
–¿Por qué entonces encarcelan a personajes como Granier, Elba Esther Gordillo, etcétera?
–Porque Granier es un advenedizo en la clase política tradicional. Al sistema político le sirve muy bien, de vez en vez, que alguien caiga; pero a los de a de veras, como al señor Montiel del Estado de México, a esos no se les quita ni se les toca.
Los fondos en Suiza
Meyer recuerda también dos episodios que hablan de la doble cara de la clase política frente al fenómeno de Raúl Salinas de Gortari: las confesiones del expresidente Miguel de la Madrid y las conversaciones grabadas a Luis Téllez, entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, sobre el robo de la partida secreta de la Presidencia.
En ambos casos, advierte el historiador, “nos hicieron saber más o menos que hubo saqueo de las arcas públicas, pero no pasó nada”. “¡Qué mala suerte de este tipo!”, exclama Meyer al recordar a Miguel de la Madrid. “Nos dijo que se arrepintió de haber dejado a Carlos Salinas de Gortari porque resultó que le gustaba el dinero”.
En mayo de 2009 el expresidente De la Madrid admitió en una entrevista con Carmen Aristegui que su sucesor, Carlos Salinas de Gortari, encubrió la corrupción de sus hermanos, en particular de Raúl y Enrique, quienes tenían “vínculos con grupos del narcotráfico”.
Raúl Salinas “conseguía contratos de gobierno, se comunicaba con narcotraficantes. No recuerdo exactamente cuáles, pero con los que le dieron dinero para llevárselo a Suiza”, declaró De la Madrid.
“Cuando yo ya no era presidente me di cuenta del dinero que se había llevado Raúl a la cuenta de Suiza.”, abundó.
Las declaraciones de De la Madrid provocaron una inmediata y airada reacción para obligar al expresidente a desdecirse, al tiempo que familiares y excolaboradores argumentaron que estaba mal de sus facultades mentales.
Raúl Salinas de Gortari publicó una carta aclaratoria el 14 de mayo de 2009 para defenderse de las acusaciones de De la Madrid. En relación con el “fondo de inversión” formado en 1994 con capital de distintos empresarios, incluyendo a Carlos Peralta, Carlos Hank y Roberto González Barrera, afirmó:
“Durante 13 años (1995 a 2008) fui exhaustivamente investigado por cuatro de los países más avanzados en materia de investigación criminal (Suiza, Francia, Inglaterra y Estados Unidos). Los elementos encontrados en estos países fueron nutriendo la investigación suiza.Finalmente las autoridades suizas concluyeron que no existían elementos que pudieran vincular, ni siquiera a nivel de indicios, el patrimonio depositado en aquel país con alguna actividad relacionada con el narcotráfico.”
La sentencia absolutoria del 19 de julio no se pronunció sobre el dinero depositado en Suiza e Inglaterra. De acuerdo con la PGR, a Salinas de Gortari le fueron devueltos 74 millones de dólares de esos 110 millones que formaron parte de un “fondo de inversionistas”.
El otro escándalo que fue acallado se produjo a raíz de la divulgación de una grabación del exsecretario calderonista de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien fue subsecretario de Agricultura con Salinas y titular de Energía en el sexenio de Ernesto Zedillo.
En febrero de 2009 se divulgó una declaración de Luis Téllez que hablaba de Ana Paula Gerard, esposa del expresidente Salinas de Gortari: “Ana Paula ya trae ese rollo también... y bueno, en el caso de Salinas se robó la mitad de la cuenta secreta; sí, hizo muchas cosas”.
El 12 de febrero, poco después de conocerse las grabaciones, Téllez leyó un comunicado en una rueda de prensa. Admitió que era real la grabación donde acusa a Salinas de sustraer la mitad de la partida secreta, pero alegó que lo hizo “de manera indebida”. “Nunca he tenido evidencia sobre acciones ilícitas del expresidente Carlos Salinas”, atajó. Semanas después Calderón lo relevó.
El debate sobre el robo de la partida secreta fue alentado por el propio Raúl Salinas. En la llamada telefónica con su hermana Adriana, divulgada en octubre de 2000 en El Noticiero del Canal 2 de Televisa, advierte que aclarará de dónde salieron los fondos. “Sí, Adriana, lo saqué a través de Gobernación por instrucciones de él”, apuntó Raúl Salinas.
López Cruz, en su sentencia del 19 de julio, resolvió que entre septiembre de 1990 y julio de 1994 poco más de 2 mil 700 millones de pesos de la partida secreta fueron transferidos ilegalmente a una cuenta del Banco Mexicano Somex, por conducto de Ernesto Sentíes Hoyos, entonces director general de Administración de la Presidencia. Sin embargo, el mismo juez advirtió que “resulta irrelevante” si este dinero fue desviado para beneficiar a Juan Manuel Gómez Gutiérrez, contador de Raúl Salinas de Gortari, porque éste ya había sido exonerado del delito de peculado en la sentencia de 2004 dictada por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal de Toluca.
Cadena de impunidades
En síntesis, ninguno de los delitos o de la cadena de favores y tráfico de influencias que se le imputaron a Raúl Salinas de Gortari desde que operaba como El Señor Diez por Ciento en el sexenio de su hermano se confirmó y menos se sancionó.
Durante el proceso de privatización de Imevisión, Raúl Salinas le prestó 30 millones de dólares a Ricardo Salinas Pliego, el concesionario que resultó ganador, a través de un fondo de inversiones que lideraba para la compra de los canales 13 y 7. La noticia se conoció tres años después del proceso de desincorporación de los canales del Estado.
En su libro El Tigre, Emilio Azcárraga y su imperio Televisa, los periodistas Claudia Fernández y Andrew Paxman recordaron que Raúl Salinas “se acercó a Serna, a Gómez Flores y al propio Salinas Pliego, entre otros. A los Vargas, por ejemplo, los visitó en su casa y les pidió que le hicieran una presentación sobre lo que haría Multivisión en caso de ganar la televisión y qué haría para competir con Televisa”.
“Sobre el tráfico de influencias o de información no hay pruebas documentales; sólo testimonios como el de ejecutivos de NBC Noticias que preguntaban en México –un mes antes de la privatización–, quién era un tal Ricardo Salinas Pliego que decía que ya estaba amarrado con el hermano del presidente”, escribieron Fernández y Paxman.
Parte de la enorme riqueza inmobiliaria de Raúl Salinas fue publicada el 12 de diciembre de 2004 por Proceso. Y todo con el salario de director general y gerente general en la estructura del gobierno federal. (Jenaro Villamil/Proceso)